domingo, 14 de enero de 2024

Warm Heart | Prólogo


Buenas noches pastelitos de fresa, ¿todo bien?

¿No os sucede a veces que debéis plasmar sí o sí una idea que está rondando por vuestra mente con la mayor rapidez posible para no perder detalle de lo que vuestro cerebro está imaginando? Hoy me ha vuelto a pasar, por enésima vez.

Título: Warm Heart
Parejas: Miyeon x Shuhua / Soojin x Yuqi / Otras
Tipo: Yuri
Género: AU | Fluff | Romance | Drama
Advertencias: Ninguna por el momento
Notas: —
Estado: En proceso

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PRÓLOGO

Seguía pensando si haberse instalado en Boseong había sido una buena idea. Miyeon llevaba días con los últimos preparativos de la tan ansiada apertura de su panadería en aquél pequeño condado lleno de campos de té verde, pero en esos últimos días se había fijado que muchos de los habitantes que pasaban cerca de ella, ya fuese para pasear o simplemente por mera curiosidad, miraban escépticos lo que estaba haciendo. La hermana de Miyeon le había insistido a esta que ese era el mejor lugar, pues la última vez que ella fue, no encontró panaderías por ningún lado en ese momento, la joven de apellido Cho ni siquiera pensó que quizás a nadie de ese pueblo le interesaba que hubiese un negocio como aquél, por lo que, cuanto más se acercaba la fecha de apertura, más insegura se sentía.

Una de las características que más le llamó la atención fue el bajo número de jóvenes que había visto durante sus paseos por el condado para conocerlo un poco mejor. Se había maravillado con las vistas, con el intenso color verde de los campos y la naturaleza que rodeaba dicho lugar, pero a lo mucho se había cruzado con una o dos personas de edad similar a la suya, y aquella preocupación se convirtió en un zumbido molesto en su oído que no se iba.

En cambio, gente de mediana edad y gente mayor sí había, a montones. De vez en cuando se había cruzado con algún matrimonio con hijos, pero podía contar esas ocasiones con los dedos de una mano. De nuevo, el nerviosismo se estaba apoderando de ella, haciéndole dudar de todos sus planes.

Quizás, después de todo, no había sido tan buena idea.

—Vamos, ¿a qué viene esa cara tan larga?— su mejor amiga, Soojin, se había ofrecido a ayudarla a cargar las últimas cajas que irían en el almacén de la panadería —cualquiera diría que no estás emocionada por abrir tu propio negocio—.
            —Estaba pensando… ¿y si me estoy equivocando?— Miyeon siguió a su amiga tras agarrar otra de las tantas cajas de cartón que se encontraban en el maletero de su coche; le fue imposible no soltar un suspiro, aunque intentó atribuirlo al cansancio de estar haciendo tantas cosas en una sola mañana.
            —¿Por qué piensas eso?— el tono de voz en Soojin era suave, siempre hablaba así cuando quería calmar las inseguridades de su amiga.
            —No sé, es solo… ¿quizás si no hay ninguna panadería por aquí puede que sea debido a que a nadie le interesa que haya una? He recibido ciertas miradas indecorosas, incluso he escuchado algún comentario de gente mayor que lo único que ha hecho ha sido dejarme mal cuerpo—.
            —Cho Miyeon, vamos, ¿desde cuándo eres tan insegura?— Soojin sonrió, dejó la caja de cartón en el suelo y abrazó a la mayor —todo irá bien, ¿entendido? Confía en mi—.

La muchacha de cabellos castaños abrazó de vuelta a la menor y dejó su mentón reposando contra el hombro de Soojin. La sonrisa que curvó sus labios era suave, un poco triste, pero sincera. Ambas se quedaron un rato así, quietas, relajándose con el ronroneo suave de los hornos de pan que los técnicos estaban acabando de instalar. Faltaban solo un par de días para la apertura, así que tenían que darse prisa si querían tenerlo todo listo.

—Yo traeré a mis amigos aquí, ¿si? Intentaremos la técnica de atraer la atención de los habitantes llenando la panadería de gente, esto suele funcionar—.
            —¿Y si no funciona?— la mayor apretó fuerte a la contraria entre sus brazos para que esta no pudiera moverse y así evitarse una mirada reprobatoria.
            —Cho Miyeon, si vuelves a dudar de mis palabras te voy a meter dentro del horno— una pequeña palmada amistosa en su trasero hizo reír a la susodicha.
            —Está bien, está bien, ya me callo—.
            —Hay mucho trabajo por hacer todavía, así que tenemos que seguir con esto si no quieres que sigamos cargando cajas incluso durante la apertura. Te digo yo que mis amigos no querrán ayudar con eso. Son amables, pero no tanto—.
            —Sí señora—.

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