jueves, 19 de noviembre de 2020

On Your Lips | Capítulo 4


Buenas noches pequeños fantasmas, ¿todo bien?

Finalmente traigo un nuevo capítulo corregido de este MiniFic al que tanto amo. Sí, soy muy lenta, pero he tenido demasiado cosas que hacer estas últimas semanas y me ha sido imposible preparar entradas más bien largas —excepto lo que ya tenía preparado, claro está. Espero sinceramente poder traer pronto nuevo contenido, pero hasta entonces, os dejo con el capítulo cuatro de "On Your Lips".

¡Disfrutadlo!

Capítulo 3 | Capítulo 4 | Capítulo 5

[ATENCIÓN. ESTE CAPÍTULO CONTIENE LEMON]

Si quieres leer, dale a...

CAPÍTULO 4

Hacía años que no veía a mi hermana sonreír de manera tan sincera. Sus ojos achinados y esos labios inmovilizados en una sonrisa permanente me hacían sonreír de manera automática.
Habíamos acabado la universidad con nuestros sueños a nada de poder cumplirse. Solo debíamos esperar a que alguien nos viera y nos llevara lejos de nuestra familia... ¿Qué tal Estados Unidos? ¿O Japón?
Automáticamente nuestras amigas aparecieron en mi cabeza. Solo cuando Jessica rodeó mi cuello con uno de sus delgados brazos, fue que regresé al mundo de los vivos.

Me gustaba esa voz chillona que demostraba que se había pasado con el alcohol.

Me daba tirones alocados, chillaba como nunca y saltaba al ritmo de la música a pesar de llevar un largo y elegante vestido.
Era una fiesta formal, pero el director de la universidad aceptó poner un poco de marcha al haber entregado todos los títulos y felicitado a los estudiantes graduados uno por uno. Incluso él lo disfrutaba junto con el resto de profesores. Eran buena gente a pesar de reñirnos durante todo el curso... muchas veces por habernos dormido en clase; las dos.
"¿Quieres ir a dormir? Te veo aburrida, hermanita". Picó mi mejilla de forma algo brusca, clavándome su uña en mi piel, no me importó.
Negué con la cabeza, ¿cómo podía dejarla sola? "Estoy bien Sooyeon, me quedaré a tu lado". Sonrió de manera socarrona y me sonrojé, ¿cómo podía ser tan bonita incluso estando medio-borracha? "Esperaba que me dijeras que sí, yo quiero irme a la cama... contigo".

Cuán inocente fui al no malinterpretar esa frase.

Entramos; yo quise encender la luz pero el tirón que Jessica le dio a mi brazo me hizo caer sobre la cama, bajo su cuerpo. En ningún momento quise soltarla por miedo a que tropezase con tantas eses que daba. Era graciosa verla así, pero no era saludable.

Su risa se fue volviendo una sonrisa hasta quedar simplemente en una curvatura leve, una fina línea sensual que me causaba un sonrojo intenso en mis mejillas. Quizás no podía verlo, pero sentía el calor en ellas.
Jessica me miró con los ojos brillantes y, a pesar de la oscuridad de la habitación, yo pude verme reflejada en esos orbes tan preciosos de color café. Poco a poco su mirada fue tomando un tono similar al del fuego; parecía que su objetivo era derretirme.

Mi cuerpo actuó antes que mi mente y cuando me di cuenta mis manos ya se habían enredado entre sus largas ondas doradas, haciendo presión en su cabeza para unirme con rapidez a sus labios. ¿Cuántos besos le había robado desde que había empezado a hacerlo? Miles y miles de besos que solo yo disfrutaba.
¿Cómo reaccionaría ella si supiera que la he estado besando cada noche que he podido? ¿Me odiaría? ¿O... quizás me correspondería como lo estaba haciendo ahora?

Jessica estaba aceptando mi beso metiendo sin permiso su lengua en mi boca, algo me decía que iba a perder el uso de razón esa noche.

Sus besos eran cálidos, calientes, incluso demasiado para mantenerme consciente de todo lo que hacía.
Mis manos acariciaron su espalda, colándose por el cierre de su largo vestido que había abierto lentamente, sintiendo el frío de la cremallera en las yemas de mis dedos.

Su piel era demasiado suave para dejar de acariciarla y mis dientes se habían posado en uno de sus hombros, mordiéndolo con fuerza, con hambre. ¿Hasta cuándo podría aguantar? Entre mis piernas sentía un calor desconocido para mí y, a pesar de que sabía qué era lo que estaba pasando en mi cuerpo, no sabía cómo reaccionar a ello.
Ni siquiera supe cuándo fue que mis manos comenzaron a bajar su vestido por sus hombros.

La luz de la luna se colaba por la ventana de la habitación, produciendo un pequeño destello de luz azul cuando la cortina lograba volar a causa del pequeño espacio que teníamos al lado de la ventana. Decidimos arreglarlo al entrar en la universidad, pero ese agujero vertical y estrecho seguía haciendo de las suyas por lo perezosas que éramos. Que se ocuparan de arreglar ese desperfecto los nuevos estudiantes que tomaran esa habitación.

El peso sobre mis caderas atrajo mi atención. Mi hermana comenzó a desnudarse frente a mí, mostrándome un sensual sujetador negro que resaltaba más aún sus pechos. Un momento, ¿Jessica siempre los había tenido tan... grandes? Parpadeé un par de veces, intentando convencerme de que no era un sueño, sino que realmente mis manos estaban sobre sus senos, apretándolos con torpeza y cariño.
Esos montes todavía cubiertos llenaron el espacio entre mis dedos y mis uñas arañaron suavemente la tela antes de deslizar mis dedos hasta su espalda, buscando el cierre y rezando para no hacer el ridículo. Quería desabrochárselo cuanto antes.

Tuve suerte, el sujetador quedó en el suelo.

"Soojung...". Aquél susurro me hizo sentir mil mariposas revoloteando como locas. No contesté, necesitaba controlar mi respiración sino quería terminar hiperventilando. "¿Es tu primera vez... cierto?". Sus manos agarraron las mías y me las acarició antes de colocarlas sobre sus pechos desnudos.
Las movió a su antojo, haciendo que la masajeara en movimientos simétricos y lentos.

Al sentarme en la cama sentí los dedos de Jessica enredarse en mis oscuras hebras, apretándome contra su cuerpo.

Excitantes tirones suaves en mi pelo me incitaban a comérmela con unas ganas que no eran propias de mí. Mi boca estaba actuando por voluntad propia, ayudada de sus manos, ahogándome de forma placentera entre sus pechos. Podía sentir su aroma, su dulce respiración entrecortada, su sensual espalda arqueándose cada vez que chupaba uno de sus pezones. ¿Realmente le provocaba tanto placer? Quería pensar que era mejor que Yuri o Taeyeon, quería pensar que mi hermana estaba disfrutando de verdad.

¿Cómo debió ser su primera vez? Me sentí celosa cuando supe que Yuri se había encargado de quitarle la pureza de su cuerpo.

Un repentino empujón me volvió a tumbar en la cama. Sus manos aprisionaron mis muñecas contra la almohada y sentí la necesidad de zafarme de ese agarre para besarla; la tenía cerca, pero no lo suficiente como para tocar sus labios.
Tragué saliva y permanecí callada. Sus labios se pegaron en mi cuello y sentí sus pechos desnudos contra la fina tela de mi vestido azul.

Incluso sentía su corazón palpitar al mismo ritmo frenético que lo hacía el mío. Era una competición.

Suspiré profundamente y cerré los ojos, notando una suave descarga eléctrica que bajaba desde mi nuca hasta mi espalda baja. Ya no probé de liberarme otra vez, simplemente me dejé hacer, quería saber cómo se sentía hacer el amor por primera vez, y por fin mi sueño prohibido se estaba cumpliendo.
Me importaba un comino que Jessica estuviera medio ebria, eso solo le daba más sinceridad a sus acciones.

Una de sus manos me soltó y sentí sus largos y finos dedos recorrer mi costado derecho en busca de la cremallera del vestido. La bajó tan lentamente como yo lo hice con la suya. Maldición, eso era una completa tortura. Perdóname por haberte hecho sufrir de esa forma hace unos minutos.
Volví a tragar saliva, esta vez de manera más sonora al tiempo que sentía temblores en mi labio inferior; me lo mordí, aprisionando un suave gemido en mi boca al sentir sus dedos colarse por el cierre de mi vestido. Tenía a una mujer hermosa frente a mí a punto de hacerme suya, y yo no sabía cómo reaccionar sin parecer idiota.

Suspiré sonoramente al sentir que la tela bajaba por mi cuerpo, pasando por mis pechos, mi abdomen, mis muslos y seguidamente mis piernas. Lo quitó de un tirón seco, siguiendo con mis tacones.

Mi ropa interior molestaba.

Enredé mi mano libre de nuevo en su cabello y la besé, pegándola a mis labios con la misma intensidad de antes.

Su saliva era extremadamente caliente, excitante. Su lengua hambrienta me hacía suspirar a cada segundo y mis ganas de ser suya aumentaban con el paso de los minutos. ¿Cuánto tiempo estuvimos besándonos? Perdí la noción de la realidad hasta sentir su mano entre mis piernas.

Gemí fuerte, no pude evitarlo.

Me daba vergüenza escucharme de esa manera tan obscena, diciendo de todo pero sin formular ni una palabra o frase coherente. Todo estaba en el tono en que salían mis gemidos. Inexpertos, temerosos del dolor que pudiera sentir. "No te preocupes, no te haré daño". Jessica siempre era tan delicada... Me sentía afortunada de ser su hermana, aunque a veces me doliera tener que mentirle o elegir a mis padres en vez de a ella. Me sentía mal, pero lo hacía para el bien de ambas.

Egoísta.

Siguió tocándome, pasando uno de sus dedos por entre mis pliegues vírgenes. Siempre había pensado que era mejor hacerlo por primera vez con una persona de tu mismo sexo. Las mujeres se conocen mejor de lo que pueden llegar a hacerlo los hombres, y con el paso de los años yo había acabado identificándolos como criaturas groseras, sedientas, sin tacto y sin ningún tipo de sentimiento más allá que el de autosatisfacerse.

Cerré los ojos y arqueé la espalda, estaba entrando.

Jessica lo hacía tan lentamente que quise golpearla con la almohada y gritarle que entrara más rápido, pero todo se quedó en un estúpido y gracioso pensamiento.
Volví a tragar saliva cuando sentí su dedo dentro de mí por completo. No sabía cuál era, si el índice o el corazón... apostaba más por el segundo, la presión en los costados de mi entrada por ambos lados me decía que... "¡Oh Dios!". Tapé mi boca rápidamente al gemir esas palabras. Se estaba moviendo dentro de mí de una manera tan lenta que me hacía sentir un placer extraño en mi interior. "Di mi nombre... no te calles". Me ordenó de forma gutural, ¿cómo podía resistirme a los encantos de esa princesa gélida que me miraba con ojos de fuego?

Éramos una misma alma partida a la mitad, dividida entre dos cuerpos que quisieron ser uno esa noche. La tentación de tener a su corazón latiendo al mismo ritmo nervioso y torpe que el mío era tan fuerte que acabé abrazándola con necesidad, pegándola a la mi cuerpo, enterrando mis uñas en su espalda desnuda.
"Sooyeon...". Mi diestra se acercó a una de sus mejillas y la acaricié, acercándola a mis labios para poder besarla nuevamente. Necesitaba sentir que correspondía a mis besos con las mismas ganas con que yo la besaba. Sus labios eran demasiado dulces y suaves como para no comérmelos, y me daba igual si al despertar los tenía hinchados y rojos.

Jessica salió de mí con suavidad y terminó de desnudarme, tocando mis senos de manera delicada. ¿Ella había tocado así a Yuri y a Taeyeon? Como no controlara mi estúpida envidia, esta iba a estropear el ambiente romántico e íntimo que estábamos creando las dos.

Inspiré profundamente antes de cerrar los ojos y solté un suave gemido con su nombre al sentir su boca entre mis pechos. Me gustaban los besos ahí, quería que mi escote fuera su lugar preferido para besarme, incluso más que mis labios.

Mis manos temblorosas bajaron por su espalda y tiraron del borde de su sexy ropa interior, la única prenda que quedaba entre nosotras dos. "No...". Dejó de besarme al acto y me miró con cierta preocupación en sus ojos. "N-No sé qué debo hacer...". Mis mejillas ardieron al instante, era vergonzoso tener que confesar algo así. Quería que nuestra noche fuera perfecta. "Tú solo déjate hacer...". Un susurro sobre mi oído me hizo cerrar los ojos al instante, un millón de chispas aparecieron dentro de mi cuerpo y sin darme cuenta fui bajando su ropa interior. Se la quité, estábamos completamente desnudas.

Sobre mí tenía a esa mujer en una postura demasiado sugerente, mirándome fijamente. Me vas a derretir...

Ella separó mis piernas y me tapé el rostro al instante. Oí como se reía, pero no de forma burlona, sino más bien de manera tierna. Creo que el alcohol se había disipado por completo de su cuerpo, ¿no? Agradecía la oscuridad del lugar pero aun así me sentía demasiado observada; era una sensación extraña y excitante al mismo tiempo.
Quise cerrar mis piernas, mantenerme tímida frente a ella. ¿Por qué engañarle? Temía que ahora que me había puesto nerviosa, eso doliera.

"Eres hermosa...". Susurró al tiempo que yo sentía cómo se acomodaba entre mis piernas con su intimidad rozando la mía. Me tapé la boca al oírme gemir sin que pudiera evitarlo. ¿Cómo una sensación tan placentera me la podía dar mi hermana de esa manera?
Comenzó a moverse, rozándose contra mí, frotando sexo con sexo, jadeando sobre mis labios.

Me llenó el cuello de besos, de chupetones y de lamidas cálidas. Su saliva ardiente se paseó por mi piel y su lengua experta en hacerme temblar abusó de mis oídos, haciéndome gemir incansablemente.
Mis manos se acomodaron sobre su espalda y la apreté más a mí. Nuestros pechos se rozaban, podía sentir sus pezones duros e inquietos sobre los míos, chocando, pasando por mi piel sin descanso. Jessica gemía fuerte a cada nueva embestida que me daba; su voz era solo para mí, solo ella podía llenar esa habitación con sus sensuales grititos de placer que me volvían loca. Tragué saliva, tenía la boca seca de tanto jadear y gemir, pronto su humedad comenzó a crecer entre mis piernas.

¿O quizás era la mía?

Mi vista se nubló al tiempo que arqueaba mi espalda en un intento por buscar más contacto.

Sus caderas me dominaban, empujando contra mí, embistiéndome como una loba que se comía con hambre a su presa. Tiré de su labio inferior y mis ojos se humedecieron por el placer.
Su clítoris hinchado y jugoso jugaba contra el mío; podía sentir como nuestras pieles húmedas se despegaban, provocando un pervertido sonido al tiempo que volvían a pegarse. El ambiente era tan caliente que mis mejillas seguramente estaban más calientes que dos brasas. "¡Si Sooyeon, si...! Más, más Sooyeon, más...". Mis caderas se movían al ritmo que ella impuso, chocando contra las suyas, buscando su intimidad para seguir notando ese pequeño botón excitado y palpitante que me rozaba con hambre.

Tiré de sus cabellos y arañé su espalda, enterrando mis uñas en su piel. "Sooyeon... Sooyeon...". No pude parar de decir su nombre durante toda la noche. "Sooyeon dame más... más fuerte...".

"Soojung...". Y ella tampoco.

De pronto, su cuerpo empezó a moverse de manera frenética, rozándose contra mí con rudeza. Me encantaba, eso era mucho mejor que tocarse una misma.
Tiré fuerte de sus cabellos y ella hizo lo mismo, nos besamos con una intensidad diferente a la de antes; su salvaje lengua se ocupó de invadir mi boca y ni siquiera me di cuenta de que terminé llegando al escuchar su esplendoroso orgasmo contra mis labios. Se contrajo, lo noté; y sus espasmos golpearon mis caderas hasta que se calmó.

Envidiaba a Taeyeon y a Yuri por el simple hecho de haberla podido disfrutar de esa manera mucho antes que yo.

"Te amo...". Susurré. "Aún no". Me extrañé. Quise encender la luz con el interruptor que tenía relativamente cerca de mí pero me agarró la mano y me la besó, humedeciendo mis dedos con su traviesa lengua. Se los metió a la boca, yo me sonrojé.

Sus ojos brillaban.

"Eso se dice cuando las parejas han terminado... pero tú y yo solo acabamos de empezar". Oh si... Pensé, pero... "Espera, ¿tú y yo somos una pareja?". Se separó de mí, maldije ese momento en el que creí que no seguiríamos.

Me miró en silencio sentada en mis caderas al tiempo que arañaba suavemente mi abdomen con sus uñas.

"Quiero que lo seamos".

En ese momento sentí como mi corazón se paraba.

No le respondí, pero ella sabía que aceptaba, su sonrisa me lo confirmaba. Jessica estaba feliz, y la mejor manera que tuvo de demostrármelo fue tomándome desprevenida una vez más. Con toda la soltura del mundo una desconocida para mí hasta ese momento se tomó la libertad de colocar su intimidad contra mi rostro mientras ella buscaba la mía con el suyo. En ese momento creí morir; qué bien sabía mover su lengua entre mis pliegues, joder. "No me hagas esperar más, sigue mis movimientos, Soojung… cómeme". Tragué saliva nerviosa y mis manos se posaron en su trasero, apretándolo, masajeándolo a la vez que presionaba sus nalgas hacia abajo para que ella se acercara un poco más a mí, pudiendo así atrapar su clítoris entre mis labios.

La saboreé lentamente y la humedad en mi sexo aumentó como una fuente. Estaba tan empapada.

Suspiré de manera sonora y ella gimió sobre mi zona más preciada, empezando una cadena de gemidos que duró hasta que dejé de prestarle atención a ello.
Su centro tenía un sabor especial. Me gustaba suspirar sobre su intimidad, succionarla y provocar ruidos sonoros que me excitaban a meter mi lengua dentro de ella.
Cuando bajé mis labios en busca de su clítoris la punta de mi nariz rozó sus pliegues; olía tan bien.

Sentí sus manos separarme nuevamente las piernas y noté sus dedos entrar lentamente en mí. Gemí de placer.
Curiosa como era yo, copié su manera de tocarme y la penetré. Era la primera vez que mis dedos entraban en una de esas cuevas y… Dios qué calor me entró de golpe al notarlos apretados. Su interior palpitaba tan rápido como lo hacía mi corazón.

"Sigue Soojung, sigue, no dejes de hacer eso...". ¿Quién me iba a decir a mí que una lengua contra su clítoris le haría sentir de esa forma? Jessica era una escandalosa, y eso me encantaba. Me importaba un comino si alguien nos podía oír, aunque sinceramente lo dudaba debido a la fuerte música de la fiesta que estaban dando en la universidad. Gemí fuerte cuando sus dientes atraparon mi clítoris y la punta de su lengua jugó con él, rozando el borde de mi capuchón. Oí una leve risa. "Es tan tímido...". Lo tocó con sus dedos, masajeándolo, provocándome espasmos involuntarios que me hicieron apretar los dedos de mis pies contra las sábanas.

Mis caderas la alzaron un par de veces y oí como seguía riéndose coquetamente. Ansiaba ver sus ojos de nuevo.

Arañé sus nalgas y quise que siguiera lamiéndome de esa forma tan pervertida por lo que volví a pegar mis labios contra su entrepierna. El gemido más agudo de todos salió de su garganta y sonreí con orgullo.

Estaba haciendo que mi hermana gimiera con toda su voz, y aquello era algo que iba a guardar en mi mente para siempre.

"Soojung, Soojung...". Sus suspiros sobre mi entrepierna me hicieron arquear la espalda y sentir la misma sensación de mil bombas explotando dentro de mí al acercarme al orgasmo. Quería terminar en su boca y que ella hiciera lo mismo. "Juntas, Soojung...". Cerré fuerte los ojos y chillé sin control.

No creí que pudiera acabar tan intensamente rápido.

Jessica siempre había destacado por su pésima resistencia en deportes, tenía una fuerte anemia y se cansaba con rapidez, pero esa noche llegué a pensar que se había tomado una bebida energética, o dos, o quizás incluso tres. ¿Cómo podía seguir tocándome y haciéndome gemir de esa manera? Eran ya dos veces las que habíamos terminado pero creo que las matemáticas tampoco eran su fuerte. "¿M-Más...?". Pregunté asustada, a la mañana siguiente no podría levantarme de la cama, lo sabía.

Ella solo sonrió de manera coqueta.

"No quiero dormir en toda la noche". Qué paradoja, ella, la reina del sueño diciéndome tales cosas.

Me tocó al tiempo que entraba de manera profunda, penetrándome con delicadeza y hambre al mismo tiempo. Su lengua contra la mía me hacía suspirar y al cerrar los ojos todas las sensaciones se multiplicaban por mil.

Yo... amaba a Jessica. La amaba, y lo haría hasta el final de mis días.
Abrí los ojos al ver que se había parado y bajé la vista. Se había quedado dormida en mi pecho, con el ceño tranquilo, sin arrugas. Sus labios entreabiertos soltaban la suave respiración de su cuerpo y con torpeza saqué sus dedos de mi interior. Jessica solía dormirse al instante.

Sonreí, acariciando sus cabellos, besándole la frente con ternura.

          Había sido la mejor noche de mi vida.

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