viernes, 15 de mayo de 2020

On Your Lips | Capítulo 2


Buenas tardes bollitos de nata, ¿sorprendidos? Yo también.

Han pasado más de dos años —insertar aquí el meme de Titanic—, pero finalmente he vuelto con el segundo capítulo corregido de "On Your Lips". Pregunta seria, ¿hay alguien que todavía se acuerde de este mini-fic?

No, no tengo excusa. Soy una persona perezosa por naturaleza con muchísimas ideas en la cabeza pero muy pocas ganas de llevarlas a cabo, así de sencillo. No obstante, cuando empiezo algo y estoy dispuesta a terminarlo, saco fuerzas y energía de donde sea para poder cumplir mi palabra, así que heme aquí, prometiendo que cada semana a partir de hoy (probablemente cada viernes) vais a tener un capítulo corregido de este mini-fic. ¿Y por qué de repente vengo prometiendo éstas cosas, os preguntaréis? Simplemente porque me ha dado el venazo. No tengo nada mas que añadir, su señoría.

¡Disfrutadlo!

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CAPÍTULO 2

Tuvimos que escondernos en el primer armario de la limpieza que encontramos. Todo por mi culpa, siempre buscándome problemas. Suspiré, dejando que Jessica recuperara el aire perdido. "Maldita sea Soojung, es la última vez que te salvo el pellejo..." pronunció jadeando cada vez menos, recuperando el color en sus mejillas. Estas estaban rojas por el repentino esfuerzo físico que le supuso correr de una punta del instituto hasta la otra para que las matonas de mi clase no nos pillaran.

No sabía cómo podía tener tanta paciencia conmigo si siempre acabábamos involucradas las dos. "Lo siento..." susurré bajando la vista, hinchando las mejillas de forma culpable.

"E-Ey... no hace falta que te pongas a llorar". Me zarandeó suavemente.

Sus manos delicadas...

Se sentó al suelo, apartando unas escobas que le impedían poder apoyar su espalda contra la pared. Estaba hermosa incluso cuando la pobre no tenía casi ni aliento. Me senté a su lado con una leve sonrisa y apoyé mi cabeza en su hombro.

Agarré su mano tímidamente y la acaricié con lentitud. Su piel era la envidia de muchas chicas de su clase; había escuchado grupos de compañeras que decían que en las clases de natación su piel repelía el agua como si se adentrara de lleno a la piscina.
Fuera cierto o no, realmente tenía una piel más suave que la seda... Tan blanca, tan pura, tan... virgen...

Me preguntaba si a parte de mis besos en sus mejillas, alguien más la había besado...

"Te quiero", le susurré al oído al escuchar que las voces de esas matonas se alejaban del pasillo. Sentí mi corazón latir algo más tranquilo, aunque estar junto a mi hermana en un estrecho cuarto de limpieza me ponía nerviosa. Ella sonrió, correspondiendo a mi declaración.

Amor de hermanas...

"Oye Sooyeon...". ¿Debía preguntárselo o no? La duda me corroía y por mucho que intentara cambiar de tema siempre acababa pensando en lo mismo. "¿Si no fuera tu hermana, te enamorarías de mí?".
"¿Bromeas? Papá y mamá te matarían... ya sabes cómo son...". Sonrió tristemente, le había tocado una fibra sensible. Me sentí mal, ¿cómo podía hacer que sonriera de nuevo? "¿Estás enamorada de mi acaso?". Curvó sus labios de manera inocente, ignorando por completo los sentimientos que tenía por ella. ¿Cómo podía ser tan buena chica y tan ingenua? Eso solo le provocaría más dolor tarde o temprano.
             Antes de que me diera cuenta había asentido a su pregunta, escuchando sus palabras como si provinieran de un megáfono, lejanas y dispersas,...

"¿Soojung?". Su voz me devolvió al mundo real, me gustaba cuando pronunciaba mi nombre de forma curiosa pero preocupada a la vez. Me sentía especial. "¿Te encuentras bien?". Sus ojos me miraron fijamente. "Claro, ¿por qué?". Sentí un golpe en mi cabeza, una pequeña colleja por su parte y seguidamente un puchero, lucía tan linda... "Entonces no digas tonterías".

"¿Acaso está mal?". Me volvió a mirar, pero esta vez con duda en sus ojos. Estos brillaban con el color castaño que tanto los caracterizaba. Si pudiera me tiraría en ellos como si estuviera en una piscina.

Se quedó callada... ¿Acaso me había equivocado al responder?

Tragué saliva, asustada, confundida. "¿Sooyeon...?". Me atreví a preguntar, acercándome a su rostro. "Perdona si te molesté con eso... entiendo que no quieras p-pero..."

"Eres una estúpida". Frunció el ceño y me dio la espalda. "Eres solo una niña".

Toda ella era una diosa, incluso su espalda era hermosa de ver. Quería tocarla, masajearla, quitarle esos nudos que se formaban en su cuerpo por dormir durante tantas horas.
Dormíamos juntas, era una manía que tomamos de pequeñas cuando yo tenía miedo. Una sin la otra no sabíamos dormir, por eso nos levantábamos con ojeras si por alguna razón teníamos que dormir separadas. "Las hermanas panda", ese mote gracioso que nos puso una compañera de su clase me hacía sonreír, aunque por dentro estuviera llorando como una niña perdida por haber añorado su calor corporal.

Jessica era perfecta para mí, la mujer de mis sueños, la chica que podía hacerme feliz, y lo sabía con tan solo nueve años de edad. ¿Que quizás me confundía? Era pequeña, no podía decir que no... pero yo sentía admiración por mi hermana, la veía como una mujer extraordinaria.
¿Cuántas veces había soñado que la besaba? Sentía calor cada vez que me despertaba por ese tipo de sueños y la veía a mi lado, respirando tranquila y profundamente. Acariciaba su mejilla y besaba su frente, durmiéndome de nuevo entre sus brazos. "Tienes nueve años, ¿cómo puedes decir esas cosas? Es más, ¿por qué siempre me metes en tus problemas?". Se levantó, dejándome desconcertada.

Desapareció por la puerta y yo me perdí. No conocía bien ese instituto, no sabía por dónde ir.

"Jung Sooyeon, preséntese en recepción por favor". Acabé yendo al único lugar que conocía, bañada en lágrimas y asustada. Sabía que mi hermana vendría a buscarme, solo debía esperar...
Las matonas habían conseguido encontrarme al oírme llorar, sola en esa pequeña habitación de limpieza. "No queremos extranjeras en nuestra clase, márchate". Había pensado seriamente lo que ellas me pedían, irme, sin embargo... ¿a dónde? Eran crueles conmigo... pero a pesar de tener la misma edad, ellas medían el doble, y si me atrevía a enfrentarme la que saldría más malparada sería yo.

No entendía qué les había hecho para que me maltrataran de esa forma. Eran unas animales.

Mis rodillas quedaron raspadas, tenía un corte profundo en el labio y en mi pelo había varios chicles pegados. Quedé echa un asco.
Mi uniforme tenía marcas de bolígrafo y permanente por todas partes y me quitaron los zapatos nuevos para pisarlos, ensuciarlos y colgarlos en lo alto de una canasta que se encontraba en el patio.

Pero yo no fui la que sufrió las verdaderas consecuencias...

"¡¿Por eso te enviamos a uno de los mejores institutos?! ¡¿Para qué no protejas a tu hermana, eh?!". Jessica siempre acababa recibiendo más que yo... Comprendía que mis estupideces la hicieran enfadar, ella quería ser cantante pero para ello primero debía sacar muy buenas notas. Si tanto me importaba, ¿por qué seguía molestándola siempre que podía?
Le hacía llegar tarde a clases, los profesores la reñían, se reían de ella por tener una hermana llorona, era odiada por todo el dinero del que disponíamos, no tenía casi amigos y además... le gustaban las chicas.

Pero ella no se inmutó a las bofetadas que le dieron nuestros padres. Era tan fuerte como una piedra, fría como el hielo, ¿perfecta para... mí? Egoísta es una buena palabra para definirte, Soojung.


            La chica egoísta que se enamoró de su hermana. Sería un buen título.

La admiraba, incluso cuando a mí me preparaban lo que quisiera para cenar y a ella solo le daban verdura hervida y arroz duro. Aguantaba cada golpe, cada insulto, cada desprecio de una forma tan noble que era mi modelo a seguir. No se quejaba por nada, no se peleaba con nadie... y a pesar de ser odiada por muchos, ella seguía de pie. Como me gustaría decirte cuánto te amo sin que lo veas como una broma de mal gusto... Lo pensaba día y noche, observándola mientras dormía en paz.

Su rostro tranquilo era la encarnación del más hermoso ángel que podía existir.

Y al cumplir diez años... me atreví a besarla en secreto mientras soñaba con algo que le hacía arrugar la nariz de forma tierna.

¿Quién me iba a decir a mí, que besarla sería mejor que probar el manjar más dulce que existía o sentirse más libre que lanzarte desde lo alto de una cascada? Era una sensación indescriptible, algo maravilloso, casi idílico. Era algo fuera de este mundo. Sus labios eran la perfección.
Y así pasaron mis noches hasta que me presentó a Yuri.

Yuri era más alta que yo, de cabello moreno y con unos ojos pardos increíblemente bonitos. Su mirada era la de una depredadora, y no me gustaba como miraba de forma hambrienta a Jessica cuando la teníamos en casa.
Comían las dos solas. Mis padres no querían saber nada de ella. "Nos das asco".

Nunca me gustó Yuri pero agradecí que la consolara cuando papá y mamá se atrevieron a confesar lo que llevaban diciéndole a sus espaldas desde hacía tanto tiempo.

Hubiera dado lo que fuera por ocupar su lugar, nadie mejor que yo conocía a mi hermana.

Me sentí celosa; la besaba, la tocaba, se la llevaba a su casa para hacerle vete a saber qué barbaridades sexuales. Oí rumores de que Yuri era una pervertida con un largo historial de antiguas novias que lloraban a sus pies para que no las dejara. ¿Tan maravillosa era en la cama como para hechizarlas de ese modo?
Durante los nueve meses que duró su relación, yo fui la única "hermana panda".

¿Alegrarme por sus lágrimas? Yo nunca me alegraba cuando Jessica venía llorando. Su mal humor me sorprendió, pero más extraño se me hizo que por primera vez mamá se preocupara por el estado de los muebles cuando siempre había ignorado que Jessica los pateara, rajara o pintara con cualquier cosa. Mamá era una mujer cruel.
Todo volvió a la cruda normalidad... Todo hasta que años después me presentó a Taeyeon.

Nada más verla sentí miedo. "¿Vas a romperle el corazón a Sooyeon?". Mi mirada clavó dicha pregunta sobre sus ojos, y ella simplemente asintió de forma fría con una desagradable sonrisa en sus labios.
Yo ya era una adolescente, y sabía que ese sentimiento de admiración se había convertido en algo más fuerte. Realmente era amor.

Duraron más de lo que egoístamente esperé...

Taeyeon fue, según Jessica, un huracán en su vida. Mi hermana desapareció de casa sin más; y aunque yo sabía que estaba en casa de esa enana, no podía estar tranquila.

Jessica dejó de contestar a mis llamadas, fumaba y bebía, condujo sin carné, estuvo una noche en una celda, dejó de asistir a clases... Parecía que su sueño de ser cantante se había esfumado como el humo que salía constantemente de sus labios. Tenía miedo de perder a mi hermana, no pensaba que fuera tan débil y se dejara dominar tan fácilmente por otras personas. Taeyeon era mala con ella, pero parecía que Jessica no se daba cuenta de eso y seguía prefiriendo estar con ella que conmigo. Fueron ocho meses... pero para mí fueron ocho siglos.

Jessica estaba completamente cambiada cuando regresó a casa. Su piel era levemente amarilla, su boca olía a tabaco y a alcohol, sus ojos rojos de no dormir me daban miedo, y había adelgazado... demasiado.
¿Y nuestros padres? Se enfadaron cuando regresó. "Pensábamos que nos habíamos librado de ti".

Si hubiera sido un poco más valiente habría podido pelear con papá y mamá hasta hacerles ver que se estaban equivocando. Jessica era una gran persona, no debían tratarla así.

Pero no soy valiente... sigo siendo la mocosa llorona de siempre que a la que puede va a refugiarse en los brazos de Jessica. Incluso los días después de que le confesara mi boda. ¿Dije ya que soy una egoísta?

Nunca conseguí que papá y mamá me confesaran por qué tenían ese odio tan profundo hacia Jessica. ¿Qué les hizo ver que sería una hija no deseada? ¿Podría haber sido al revés? ¿Si yo fuera la odiada, Jessica me admiraría por seguir en esa casa o se reiría de mis lágrimas? Yo no soy tan fuerte como ella, sabe que me desmorono a la mínima, no sirvo para ser rechazada, ni golpeada, ni insultada, ni engañada... No soy nadie a su lado.

Ella no tendría modelo a seguir.

En la hora del recreo solíamos estar juntas. Jessica solo tenía una amiga, Sooyoung, la cual siempre pedía comida. Me parecía una chica divertida, ¿por qué no se enamoró de ella? Quizás el rechazo habría sido más dulce y mis celos menos preocupantes...
Me dio de comer, me gustaba pensar que Jessica era mi madre. Una mujer dulce, brillante, hermosa, fría por fuera pero cálida por dentro.
Sabía que me iba a poner triste ahora que había terminado la secundaria pues me iba a dejar sola con esas matonas.

Jessica había repetido el curso que ignoró cuando estuvo con Taeyeon, pero no podía hacer que repitiera más veces habiendo sacado matrícula de honor. Papá y mamá aplaudieron pero sus caras decían todo lo contrario.

Mi hermana era una perdedora a sus ojos.

Me preguntaba si la que verdaderamente acabaría explotando sería yo y no ella. Cada vez era más consciente del desprecio que tenían hacia ella. ¿Y si fuera eso el que le hizo fijarse en chicas? Como acto de rebeldía... "Eso lo llevas dentro desde que naces. No se elige de un día para otro". Sus palabras eran melodías celestiales para mis oídos. Fuera lo que fuera que dijera, su voz me hacía levitar hasta límites insospechables. ¿Cómo podía una mujer como ella hacerme sentir tan viva conmigo misma? ¿Y si me estaba equivocando con Seungyoon?

Jessica seguía hablando. Sus discursos siempre eran dignos de ser escuchados. Tenía talento para cantar, para bailar, para tocar cualquier instrumento, para dibujar, para escribir,... su cuerpo era mejor que el de una modelo y era inteligente a pesar de haber sido infravalorada tantas veces. Ella estaba bien consigo misma, su imagen lo demostraba, aunque seguramente estaría mejor si yo no estuviera a punto de casarme.
Seguía frente a ella, notando tembleques en mis piernas, pero lo peor de todo era que mi cerebro y mi corazón se estaban discutiendo de nuevo. ¿A quién debía escuchar?

Elegí que la boda fuera en dos meses porque pensé que si lo hacíamos con tan poco margen de tiempo, no dolería tanto.

Oh, si... Que egoísta fui, pensando solo en mí.

Sus facciones tan suaves, tan bellas... Era hermosa.
Mantenía la vista clavada en el papel, no estaba nerviosa, al contrario, me apostaría lo que fuera que se sentía bien porque debía ser escuchada por todos. Era la hermana de la novia, una mujer libre.

Pocas veces levantaba sus ojos del papel, solo cuando quería remarcar algo importante y sabía a quién mirar entre toda esa gente que estaba de pie frente los bancos de madera.
Mis padres se estaban impacientando, pero yo quería escuchar a Jessica hasta la última palabra así que les sonreí. Les calmé lo suficiente como para mantener una sonrisa amorosa escuchando a su hija mayor.

Yo aún pensaba que quizás podría hacerles cambiar...

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