Buenas noches bolitas suaves de algodón, ¿cómo va todo?
Han pasado 3 años desde que subí el último capítulo de "F.L.O.W.E.R", y me sorprende lo rápido que puede llegar a pasar el tiempo, ¿no os sucede lo mismo? Digamos que tuve un bloqueo importante con esta historia, pero finalmente he podido pasar página y seguir avanzando capítulos. No sé realmente si alguien aún esperaba leer algo nuevo sobre este FanFic, pero para aquellos que sí lo estuviesen esperando, están de suerte.
¡Disfrutadlo!
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Si quieres leer, dale a...
VIII
COSMOS. LIFE AND SOUL
El rodaje había salido bien, bastante mejor de lo que el director del drama se esperaba. Después de varios intentos fallidos, Eunbin podía decir que finalmente había debutado como actriz, y la sensación de saber que mucha gente estaba esperando ese drama con ganas la emocionaba de sobremanera. Su papel no era de los principales ni mucho menos, pero la muchacha sentía buenas vibras recorriendo su cuerpo y muchas ganas de empezar otro proyecto similar para poder ampliar su carrera como actriz. Una pequeña parte de ella le hacía dudar de si encaminar su vida hacia la pequeña pantalla era lo mejor o si, por lo contrario, estaba cometiendo un error.
No obstante, el hecho de que varios de los responsables del drama le dijeran que se había adaptado muy bien a su papel, fue lo que le dio aquél empujoncito que necesitaba para no pensar que era un desastre actuando.
—¿Seguro que puedo ir?— preguntó la maknae con voz tímida.
El director del drama y algunos actores la habían invitado a una pequeña fiesta que habían preparado para cuando las grabaciones del drama llegaran a su fin. Eunbin recordó la burlona risa de una de las actrices con quien compartió pantalla varias veces, quien le preguntó si acaso tenía que pedir permiso para ese tipo de cosas a sus compañeras de grupo porque todavía era demasiado pequeña. Esa mujer podía reírse todo lo que quisiera, a Eunbin ya no le afectaban ese tipo de comentarios estúpidos. Ella había crecido y tenía mucho más autocontrol.
—Por supuesto que puedes ir— afirmó Seungyeon; las demás miembros estuvieron de acuerdo —pero debes prometernos que te divertirás y que nos llamarás para cualquier cosa, ¿entendido?—.
Eunbin asintió.
—Gracias, prometo avisar si pasa algo— la menor alzó la mano simulando jurar sus palabras y miró a Seunghee —unnie, ¿podrías llevarme a la fiesta?—.
—Claro, vamos—.
El trayecto en coche fue bastante tranquilo; la música clásica que salía de la radio era lo único que se escuchaba. Bueno, eso y alguna que otra frase corta que la más alta soltaba como un método para no verse tan nerviosa. Aquello llamó la atención de la vocalista.
—Es tu primera fiesta, ¿cierto? Me refiero a eso de salir con otra gente que no seamos nosotras—.
—Pues… si, ¿tanto se me nota?— la castaña asintió con la cabeza sin borrar la sonrisa maternal de sus labios, parándose a mirar a Eunbin cuando tuvo la ocasión gracias a un semáforo en rojo —bueno, alguna vez he salido con Somi y…—.
—Pero a Somi la conoces desde hace tiempo— la maknae bajó la cabeza avergonzada y observó cómo una de sus manos era agarrada por la diestra de Seunghee, quien le dio un apretón para reconfortarla —estoy feliz de que salgas con otras personas—.
—¿De verdad?— los ojos de la menor centellearon con emoción.
—Claro que sí, es importante tener amigos— Seunghee redujo la velocidad, inclinando un poco su cuerpo hacia la izquierda intentando ver por qué los coches de en frente estaban parados —creo que vamos a tardar un poco en llegar, espero que esa gente sea paciente, no me gustaría que te riñeran por llegar tarde—.
—Unnie, ¿tú tienes amigos?— Eunbin utilizó un tono de voz dulce y tranquilo para no parecer que estaba intentando saber un poco más de la vida de la mayor.
—Los tengo, como todo el mundo—.
—Pero… me refiero a amigos de esos con los que sueles salir a tomar algo o similar—.
—Bueno, mi hermana es como mi mejor amiga. Suelo salir con ella porque el resto de amigos que tengo o están ocupados, o cuando tienen días libres a mí no me va bien salir con ellos—.
La muchacha observó en silencio a la mayor, grabando en su mente todos los detalles que sus miopes ojos podían captar. La expresión tranquila, maternal y casi melancólica de Seunghee era la única expresión que Eunbin nunca había logrado descifrar por completo. A la maknae le parecía que esa mirada oscura y brillante, así como esa suave sonrisa adornando los labios de la vocalista, escondían algo que nadie podía comprender. Era como si la mayor intentara esconderse del resto con expresiones y respuestas tan genéricas como ambiguas, haciendo que cualquiera que buscara saber más de ella se quedara con la miel en los labios y la frustración de no poder dar un paso más.
Como si la mayor se encerrara tras las paredes transparentes de un castillo enorme, donde todos podían verla pero nadie podía alcanzarla.
En parte, Eunbin se sentía frustrada, era como si todavía no conociera bien a quien consideraba una de las personas más importantes en su vida, y no por el hecho de que tuviera sentimientos por ella, sino porque la vocalista había sido la persona más paciente a la hora de darle tiempo a la maknae para que esta se acostumbrara a la vida de idol. No la presionó nunca, ni tampoco le exigió más de lo que ella podía dar; el resto de sus compañeras fueron igual de buenas con ella, pero debido a que la castaña fue la primera que se le acercó, Seunghee se había ganado un puesto especial en su corazón. A veces se preguntaba si su corazón sentiría lo mismo de no haber sido la mayor la primera en acercarse a ella.
—Hemos llegado—.
—¿Y-Ya?— la menor miró a izquierda y derecha algo confundida.
—Sí, ¿es aquí, verdad?—.
—Sí, s-sí lo es—.
—Diviértete, ¿de acuerdo? Cuando quieras regresar a casa llámame y vendré a buscarte, no me gusta mucho la idea de que regreses en taxi— quizás la mayor exageraba un poco pero recientemente se había enganchado a una serie de crímenes sin resolver y justo estaba viendo el episodio de un taxista psicópata que raptaba a sus víctimas y las mataba tras divertirse con ellas, y Seunghee tenía demasiada imaginación como para quedarse tranquila con la idea de que Eunbin regresara sola a casa en el coche de un desconocido a altas horas de la madrugada.
—¿Me esperarás despierta?— la mayor asintió —te llamaré entonces, gracias por llevarme unnie—.
La sonrisa dulzona en los labios de la menor fue lo último que vio la vocalista antes de desaparecer del pequeño descampado que servía de parking para aquellos que deseaban dejar sus vehículos cerca del edificio donde se estaba llevando a cabo la fiesta. Cuando Eunbin dejó de escuchar el ruido de los neumáticos rozando la gravilla y la arena del lugar, y perdió de vista el coche de la contraria, se giró sobre sus talones, agarró con cierta fuerza la fina correa de su bolso y se adentró en el local buscando los pocos miembros del casting con los que había interactuado para no sentirse un bicho raro entre tanto desconocido.
Tras varios minutos caminando, se encontró a sus compañeros sentados en el rincón de la discoteca decorado con sofás y un ambiente un tanto más tranquilo y relajado que el que se respiraba en la pista de baile. La muchacha se sentía nerviosa y estaba segura de que su alta figura y la tensión en sus músculos no pasaba desapercibida para nadie; es más, sus movimientos tiesos le hacían lucir como un robot sin aceite en sus bisagras, lo que hacía la situación un tanto extraña para los que le preguntaban cosas y ella tan solo se dedicaba a responder con movimientos secos de cabeza. De vez en cuando salía algún monosílabo de sus labios, pero no más de dos palabras juntas.
—Relájate, mujer— una de las actrices apretó su hombro con suavidad, sacudiéndola un poco para que no se sintiera tan tensa —estamos entre colegas, no tengas miedo—.
—V-Vale—.
La noche pasó entre copas y música de varios estilos, el grupo de actores le fueron sirviendo alcohol a Eunbin, quien aprovechó las copas para quitarse la vergüenza de encima. Los chistes que explicaba eran malos, pero su risa estúpida era lo que en verdad hacía reír a los demás. Los pocos miembros del staff que también acudieron a celebrar el final del drama se fueron pasadas unas horas, la maknae ni siquiera sabía cuánto hacía que bebía, pero el calor en sus mejillas le indicaba que empezaba a estar un poco pasada de copas.
—Aish… y yo que pensaba que había aumentado mi resistencia al alcohol— se quejó, mirando el líquido de color caramelo que bailaba entre cubitos de hielo dentro de su vaso.
—Quizás estás un poco ebria— comentó el director en un tono de voz ligeramente preocupado —¿por qué no os la lleváis a que le toque un poco el aire? A ver si así se encuentra mejor— los ojos de Eunbin se cruzaron por un segundo con los del hombre, percibiendo una sonrisa extraña en el rostro arrugado de este.
La muchacha no hizo demasiado caso a lo que vio, probablemente fue su tonta imaginación jugándole malas pasadas por no estar consciente al cien por cien.
De lo que sí se percató fue del giro brusco hacia la derecha antes de llegar a la salida. Las actrices se la llevaron a una sala privada que quedaba en el piso superior tras subir unas escaleras cercanas a la puerta de entrada. Tras ellas iban dos de los actores, los demás parecían haberse quedado bebiendo junto al director y otra gente del staff.
—La salida no está por aquí…— susurró, cohibida y un tanto confundida. Se sentía mareada —¿a dónde vamos?—.
—A un lugar divertido, no te preocupes— uno de los actores que iban tras ella manoseó sus nalgas de manera descarada, acción que hizo reaccionar a Eunbin con un chillido agudo y una repentina sacudida.
—¡No!— su cara totalmente roja por el alcohol y la lengua pegada a su paladar no le daban demasiada credibilidad, pero la muchacha se sentía molesta y ofendida —no quiero, dejadme— las palabras salieron lentas y torpes —quiero regresar a casa—.
Se liberó del agarre como pudo, empujando a uno de los actores para que la dejara pasar. Su ebriedad le jugó una mala pasada en el momento en que tropezó al intentar bajar las escaleras lo más rápido que pudo; el ruido metálico de los peldaños con ligero relieve en forma de crucecitas pequeñas sonó escandaloso, y su propia caída lo fue, atrayendo la atención de varios presentes que se encontraban cerca de dichas escaleras. Eunbin sintió que su codo dolía de manera exagerada, pero pronto se levantó con la intención de irse del lugar. Estaba asustada y tenía frío, una sensación que podía describir como mil cuchillos clavándose en su piel adolorida por el golpe en el momento en que pudo salir del lugar.
Había gente dentro y fuera de la discoteca, todos distraídos con sus temas de conversación y sus bebidas. La muchacha sintió arcadas al fijarse en unos vasos con líquidos coloridos dentro de estos, pensando que iba a vomitar ahí mismo si bebía una gota más de alcohol.
Ni siquiera sabía si aquellos colegas con los que había quedado la habían seguido o habían decidido parar su juego.
—¿Unnie, p-puedes venir? Por favor, me siento mal, tengo miedo…— Seunghee se escuchaba bastante preocupada al otro lado de la línea, preguntando si se encontraba en un lugar seguro —sí, pero ven, por favor, quiero regresar a casa, e-ellos…— la menor se puso a llorar y terminó sentada en las escaleras de la entrada, una estructura rústica de madera pegada al aparcamiento de gravilla.
Las lágrimas bajaron por su rostro una vez escuchó el motor de un coche y vio a la vocalista salir del automóvil con cierta prisa. Eunbin sintió que su corazón estallaba dentro de su pecho mientras esperaba a que la contraria terminara de acercarse a ella para poder abrazarla. Sus piernas tardaron en reaccionar, obligó a su compañera a inclinarse hacia adelante y se escondió en su pecho, temblando entre sus brazos; su voz no salía, la sentía atorada en su garganta y no había manera de entenderla entre tanto gimoteo y sollozo. Seunghee no estaba entendiendo nada, pero sabía que la menor necesitaba estar en un lugar mucho más tranquilo que el exterior de una discoteca.
—Vamos Eunbin, regresemos a casa— los ojos oscuros de la mayor se encontraron con varios rostros que observaban la escena con expresiones que iban desde la duda hasta la incomodidad, pasando incluso por el enojo y el fastidio. La vocalista identificó esas caras como las que la rapera le había mostrado hacía unos días en una fotografía grupal que se hicieron todos al terminar el rodaje del drama.
La mayor podría haberles dicho muchas cosas, más decidió que tranquilizar a la contraria era lo más importante.
Eunbin finalmente se levantó de las escaleras y se quedó pegada a ella, abrazándola con fuerza hasta el coche, el cual seguía con las llaves puestas y las luces encendidas. Seunghee giró la cabeza una vez más para ver si el grupo de actores seguían viéndolas y, cuando se percató de que así era, les miró con desprecio y una expresión que nadie logró identificar.
—¿Qué fue lo que ocurrió?— la mayor no habló hasta que aparcó cerca del apartamento, dándole el tiempo necesario a la más alta para que se desahogara cuanto necesitara de regreso a casa. —¿Te dijeron algo que te ofendió? ¿Intentaron hacerte daño?—.
—Ellos…— la muchacha cubrió su rostro con ambas manos y se curvó hacia adelante intentando esconderse.
—Está bien Eunbin, no pasa nada, no es necesario que me lo expliques si no te sientes cómoda— la vocalista acercó una de sus manos a los cabellos lisos de su compañera y los acarició; con suavidad acomodó un mechón tras su oído —será mejor que descanses, es tarde—.
—¿Puedes dormir conmigo?— se hizo el silencio dentro del coche —por favor… solo necesito eso—.
—Claro—.
Forzarla a hablar era lo peor que podía hacer. Quizás más adelante Seunghee podría tener una conversación adulta con Eunbin y comprender qué era lo que había pasado.
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