Buenas tardes cachorritos con manchitas, ¿todo bien?
He llegado a la conclusión de que es mejor nunca decir una fecha exacta o intentar hacerme un horario en condiciones a la hora de publicar nuevos capítulos porque luego pasa lo que pasa. Esta vez no fue mi mala memoria ni mi pereza las que me jugaron una mala pasada, sino mi ordenador, mi propio ordenador me traicionó. ¿Quién quiere un pantallazo azul? Porque tengo de sobras, creedme.
De todas formas, aprovechando que ahora mi ordenador parece funcionar con normalidad, os traigo el tercer capítulo corregido de este mini-fic.
¡Disfrutadlo!
Capítulo 2 | Capítulo 3 | Capítulo 4
Si quieres leer, dale a...
CAPÍTULO 3
Desde que Taeyeon la dejó, Jessica
no había querido salir con nadie más. Me confesó que solo estaba a gusto
conmigo; de alguna manera me sentía especial por ello, pero parecía que le
prohibiera de forma indirecta ir con otras personas cuando yo no estaba a su
lado.
Jessica se había transformado por
completo. Pasó de ser llamada cariñosamente "panda" a ser llamada
"princesa de hielo" por la mismísima Sooyoung. "Debes sonreír a la vida, cambiar un poco. Tienes a Soojung, me
tienes a mi... ¿por qué no pruebas a salir de nuevo con alguien? Conozco un par
de chicas que quizás podrían...". Mi hermana nunca le contestaba, solo
apretaba más fuerte mi mano mientras escuchaba los tantos discursos
esperanzadores que Sooyoung le soltaba cada mañana.
Entendía que no quisiera ver así a su mejor amiga pero... también comprendía que si no cambiaba su discursito, pronto la perdería. "Debo irme a Japón, me han dado la beca que siempre quise, ¿estarás bien...?". Jessica solía abrazarla fuerte cuando sabía que no la vería en una buena temporada; no obstante, esa vez no le dio siquiera un simple beso en la mejilla.
Entendía que no quisiera ver así a su mejor amiga pero... también comprendía que si no cambiaba su discursito, pronto la perdería. "Debo irme a Japón, me han dado la beca que siempre quise, ¿estarás bien...?". Jessica solía abrazarla fuerte cuando sabía que no la vería en una buena temporada; no obstante, esa vez no le dio siquiera un simple beso en la mejilla.
Me dejó sola frente a Sooyoung, y
pude ver la decepción en los ojos de esta. Fue durante unos segundos, pero yo
substituí a Jessica y besé su mejilla, sonriéndole cariñosamente antes de
acariciar su mejilla y desaparecer de su vista, buscando a mi hermana. "Por favor, cuídala...".
Fue la última vez que vi a esa
morena tan alta, me pregunto qué habrá sido de ella.
Jessica no quería escucharme,
parecía absorta en sus pensamientos, conduciendo cada vez más deprisa sin
atender a mis súplicas para que bajara la velocidad. ¿Que pretendía hacer?
Nunca la había visto así de rabiosa, parecía enfadada con todo el mundo y
rechazaba cualquier tipo de ayuda.
Dejó de asistir al psicólogo y volvió a emborracharse y a fumar. Odiaba todo el dolor que Taeyeon hizo en ella. Le había lavado el cerebro, los sentimientos y las ganas de vivir como una chica respetada en sus clases; porque, a pesar de no tener muchos amigos, mi hermana siempre estaba dispuesta a ayudar a aquellos compañeros que lo necesitaran con alguna materia.
Dejó de asistir al psicólogo y volvió a emborracharse y a fumar. Odiaba todo el dolor que Taeyeon hizo en ella. Le había lavado el cerebro, los sentimientos y las ganas de vivir como una chica respetada en sus clases; porque, a pesar de no tener muchos amigos, mi hermana siempre estaba dispuesta a ayudar a aquellos compañeros que lo necesitaran con alguna materia.
Admiraba lo fuerte que parecía
entre toda esa gente.
"¡Sooyeon por favor, baja la
velocidad, nos vamos a matar como sigas así!". Hablé a gritos, intentando
que me escuchara más a mí que a la música. ¿Des de cuándo le gustaban ese tipo
de canciones? Siempre que íbamos en coche escuchábamos temas de su grupo, pero
ese día me acuerdo que el sonido de una guitarra eléctrica rompió mis tímpanos
antes de verlo todo negro y dar muchas vueltas.
La música dejó de sonar y vi a mi hermana salir disparada del coche, rompiendo el vidrio, rodando metros y metros lejos encima del asfalto. Sangraba por todos lados.
La música dejó de sonar y vi a mi hermana salir disparada del coche, rompiendo el vidrio, rodando metros y metros lejos encima del asfalto. Sangraba por todos lados.
Yo estaba atada con el cinturón en
el asiento del coche, y lo veía todo del revés. Me encontraba bocabajo.
"¡Señorita!". Un hombre
me llamó la atención, me dolía la cabeza y las cervicales. ¿Qué había pasado?
Por un momento me vi muerta... "Sooyeon...". Estiré ambos brazos,
notando presión en mi pecho por el cinturón de seguridad. "¿Se llama así?".
Negué con la cabeza, mareándome. "Ella, ella es Sooyeon... Mi
hermana...". Comencé a llorar, nunca había sentido tanto miedo.
Notaba como mis piernas flaqueaban, no tenía fuerzas para ponerme en pie, ni siquiera para pulsar el botón del cinturón que lo desabrochaba.
Notaba como mis piernas flaqueaban, no tenía fuerzas para ponerme en pie, ni siquiera para pulsar el botón del cinturón que lo desabrochaba.
Había algo que ensuciaba mi rostro
y que contrastaba con mi fría temperatura. ¿Sangre? Miré mis dedos, mis manos,
mis rodillas, incluso mi pecho. Mi ropa había sido víctima de los cristales.
"Tranquila, ahora la sacaremos de aquí". Dos bomberos se encargaron
de sacarme a rastras del coche que goteaba aceite. Una pequeña chispa y volaría
todo.
Me alejaron de él, pero al mismo
tiempo que lo hacían, también me alejaban de Jessica.
Su hermoso vestido de color perla
había quedado lleno de rasguños y sangre, y por primera vez en mucho tiempo, en
su rostro no se podía distinguir nada más que paz. Sentí mi corazón oprimirse,
y como si me hubieran apretado un interruptor, me puse a llorar. No lloré por
mí, ni por el coche, sino por Jessica. Si salía de esa... no quería ni saber
qué le dirían mis padres al no haberme protegido. Incluso sería mejor que...
No, no podía morir y dejarme sola.
No ahora que quería decirle que la amaba como algo más que una hermana.
¿Por qué las situaciones extremas
eran las que siempre te hacían confesar lo que verdaderamente sientes?
"¡Sooyeon, Sooyeon! ¡Despierta
Sooyeon!". Nunca había sido buena corriendo pero esa vez volé sobre el
asfalto ardiente para arrodillarme a su lado, raspando más mis rodillas.
Me importaba un comino si estaba sangrando o si tenía cristales clavados en mi piel, yo lo único que quería saber era que Jessica no corría ningún peligro, que mi hermana podría despertar sin secuelas graves, que podría volver a besarla en secreto cada noche...
Me importaba un comino si estaba sangrando o si tenía cristales clavados en mi piel, yo lo único que quería saber era que Jessica no corría ningún peligro, que mi hermana podría despertar sin secuelas graves, que podría volver a besarla en secreto cada noche...
Su boca solía saber a tabaco.
"Señorita, debe alejarse de
ella, tenemos que llevarlas al hospital". El bombero me sujetó con fuerza,
sus manos gruesas me tenían inmovilizada, me estaba haciendo daño. "Por
favor, túmbese en la camilla y deje trabajar a los médicos". ¿No podía
entender que estaba histérica? Acababa de tener un accidente de coche y podía
perder a mi hermana sin darme cuenta. No quería eso... "Sooyeon...". Entrelacé
mis dedos con los suyos antes de sentir como el cansancio me adormecía,
haciendo que las fuerzas abandonaran mi cuerpo, incluso para tener sujeta su
mano.
Recuerdo que me desperté días
antes de que lo hiciera mi hermana. Ella se había llevado la peor parte, y aun
hoy se le podía ver como la ropa abrazaba una cicatriz en su espalda. Una de
tantas...
Papá y mamá le dijeron de todo
cuando despertó. Yo había podido regresar a clases con mucha más rapidez de la
que los médicos esperaban pero ella tenía prohibido salir del hospital hasta
que su cuerpo estuviera completamente recuperado del accidente. Creo que fue la
primera vez que la vi llorar por los gritos de nuestros padres. "¡Encima de imprudente implicaste a tu
hermana! ¡Nunca deberías haber nacido!". Un doctor me informó de ello,
yo era la única que la iba a visitar, y realmente lo prefería así.
Jessica siempre había sido tan solitaria...
Jessica siempre había sido tan solitaria...
La ayudé en todo lo que pude.
Los ejercicios de recuperación le
fueron bien, no tuvo ninguna secuela importante.
Deseaba que volviera a ser la
misma Jessica de antes. "Felicidades". Me sorprendió la cajita que
tenía entre sus manos, tan finas, tan suaves, tan blancas... Había pedido por
favor a la enfermera que la cuidaba que fuera a comprarme lo que había apuntado
en un papel que Jessica escribió. ¿Cómo podía incluso regalarme algo en su
estado físico y emocional? Realmente todo lo que había sufrido no lo merecía.
Empezaba a odiar a nuestros padres.
Era mi cumpleaños, y ese día solo lo celebraría con ella.
Era mi cumpleaños, y ese día solo lo celebraría con ella.
Ignoré a mis amigas, me centré
solamente en hacer que sonriera.
Deshice el lazo rosa que rodeaba
la cajita con gracia y la abrí, dentro de esta se encontraba una fina pulsera
de plata en forma de cadena con un candado como cierre. Me colocó dicha pulsera
y mi piel sintió un agradable frío. El hueso de mi muñeca golpeó el candado
antes de que este cayera por la inercia en la palma de mi mano. Lo agarré,
sonriendo con lágrimas en los ojos. "Gracias, es precioso...". La
abracé con cuidado. Incluso el olor a hospital le quedaba bien en su piel. ¿Se
daría cuenta algún día de lo que la llegaba a amar? "Un día os vi de
casualidad a ti y a tu amiga mirando el aparador de esa tienda, pensé que
querías ese brazalete así que lo reservé".
Una tonta sonrisa se formó en mis
labios, ahora entendía ese pequeño cartel que borraba el precio y ponía
"comprado" con grandes letras negras.
"No mientas", inquirí.
"Está bien, esa tal Amber no me gusta" confesó. Esa chica era mi
amiga desde que había empezado el instituto. Se me acercó sin más y me tendió
la mano, me hizo sonreír, era amable y apuesta, y mucha gente la confundía con
un chico al vestir el uniforme masculino. Era divertida, siempre hacía
travesuras y nunca la castigaban, en cambio las hacía yo y siempre debía
permanecer de pie en el pasillo... Se reía de mí, pero sabía que no lo hacía
con mala intención.
Al terminar el instituto volvió a
Estados Unidos y perdí todo contacto con ella al tirar por error el papel donde
estaba escrito su número de teléfono. Intenté encontrarlo mediante sus amigas,
pero sabía que yo no les gustaba, estaban celosas al ver que me llevaba tan
bien con su amiga. Ambas parecían sentir algo por ella, pero como cobarde que
soy, nunca me atreví a cuestionarlo.
Me pregunto cómo estará Amber.
"Aunque debo admitir que me
gusta más que ese par de arpías que te molestaban en clase". Sí, las
matonas eran ellas dos.
Temí por mi vida al crecer y
descubrir que estaríamos en la misma clase.
Me gustaba sentarme en alguna de
las primeras filas, aunque siempre debía vigilar con esa peligrosa pareja para
que no me tiraran bolígrafos, ni trozos de goma, ni cualquier avión de papel
con notas estúpidas. Al principio me rehusé a ser amiga de Amber, pero ella
parecía necesitada de una buena amistad en quien confiar. No podía negarme a
los ojitos que me ponía. Por dentro era un corderito. "Por favor, sé mi amiga, esas dos me están matando de
estrés". Su sinceridad me sorprendió, pero fue eso mismo lo que me
hizo aceptar su propuesta... después de rechazarla cinco veces.
"¿Quieres ir conmigo a la biblioteca?". Era muy
estudiosa, sacaba buenas notas y tenía talento para el rap.
A veces me ponía triste al ver que ya no estaba conmigo, haciéndome reír, pero estaba segura que ella seguiría acordándose de mí.
A veces me ponía triste al ver que ya no estaba conmigo, haciéndome reír, pero estaba segura que ella seguiría acordándose de mí.
Aunque quizás ahora todo sería diferente
si hubiera aceptado la propuesta de salir con ella como pareja.
Tuve que negarme, recordando la
decepción en los ojos de mis padres cuando Jessica trajo a sus dos novias a
casa, si es que eso podían llamarse novias, claro... Le respondí con un suspiro
y ella me sonrió tristemente.
Fue la primera vez que vi a Amber triste, aunque a los cinco minutos ya estaba bromeando de nuevo. Admiraba su fuerza para recuperarse tan rápido de un rechazo.
Fue la primera vez que vi a Amber triste, aunque a los cinco minutos ya estaba bromeando de nuevo. Admiraba su fuerza para recuperarse tan rápido de un rechazo.
¿Cómo habría afectado mi relación
con Jessica si hubiera aceptado su propuesta? Quizás hubiera sido más doloroso
para todas. Tener que decirle a Amber ese tipo de cosas hubiera sido muy doloroso
para ella. Prefería que nuestra amistad perdurase para siempre, aunque no la
estuviera llamando por teléfono como le prometí...
Sabía que mi mejor amiga seguía
esperando esa llamada.
"Perdona mi imprudencia, se
me fue el control de las manos". Cada día que iba a visitar a Jessica, ésta
se disculpaba, y por mucho que le dijera que no me importaba y que todo estaba
bien, ella seguía insistiendo. Día tras día, y noche tras noche, incluso su
compañera de habitación bromeaba con ese tema cuando me veía entrar. "Yo
no quiero perderte, y tengo miedo de que papá y mamá acaben alejándote de mí".
Su abrazo era necesitado, estaba asustada.
Jessica siempre me hacía sentir
especial, me imaginaba como su sueño más preciado, ese que deseas tocar y no
puedes porque es pecado. Mi imaginación a veces me asustaba. ¿Cómo podía
imaginarme como su musa? Me sentía egocéntrica, maleducada y egoísta, pero por
suerte mi cuerpo reaccionaba de la manera más maternal posible, abrazándola y
besándole los cabellos.
A pesar de ese accidente, sus largos mechones rubios y ondulados no perdieron ni una pizca de gracia. Tenía un cabello hermoso.
A pesar de ese accidente, sus largos mechones rubios y ondulados no perdieron ni una pizca de gracia. Tenía un cabello hermoso.
Ya podía llevar escayolas, collarines,
vendas o tiritas, Jessica siempre era hermosa.
El último día que la vi antes de
que le dieran el alta tenía un dulce color rosado en sus mejillas, su piel
brillaba con la luz del sol y la brisa que entraba por la ventana semi-abierta
hacia que sus cabellos volaran como ondas de oro. Mis mejillas ardieron y mi
corazón comenzó a palpitar muy deprisa. ¿Cuánto podría aguantar con ese amor no
correspondido?
Nunca me había atrevido a confesarme pero sabía de sobras que me diría que no. No por ser una chica, ni por ser cinco años menor que ella, sino simplemente porque era su hermana, y eso estaba mal, muy mal.
Nunca me había atrevido a confesarme pero sabía de sobras que me diría que no. No por ser una chica, ni por ser cinco años menor que ella, sino simplemente porque era su hermana, y eso estaba mal, muy mal.
En ciertas facciones y gestos
parecíamos gemelas. Y eso era un problema para mí... Me sentía egocéntrica mirándome
al espejo, parecía que me amara a mí misma.
"¿Qué harás ahora que has
aprobado los exámenes?". Su dulce voz me trajo de vuelta al mundo mientras
yo seguía embobada con la puerta cerrada a mis espaldas. Su compañera de habitación
se había ido una semana antes. "Me esperaré", respondí con cierto
tembleque en la voz. Me miró, me derretí, no podía con esos ojos tan hermosos.
"¿Esperarte a qué?". Sonreí y levanté mi mano, mostrándole el
brazalete que me había regalado meses antes.
Su cara de incomprensión me hizo
achinar los ojos de forma dulce.
"Me esperaré a que tú puedas
hacer esas pruebas también, quiero estudiar contigo". Escondí mis manos
tímidamente tras mi espalda y ladeé la cabeza de forma inocente.
Sabía que Jessica había renunciado a su sueño cuando estuvo con Taeyeon, pero yo haría que volviera a luchar por ello. Ese sueño, ser cantante, fue el que le hizo crecer y no llorar nunca. Debía conseguir que su vida volviera a iluminarse con esa decisión. "Quiero estudiar música contigo", confesé, sentándome en el borde de su cama.
Esperaba con todo mi corazón que dijera que sí.
Sabía que Jessica había renunciado a su sueño cuando estuvo con Taeyeon, pero yo haría que volviera a luchar por ello. Ese sueño, ser cantante, fue el que le hizo crecer y no llorar nunca. Debía conseguir que su vida volviera a iluminarse con esa decisión. "Quiero estudiar música contigo", confesé, sentándome en el borde de su cama.
Esperaba con todo mi corazón que dijera que sí.
"¿Por qué?". Su pregunta
me hizo suspirar con resignación.
"Papá y mamá quieren enviarme
sola a Estados Unidos para que estudie música. No les gustan las universidades
musicales de Corea y...". Un repentino abrazo me hizo callar, sonrojándome
notoriamente. Bajé la vista nerviosa, mirándola.
Parpadeé un par de segundos antes de tragar saliva. "¿Sooyeon...?". Ella enterró su rostro entre mis pechos y negó con la cabeza sin decir nada. "¿Qué ocurre?".
Parpadeé un par de segundos antes de tragar saliva. "¿Sooyeon...?". Ella enterró su rostro entre mis pechos y negó con la cabeza sin decir nada. "¿Qué ocurre?".
El silencio invadió la habitación
y acaricié sus cabellos. Alzó los hombros con un extraño espasmo y me alarmé,
no quería que llorara, no, no, no.
"No te vayas..."
La sentí temblar y noté cómo mi
corazón desaparecía de mi pecho para abrazar al suyo. Que me parta un rayo si
acaso había una relación de hermanas más hermosa que la nuestra.
Tragué saliva, sorprendida y asustada, nunca antes había visto a Jessica tan frágil... incluso cuando me pidió mil veces perdón al abandonarme por Taeyeon. Incluso en ese entonces aún tenía un poco de fuerza para mirarme a los ojos.
¿De qué se sentía culpable? "Si te vas... me voy a quedar sola para siempre..."
Tragué saliva, sorprendida y asustada, nunca antes había visto a Jessica tan frágil... incluso cuando me pidió mil veces perdón al abandonarme por Taeyeon. Incluso en ese entonces aún tenía un poco de fuerza para mirarme a los ojos.
¿De qué se sentía culpable? "Si te vas... me voy a quedar sola para siempre..."
Quise besarla para acallar sus
estúpidas palabras, y de hecho iba a hacerlo.
La miré, sus ojos estaban acuosos,
a punto de desbordar lágrimas de culpabilidad por algo que no acababa de
comprender. Por favor, deja de mirarme
así... Mordí mi labio inferior y me acerqué a sus labios, incluso sentí cómo
su rostro se deslizaba por mis manos acercándose a mí con lentitud. Si en ese
momento hubiera sabido que ella sentía lo mismo que yo, la habría besado con
desesperación e incluso desnudado.
Total, ¿quién tenía que venir a molestarnos?
Total, ¿quién tenía que venir a molestarnos?
"¿Señorita Jung?". Ambas
nos separamos asustadas y miramos el doctor que llamó a Jessica por nuestro
apellido.
Nuestro...
"Tenga, guarde ese papel, es
importante". El hombre sonrió cálidamente. "Espero que tenga más
cuidado la próxima vez, hay muchas chicas jóvenes que acaban en el mundo de
Dios por una imprudencia como esta". Mi hermana le envió una mirada fría y
bajó de la cama, agarrando su maleta y abriendo la puerta con fuerza.
El pomo de esta golpeó contra la pared y el doctor me miró. Hice una reverencia nerviosa y me fui en busca de Jessica, agarrando su mano antes de que saliera sola a la calle. "Por favor, espérame. No lo ha dicho con mala intención, Sooyeon...".
El pomo de esta golpeó contra la pared y el doctor me miró. Hice una reverencia nerviosa y me fui en busca de Jessica, agarrando su mano antes de que saliera sola a la calle. "Por favor, espérame. No lo ha dicho con mala intención, Sooyeon...".
"Suéltame". Su voz fría
me asustó. Miré su espalda mientras soltaba mi mano y se perdía por la leve
pendiente que daba esa acera antes de atravesar y llegar al parking de taxis.
Me quedé quieta y confundida.
¿Por qué me había contestado de esa forma? ¿Dónde iría a vivir? ¿Por qué me dio tanto miedo? ¿Por qué... me dio la sensación de que iba a besarme? ¿Por qué?
¿Por qué me había contestado de esa forma? ¿Dónde iría a vivir? ¿Por qué me dio tanto miedo? ¿Por qué... me dio la sensación de que iba a besarme? ¿Por qué?
Jessica me pidió que no me fuera
pero era ella quien se había separado ahora.
A veces era tiernamente infantil,
aunque en esa ocasión de tierna no tenía nada, estaba realmente enfadada con el
comentario de ese hombre. Dios, ¿realmente existía alguien así como para hacer
que las personas creyeran ciegamente en él y rechazaran a la gente que no era
como ellos? ¿Cómo habría sido nuestra vida si a Jessica no le gustaran las
mujeres? ¿Papá y mamá la hubieran aceptado como la buena hija ejemplar que
demostraba ser?
Solo por ese mísero detalle mi hermana había sufrido un trato horrible... Aún no sé cómo se mostraron tan retorcidos como para dejarla vivir en nuestra casa y machacarla todo el día con comentarios groseros y violentos.
Solo por ese mísero detalle mi hermana había sufrido un trato horrible... Aún no sé cómo se mostraron tan retorcidos como para dejarla vivir en nuestra casa y machacarla todo el día con comentarios groseros y violentos.
Habría sido mucho más feliz si la
hubieran dejado ser libre y vivir por su cuenta, aunque eso significara estar
separadas.
Yo solo quería lo mejor para mi
hermana.
"¿Escuchaste el nuevo rumor de las hermanas Jung? ¿Sabes que las
hermanas Jung...? ¿Y si las hermanas Jung...? ¿Pero esas dos no son aquellas
cantantes tan famosas? ¿Las hermanas Jung mantienen una relación
incestuosa?". La verdad es que me esperé otra clase de bienvenida pero
el primer día de clases en la universidad nos acribillaron a preguntas que
hubiera preferido evitar.
Siempre creí que al ser cantantes ya relativamente famosas la gente nos pararía por el pasillo para pedirnos autógrafos o fotografías, pero no, solo se limitaban a molestarnos porque íbamos tomadas de la mano.
Siempre creí que al ser cantantes ya relativamente famosas la gente nos pararía por el pasillo para pedirnos autógrafos o fotografías, pero no, solo se limitaban a molestarnos porque íbamos tomadas de la mano.
¿Cuántas chicas iban así por los
enormes pasillos de esa universidad? ¿Por qué yo no podía disfrutar un poco de
mi hermana? Aunque fuera un simple roce...
Esos años se me hicieron muy largos, pero estudiaba lo que quería, y lo hacía junto a Jessica. Recordaba sus palabras a menudo "la música es mi mejor amiga, ella me ayuda a sonreír", e intentaba repetirme esa misma frase en mi cabeza, pero todo cambiaba cuando dejaba a mi mente vagar libre. Jessica es mi hermana, pero la amo más que a nadie. Ella es mi música y ella es la única que me hace sonreír.
Esos años se me hicieron muy largos, pero estudiaba lo que quería, y lo hacía junto a Jessica. Recordaba sus palabras a menudo "la música es mi mejor amiga, ella me ayuda a sonreír", e intentaba repetirme esa misma frase en mi cabeza, pero todo cambiaba cuando dejaba a mi mente vagar libre. Jessica es mi hermana, pero la amo más que a nadie. Ella es mi música y ella es la única que me hace sonreír.
Compartíamos habitación, algo que
agradecí eternamente; aun así, la gente no solía dejarnos tranquilas hasta que el
sueño les ganaba.
Nuestra estancia era el lugar más tranquilo y deseábamos, al menos yo con todas mis fuerzas, que las clases pasaran rápido para poder encerrarme con ella y tumbarme en su cama.
Nuestra estancia era el lugar más tranquilo y deseábamos, al menos yo con todas mis fuerzas, que las clases pasaran rápido para poder encerrarme con ella y tumbarme en su cama.
Sus sábanas olían tan dulce que me
dormía con rapidez.
"Soojung... es mi
cama...". Solía tirar de mi mano hablando de forma infantil y adormilada,
era tan tierna que con penas y trabajos podía aguantar mis ganas de abrazarla y
tratarla como a un peluche. Los años en la universidad le hicieron bien, poco a
poco volvía a ser la misma Jessica de siempre, fría con los demás, pero un
ángel conmigo.
"Oye Sooyeon...". Me
atreví a preguntar lo que durante tanto tiempo vagaba por mi cabeza. No sabía
si lo estaba haciendo bien o no, pero era mi hermana, ¿qué podía pasar?
"¿Cómo descubriste que te gustaban las mujeres...?". Sentí su peso presionar
suavemente la cama. La miré despegando mi rostro de su almohada y ella me
acarició la espalda. Se sentó a mi lado, mirándome en silencio antes de
responder. "Siempre supe que era diferente, Soojung. A veces pienso que no
pertenezco a este mundo, que debería estar en otra dimensión o espacio temporal".
Su voz sonó ronca, suave, como los susurros que yo le soltaba en el oído para
despertarla cada mañana. "Empecé a verme distinta cuando en primaria todas
las niñas perdían el culo por ese actor, Jang Geunsuk, mientras que yo siempre
me fijaba en las protagonistas femeninas. Las veía hermosas, a todas, y me
interesaba más ir con los niños simplemente porque así podía elegir a las
mujeres y contemplar sus fotografías en el papel".
Su sinceridad me erizó la piel,
algo parecido ocurría conmigo, pero solo cuando ella estaba cerca. Tener a mi
hermana a dos centímetros de mí me hacía mirarla con unos ojos distintos a los
que normalmente tenía. Según la gente, estos brillaban; mis compañeras de ensayo
me decían con frecuencia que parecía enamorada de ella, que mi mirada era la de
una completa chica embelesada por alguien muy bello.
No se equivocaban.
"Luego en secundaria empecé a
sentirme aún más distinta. Apareció Yuri, y también la profesora Kwon, su
madre. Las miraba y sentía tales cosquilleos en mi vientre que empecé a
preocuparme de verdad; tenía sueños eróticos con ellas... con las dos".
Sus ojos se cerraron, quizás era mejor que dejara de hablar, recordar a Yuri le
dolía, lo sabía. "Sooyeon... yo...".
Se tumbó a mi lado pero me dio la espalda, suspiré contra su nuca y la abracé, durmiéndome con parte de mi rostro escondido en su cuello. Cómo deseaba poder mover mis manos de su cintura y colarlas por debajo su ropa.
Se tumbó a mi lado pero me dio la espalda, suspiré contra su nuca y la abracé, durmiéndome con parte de mi rostro escondido en su cuello. Cómo deseaba poder mover mis manos de su cintura y colarlas por debajo su ropa.
Aunque fuera una simple caricia en
su piel desnuda.
Últimamente los estudios nos
habían distanciado, estábamos en exámenes finales y esas agradables tardes, sin
trabajo y metidas ambas dentro de una bañera las anhelaba. Mucho.
Demasiado.
Me gustaba enjabonarle la espalda
y el cabello. Me gustaba enredar mis dedos en su suave y sedosa cabellera rubia
como el sol, dorada como el brillo más puro. Me gustaba masajearle las sienes
para que se relajara, y ver como cerraba los ojos, quedando medio dormida.
Tuve muchas oportunidades para tocarla, pero no lo hice. Quizás por cobardía o por respeto, pero mis fantasías ya cumplían la función de hacer lo que realmente quería hacer: tocarla.
Tenía veintiún años y comenzaba a sentirme necesitada
del placer carnal que teníamos prohibido entre nosotras.
Tuve muchas oportunidades para tocarla, pero no lo hice. Quizás por cobardía o por respeto, pero mis fantasías ya cumplían la función de hacer lo que realmente quería hacer: tocarla.
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