Hacía años que no veía a mi
hermana sonreír de manera tan sincera. Sus ojos achinados y esos labios
inmovilizados en una sonrisa permanente me hacían sonreír de manera automática.
Habíamos acabado la universidad con nuestros sueños a nada de poder cumplirse.
Solo debíamos esperar a que alguien nos viera y nos llevara lejos de nuestra
familia... ¿Qué tal Estados Unidos? ¿O Japón?
Automáticamente nuestras amigas aparecieron en mi cabeza. Solo cuando Jessica
rodeó mi cuello con uno de sus delgados brazos, fue que regresé al mundo de los
vivos.
Me gustaba esa voz chillona que
demostraba que se había pasado con el alcohol.
Me daba tirones alocados, chillaba
como nunca y saltaba al ritmo de la música a pesar de llevar un largo y
elegante vestido.
Era una fiesta formal, pero el director de la universidad aceptó poner un poco
de marcha al haber entregado todos los títulos y felicitado a los estudiantes
graduados uno por uno. Incluso él lo disfrutaba junto con el resto de
profesores. Eran buena gente a pesar de reñirnos durante todo el curso...
muchas veces por habernos dormido en clase; las dos.
"¿Quieres ir a dormir? Te veo aburrida, hermanita". Picó mi mejilla
de forma algo brusca, clavándome su uña en mi piel, no me importó.
Negué con la cabeza, ¿cómo podía dejarla sola? "Estoy bien Sooyeon, me
quedaré a tu lado". Sonrió de manera socarrona y me sonrojé, ¿cómo podía
ser tan bonita incluso estando medio-borracha? "Esperaba que me dijeras
que sí, yo quiero irme a la cama... contigo".
Cuán inocente fui al no
malinterpretar esa frase.
Entramos; yo quise encender la luz
pero el tirón que Jessica le dio a mi brazo me hizo caer sobre la cama, bajo su
cuerpo. En ningún momento quise soltarla por miedo a que tropezase con tantas
eses que daba. Era graciosa verla así, pero no era saludable.
Su risa se fue volviendo una
sonrisa hasta quedar simplemente en una curvatura leve, una fina línea sensual que
me causaba un sonrojo intenso en mis mejillas. Quizás no podía verlo, pero
sentía el calor en ellas.
Jessica me miró con los ojos brillantes y, a pesar de la oscuridad de la
habitación, yo pude verme reflejada en esos orbes tan preciosos de color café.
Poco a poco su mirada fue tomando un tono similar al del fuego; parecía que su
objetivo era derretirme.
Mi cuerpo actuó antes que mi mente
y cuando me di cuenta mis manos ya se habían enredado entre sus largas ondas
doradas, haciendo presión en su cabeza para unirme con rapidez a sus labios.
¿Cuántos besos le había robado desde que había empezado a hacerlo? Miles y
miles de besos que solo yo disfrutaba.
¿Cómo reaccionaría ella si supiera que la he estado besando cada noche que he
podido? ¿Me odiaría? ¿O... quizás me correspondería como lo estaba haciendo
ahora?
Jessica estaba aceptando mi beso
metiendo sin permiso su lengua en mi boca, algo me decía que iba a perder el
uso de razón esa noche.
Sus besos eran cálidos, calientes,
incluso demasiado para mantenerme consciente de todo lo que hacía.
Mis manos acariciaron su espalda, colándose por el cierre de su largo vestido
que había abierto lentamente, sintiendo el frío de la cremallera en las yemas
de mis dedos.
Su piel era demasiado suave para dejar
de acariciarla y mis dientes se habían posado en uno de sus hombros, mordiéndolo
con fuerza, con hambre. ¿Hasta cuándo podría aguantar? Entre mis piernas sentía
un calor desconocido para mí y, a pesar de que sabía qué era lo que estaba
pasando en mi cuerpo, no sabía cómo reaccionar a ello.
Ni siquiera supe cuándo fue que mis manos comenzaron a bajar su vestido por sus
hombros.
La luz de la luna se colaba por la
ventana de la habitación, produciendo un pequeño destello de luz azul cuando la
cortina lograba volar a causa del pequeño espacio que teníamos al lado de la
ventana. Decidimos arreglarlo al entrar en la universidad, pero ese agujero
vertical y estrecho seguía haciendo de las suyas por lo perezosas que éramos.
Que se ocuparan de arreglar ese desperfecto los nuevos estudiantes que tomaran
esa habitación.
El peso sobre mis caderas atrajo
mi atención. Mi hermana comenzó a desnudarse frente a mí, mostrándome un
sensual sujetador negro que resaltaba más aún sus pechos. Un momento, ¿Jessica
siempre los había tenido tan... grandes? Parpadeé un par de veces, intentando convencerme
de que no era un sueño, sino que realmente mis manos estaban sobre sus senos,
apretándolos con torpeza y cariño.
Esos montes todavía cubiertos llenaron el espacio entre mis dedos y mis uñas
arañaron suavemente la tela antes de deslizar mis dedos hasta su espalda,
buscando el cierre y rezando para no hacer el ridículo. Quería desabrochárselo
cuanto antes.
Tuve suerte, el sujetador quedó en
el suelo.
"Soojung...". Aquél
susurro me hizo sentir mil mariposas revoloteando como locas. No contesté,
necesitaba controlar mi respiración sino quería terminar hiperventilando.
"¿Es tu primera vez... cierto?". Sus manos agarraron las mías y me
las acarició antes de colocarlas sobre sus pechos desnudos.
Las movió a su antojo, haciendo que la masajeara en movimientos simétricos y
lentos.
Al sentarme en la cama sentí los
dedos de Jessica enredarse en mis oscuras hebras, apretándome contra su cuerpo.
Excitantes tirones suaves en mi
pelo me incitaban a comérmela con unas ganas que no eran propias de mí. Mi boca
estaba actuando por voluntad propia, ayudada de sus manos, ahogándome de forma
placentera entre sus pechos. Podía sentir su aroma, su dulce respiración
entrecortada, su sensual espalda arqueándose cada vez que chupaba uno de sus
pezones. ¿Realmente le provocaba tanto placer? Quería pensar que era mejor que
Yuri o Taeyeon, quería pensar que mi hermana estaba disfrutando de verdad.
¿Cómo debió ser su primera vez? Me
sentí celosa cuando supe que Yuri se había encargado de quitarle la pureza de
su cuerpo.
Un repentino empujón me volvió a
tumbar en la cama. Sus manos aprisionaron mis muñecas contra la almohada y
sentí la necesidad de zafarme de ese agarre para besarla; la tenía cerca, pero
no lo suficiente como para tocar sus labios.
Tragué saliva y permanecí callada. Sus labios se pegaron en mi cuello y sentí
sus pechos desnudos contra la fina tela de mi vestido azul.
Incluso sentía su corazón palpitar
al mismo ritmo frenético que lo hacía el mío. Era una competición.
Suspiré profundamente y cerré los
ojos, notando una suave descarga eléctrica que bajaba desde mi nuca hasta mi
espalda baja. Ya no probé de liberarme otra vez, simplemente me dejé hacer,
quería saber cómo se sentía hacer el amor por primera vez, y por fin mi sueño
prohibido se estaba cumpliendo.
Me importaba un comino que Jessica estuviera medio ebria, eso solo le daba más
sinceridad a sus acciones.
Una de sus manos me soltó y sentí
sus largos y finos dedos recorrer mi costado derecho en busca de la cremallera
del vestido. La bajó tan lentamente como yo lo hice con la suya. Maldición, eso
era una completa tortura. Perdóname por
haberte hecho sufrir de esa forma hace unos minutos.
Volví a tragar saliva, esta vez de manera más sonora al tiempo que sentía temblores
en mi labio inferior; me lo mordí, aprisionando un suave gemido en mi boca al
sentir sus dedos colarse por el cierre de mi vestido. Tenía a una mujer hermosa
frente a mí a punto de hacerme suya, y yo no sabía cómo reaccionar sin parecer
idiota.
Suspiré sonoramente al sentir que
la tela bajaba por mi cuerpo, pasando por mis pechos, mi abdomen, mis muslos y
seguidamente mis piernas. Lo quitó de un tirón seco, siguiendo con mis tacones.
Mi ropa interior molestaba.
Enredé mi mano libre de nuevo en
su cabello y la besé, pegándola a mis labios con la misma intensidad de antes.
Su saliva era extremadamente
caliente, excitante. Su lengua hambrienta me hacía suspirar a cada segundo y
mis ganas de ser suya aumentaban con el paso de los minutos. ¿Cuánto tiempo
estuvimos besándonos? Perdí la noción de la realidad hasta sentir su mano entre
mis piernas.
Gemí fuerte, no pude evitarlo.
Me daba vergüenza escucharme de
esa manera tan obscena, diciendo de todo pero sin formular ni una palabra o
frase coherente. Todo estaba en el tono en que salían mis gemidos. Inexpertos,
temerosos del dolor que pudiera sentir. "No te preocupes, no te haré
daño". Jessica siempre era tan delicada... Me sentía afortunada de ser su
hermana, aunque a veces me doliera tener que mentirle o elegir a mis padres en
vez de a ella. Me sentía mal, pero lo hacía para el bien de ambas.
Egoísta.
Siguió tocándome, pasando uno de
sus dedos por entre mis pliegues vírgenes. Siempre había pensado que era mejor
hacerlo por primera vez con una persona de tu mismo sexo. Las mujeres se
conocen mejor de lo que pueden llegar a hacerlo los hombres, y con el paso de
los años yo había acabado identificándolos como criaturas groseras, sedientas, sin
tacto y sin ningún tipo de sentimiento más allá que el de autosatisfacerse.
Cerré los ojos y arqueé la
espalda, estaba entrando.
Jessica lo hacía tan lentamente
que quise golpearla con la almohada y gritarle que entrara más rápido, pero
todo se quedó en un estúpido y gracioso pensamiento.
Volví a tragar saliva cuando sentí su dedo dentro de mí por completo. No sabía
cuál era, si el índice o el corazón... apostaba más por el segundo, la presión
en los costados de mi entrada por ambos lados me decía que... "¡Oh
Dios!". Tapé mi boca rápidamente al gemir esas palabras. Se estaba
moviendo dentro de mí de una manera tan lenta que me hacía sentir un placer
extraño en mi interior. "Di mi nombre... no te calles". Me ordenó de
forma gutural, ¿cómo podía resistirme a los encantos de esa princesa gélida que
me miraba con ojos de fuego?
Éramos una misma alma partida a la
mitad, dividida entre dos cuerpos que quisieron ser uno esa noche. La tentación
de tener a su corazón latiendo al mismo ritmo nervioso y torpe que el mío era
tan fuerte que acabé abrazándola con necesidad, pegándola a la mi cuerpo,
enterrando mis uñas en su espalda desnuda.
"Sooyeon...". Mi diestra se acercó a una de sus mejillas y la
acaricié, acercándola a mis labios para poder besarla nuevamente. Necesitaba
sentir que correspondía a mis besos con las mismas ganas con que yo la besaba.
Sus labios eran demasiado dulces y suaves como para no comérmelos, y me daba
igual si al despertar los tenía hinchados y rojos.
Jessica salió de mí con suavidad y
terminó de desnudarme, tocando mis senos de manera delicada. ¿Ella había tocado
así a Yuri y a Taeyeon? Como no controlara mi estúpida envidia, esta iba a
estropear el ambiente romántico e íntimo que estábamos creando las dos.
Inspiré profundamente antes de
cerrar los ojos y solté un suave gemido con su nombre al sentir su boca entre
mis pechos. Me gustaban los besos ahí, quería que mi escote fuera su lugar
preferido para besarme, incluso más que mis labios.
Mis manos temblorosas bajaron por
su espalda y tiraron del borde de su sexy ropa interior, la única prenda que
quedaba entre nosotras dos. "No...". Dejó de besarme al acto y me
miró con cierta preocupación en sus ojos. "N-No sé qué debo hacer...".
Mis mejillas ardieron al instante, era vergonzoso tener que confesar algo así.
Quería que nuestra noche fuera perfecta. "Tú solo déjate hacer...".
Un susurro sobre mi oído me hizo cerrar los ojos al instante, un millón de
chispas aparecieron dentro de mi cuerpo y sin darme cuenta fui bajando su ropa
interior. Se la quité, estábamos completamente desnudas.
Sobre mí tenía a esa mujer en una
postura demasiado sugerente, mirándome fijamente. Me vas a derretir...
Ella separó mis piernas y me tapé
el rostro al instante. Oí como se reía, pero no de forma burlona, sino más bien
de manera tierna. Creo que el alcohol se había disipado por completo de su cuerpo,
¿no? Agradecía la oscuridad del lugar pero aun así me sentía demasiado
observada; era una sensación extraña y excitante al mismo tiempo.
Quise cerrar mis piernas, mantenerme tímida frente a ella. ¿Por qué engañarle?
Temía que ahora que me había puesto nerviosa, eso doliera.
"Eres hermosa...".
Susurró al tiempo que yo sentía cómo se acomodaba entre mis piernas con su
intimidad rozando la mía. Me tapé la boca al oírme gemir sin que pudiera
evitarlo. ¿Cómo una sensación tan placentera me la podía dar mi hermana de esa
manera?
Comenzó a moverse, rozándose contra mí, frotando sexo con sexo, jadeando sobre
mis labios.
Me llenó el cuello de besos, de
chupetones y de lamidas cálidas. Su saliva ardiente se paseó por mi piel y su
lengua experta en hacerme temblar abusó de mis oídos, haciéndome gemir
incansablemente.
Mis manos se acomodaron sobre su espalda y la apreté más a mí. Nuestros pechos
se rozaban, podía sentir sus pezones duros e inquietos sobre los míos,
chocando, pasando por mi piel sin descanso. Jessica gemía fuerte a cada nueva embestida
que me daba; su voz era solo para mí, solo ella podía llenar esa habitación con
sus sensuales grititos de placer que me volvían loca. Tragué saliva, tenía la
boca seca de tanto jadear y gemir, pronto su humedad comenzó a crecer entre mis
piernas.
¿O quizás era la mía?
Mi vista se nubló al tiempo que
arqueaba mi espalda en un intento por buscar más contacto.
Sus caderas me dominaban,
empujando contra mí, embistiéndome como una loba que se comía con hambre a su
presa. Tiré de su labio inferior y mis ojos se humedecieron por el placer.
Su clítoris hinchado y jugoso jugaba contra el mío; podía sentir como nuestras
pieles húmedas se despegaban, provocando un pervertido sonido al tiempo que
volvían a pegarse. El ambiente era tan caliente que mis mejillas seguramente
estaban más calientes que dos brasas. "¡Si Sooyeon, si...! Más, más
Sooyeon, más...". Mis caderas se movían al ritmo que ella impuso, chocando
contra las suyas, buscando su intimidad para seguir notando ese pequeño botón
excitado y palpitante que me rozaba con hambre.
Tiré de sus cabellos y arañé su
espalda, enterrando mis uñas en su piel. "Sooyeon... Sooyeon...". No
pude parar de decir su nombre durante toda la noche. "Sooyeon dame más...
más fuerte...".
"Soojung...". Y ella
tampoco.
De pronto, su cuerpo empezó a
moverse de manera frenética, rozándose contra mí con rudeza. Me encantaba, eso
era mucho mejor que tocarse una misma.
Tiré fuerte de sus cabellos y ella hizo lo mismo, nos besamos con una
intensidad diferente a la de antes; su salvaje lengua se ocupó de invadir mi
boca y ni siquiera me di cuenta de que terminé llegando al escuchar su esplendoroso
orgasmo contra mis labios. Se contrajo, lo noté; y sus espasmos golpearon mis
caderas hasta que se calmó.
Envidiaba a Taeyeon y a Yuri por
el simple hecho de haberla podido disfrutar de esa manera mucho antes que yo.
"Te amo...". Susurré.
"Aún no". Me extrañé. Quise encender la luz con el interruptor que
tenía relativamente cerca de mí pero me agarró la mano y me la besó,
humedeciendo mis dedos con su traviesa lengua. Se los metió a la boca, yo me
sonrojé.
Sus ojos brillaban.
"Eso se dice cuando las
parejas han terminado... pero tú y yo solo acabamos de empezar". Oh si... Pensé, pero... "Espera, ¿tú
y yo somos una pareja?". Se separó de mí, maldije ese momento en el que
creí que no seguiríamos.
Me miró en silencio sentada en mis
caderas al tiempo que arañaba suavemente mi abdomen con sus uñas.
"Quiero que lo seamos".
En ese momento sentí como mi
corazón se paraba.
No le respondí, pero ella sabía
que aceptaba, su sonrisa me lo confirmaba. Jessica estaba feliz, y la mejor
manera que tuvo de demostrármelo fue tomándome desprevenida una vez más. Con
toda la soltura del mundo —una
desconocida para mí hasta ese momento—
se tomó la libertad de colocar su intimidad contra mi rostro mientras ella buscaba
la mía con el suyo. En ese momento creí morir; qué bien sabía mover su lengua
entre mis pliegues, joder. "No me hagas esperar más, sigue mis
movimientos, Soojung… cómeme". Tragué saliva nerviosa y mis manos se
posaron en su trasero, apretándolo, masajeándolo a la vez que presionaba sus
nalgas hacia abajo para que ella se acercara un poco más a mí, pudiendo así atrapar
su clítoris entre mis labios.
La saboreé lentamente y la humedad
en mi sexo aumentó como una fuente. Estaba tan empapada.
Suspiré de manera sonora y ella
gimió sobre mi zona más preciada, empezando una cadena de gemidos que duró
hasta que dejé de prestarle atención a ello.
Su centro tenía un sabor especial. Me gustaba suspirar sobre su intimidad,
succionarla y provocar ruidos sonoros que me excitaban a meter mi lengua dentro
de ella.
Cuando bajé mis labios en busca de su clítoris la punta de mi nariz rozó sus
pliegues; olía tan bien.
Sentí sus manos separarme nuevamente
las piernas y noté sus dedos entrar lentamente en mí. Gemí de placer.
Curiosa como era yo, copié su manera de tocarme y la penetré. Era la primera
vez que mis dedos entraban en una de esas cuevas y… Dios qué calor me entró de
golpe al notarlos apretados. Su interior palpitaba tan rápido como lo hacía mi
corazón.
"Sigue Soojung, sigue, no
dejes de hacer eso...". ¿Quién me iba a decir a mí que una lengua contra
su clítoris le haría sentir de esa forma? Jessica era una escandalosa, y eso me
encantaba. Me importaba un comino si alguien nos podía oír, aunque sinceramente
lo dudaba debido a la fuerte música de la fiesta que estaban dando en la
universidad. Gemí fuerte cuando sus dientes atraparon mi clítoris y la punta de
su lengua jugó con él, rozando el borde de mi capuchón. Oí una leve risa.
"Es tan tímido...". Lo tocó con sus dedos, masajeándolo, provocándome
espasmos involuntarios que me hicieron apretar los dedos de mis pies contra las
sábanas.
Mis caderas la alzaron un par de
veces y oí como seguía riéndose coquetamente. Ansiaba ver sus ojos de nuevo.
Arañé sus nalgas y quise que
siguiera lamiéndome de esa forma tan pervertida por lo que volví a pegar mis
labios contra su entrepierna. El gemido más agudo de todos salió de su garganta
y sonreí con orgullo.
Estaba haciendo que mi hermana
gimiera con toda su voz, y aquello era algo que iba a guardar en mi mente para
siempre.
"Soojung, Soojung...".
Sus suspiros sobre mi entrepierna me hicieron arquear la espalda y sentir la
misma sensación de mil bombas explotando dentro de mí al acercarme al orgasmo.
Quería terminar en su boca y que ella hiciera lo mismo. "Juntas, Soojung...".
Cerré fuerte los ojos y chillé sin control.
No creí que pudiera acabar tan
intensamente rápido.
Jessica siempre había destacado
por su pésima resistencia en deportes, tenía una fuerte anemia y se cansaba con
rapidez, pero esa noche llegué a pensar que se había tomado una bebida
energética, o dos, o quizás incluso tres. ¿Cómo podía seguir tocándome y
haciéndome gemir de esa manera? Eran ya dos veces las que habíamos terminado
pero creo que las matemáticas tampoco eran su fuerte. "¿M-Más...?".
Pregunté asustada, a la mañana siguiente no podría levantarme de la cama, lo
sabía.
Ella solo sonrió de manera coqueta.
"No quiero dormir en toda la
noche". Qué paradoja, ella, la reina del sueño diciéndome tales cosas.
Me tocó al tiempo que entraba de manera
profunda, penetrándome con delicadeza y hambre al mismo tiempo. Su lengua
contra la mía me hacía suspirar y al cerrar los ojos todas las sensaciones se
multiplicaban por mil.
Yo... amaba a Jessica. La amaba, y
lo haría hasta el final de mis días.
Abrí los ojos al ver que se había parado y bajé la vista. Se había quedado
dormida en mi pecho, con el ceño tranquilo, sin arrugas. Sus labios
entreabiertos soltaban la suave respiración de su cuerpo y con torpeza saqué
sus dedos de mi interior. Jessica solía dormirse al instante.
Sonreí, acariciando sus cabellos,
besándole la frente con ternura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario