jueves, 20 de febrero de 2020

F.L.O.W.E.R | Capítulo 6


Buenas noches polillas azules, ¿todo bien?

El primer full album de Dreamcatcher es una maravilla, de verdad que lloro. Si todavía no lo habéis escuchado os recomiendo hacerlo. En otras cosas, nuevo capítulo de "F.L.O.W.E.R" para todos vosotros.

¡Disfrutadlo!

Capítulo 5 | Capítulo 6 | Capítulo 7

Si quieres leer dale a...

VI
LILY. HONOR AND POWER

La música seguía su curso y el chirrido de las deportivas arrastrándose contra el suelo continuaba resonando de manera aguda en la sala de ensayo. CLC se estaba preparando para el comeback y, como cada semana, tocaba ensayar la coreografía al menos unas cuantas horas al día. Tenía que ser todo perfecto, las chicas habían esperado por mucho tiempo a que la empresa les hiciera caso, y corría una buena sensación entre las integrantes. La coreografía era bastante más difícil que las anteriores, pero nada que no pudieran dominar con perseverancia, práctica y mucha paciencia.

   —¡Una vez más!— Eunbin daba saltos por la sala, mientras las demás reposaban sentadas en el suelo o se hidrataban —¡vamos!—.
            —Eunbin, ¿de dónde sacas tanta energía?— preguntó Yujin, quien yacía tirada en el suelo, esperando inútilmente a que el techo se abriera y le cayera una ducha de agua fría encima. Su boca estaba seca
            —Ella es joven— masculló Seungyeon, ayudando a la bajita a levantarse del suelo.
            —Todas sois jóvenes, ¿a qué vienen esos comentarios?— la maknae hinchó las mejillas antes de correr en dirección al reproductor de música —solo una vez más, ¿sí?—.
            —Pero tengo hambre…— comentó Tingyan abriendo y cerrando su bolso repetidas veces en un intento desesperado por hacer que apareciera alguna barrita de chocolate o similar.
            —Yo también…— Yeeun puso una mano en su estómago y lo acarició en círculos para intentar calmar esos rugidos que muy probablemente todo CUBE había escuchado.
            —¡Solo una vez más!— chilló la menor, alzando el índice al tiempo que encendía el reproductor y se ponía en posición. Las demás solo la siguieron, accediendo a ensayar la canción una última vez.

Había llegado el momento. Esa noche era la noche. El plan de Eunbin no era otro que cansar suficiente a las demás para que éstas se fueran rápido de CUBE, pudiendo así estar a solas con Seunghee. La maknae había decidido hacer caso a Seungyeon y ser ella misma, expresar aquello que su interior quería transmitir y dejar que fuera el corazón quien la guiase. Cuando la menor se aseguró de que las chicas ya estaban lo suficientemente lejos de la sala, ella cerró la puerta y comenzó a jugar con sus manos de manera nerviosa. Detestaba cuando la valentía que sentía cuando trazaba sus planes, desapareciera cuando llegaba el momento de la verdad.

   —¿De qué querías hablar, Eunbin?—.
            —Yo…— temblaba de miedo, sentía que no podía hacerlo.
            —¿Va todo bien? ¿Tienes frío?—.
            —Estoy bien, solo necesito… algo de tiempo— alzó la cabeza y le sonrió —me estoy dando ánimos a mí misma—.
            —¿Y eso? ¿Temes que te castigue por algo que has hecho?— Seunghee sonrió, enternecida por lo robótica que estaba sonando la menor.
            —No, no he hecho nada malo, creo— a no ser que enamorarme de ti lo sea.
            —¿No podemos hablarlo en casa?—.
            —No… en casa hay mucha gente, no podría—.
            —Está bien— respondió la castaña, sentándose en una de las bancas de la sala de ensayo para masajear un poco sus cansadas piernas tras secarse el sudor de la frente —cuando te hayas dado suficientes ánimos, hablaremos, ¿sí?—.
            —Verás…— la puerta de la sala se abrió. Ambas mujeres miraron en la misma dirección; uno de los chicos de Pentagon se había equivocado, por lo que se saludaron de manera escueta y la puerta volvió a cerrarse. —Decía…— la puerta volvió a abrirse, ésta vez se trataba de Seungyeon, quien con las prisas se había dejado la mochila. Eunbin la miró con el ceño fruncido, pero ésta solo le guiñó un ojo y se despidió con una sonrisa.

La maknae tomó aire y cuando iba a abrir la boca por enésima vez, la puerta de la sala volvió a abrirse.

   —¡¿Y ahora qué pasa?!— un hombre que vestía de negro y llevaba una máscara sobre su boca entró de manera precipitada. Entre sus manos cargaba una cámara de fotos y miraba en todas direcciones con ansiedad y nerviosismo —¿quién es usted? ¿Qué quiere?—.

El desconocido señaló a Seunghee; ésta se levantó de la banca y se escondió por inercia tras el cuerpo de Eunbin. La maknae pudo sentir las manos de la contraria agarrándola de la camiseta con fuerza, estaba temblando.

   —Váyase de aquí— escupió Eunbin con un claro tono de asco en su voz; el hombre negó con la cabeza y se acercó más al par de mujeres, tomando a la maknae de las muñecas para arrastrarla unos cuantos metros hasta hacerle perder el equilibrio y tirarla al suelo. Su cabeza rebotó contra el parquet.

Seunghee quiso acercarse al cuerpo de la muchacha pero el hombre se puso frente a ella, barrándole el paso. Las piernas de la mayor temblaban y sus pupilas se dilataron del miedo que comenzaba a crecer en su interior. Su pecho dolía, pero más le dolió la mejilla cuando una de las manos del contrario aterrizó contra ésta con fuerza. Su mano fue directa a su piel, aterrándose al ver que el hombre tiraba la cámara al suelo y sacaba una navaja de su bolsillo derecho. El click de la hoja saliendo de su escondite provocó que Seunghee tragara saliva asustada, dando un par de pasos hacia atrás mientras intentaba encontrar una solución a todo eso. Su mente se quedó en blanco y parecía incluso haber perdido la voz.

Eunbin se levantó y sobó su cabeza. La muchacha agarró una silla que quedaba cerca de su bolsa de deporte y se acercó lo más silenciosa que pudo hasta el tipo; sin embargo, los ojos de la mayor alertaron al hombre al ver que no lo estaba mirando a él. Éste se giró, utilizando su propia inercia para atacar a la menor, quien recibió un profundo corte en el antebrazo. El grito y el golpe de la silla contra el suelo se escucharon con claridad en toda la planta de CUBE, lo que puso nervioso al desconocido. El hombre se volvió a girar en dirección a Seunghee y le gritó mientras alzaba la navaja; ella se agachó y cubrió su cabeza con ambas manos, gritando por ayuda al tiempo que sentía que sus ojos comenzaban a derramar de lágrimas llenas de miedo.

A pesar de estar herida, pero, Eunbin agarró la cámara del suelo y golpeó la cabeza del tipo con ésta, descargando toda su fuerza en dicho golpe. El atacante cayó inconsciente en el suelo y la morena soltó la cámara, acercándose a la ex-líder, quien no dejaba de llorar acurrucada sobre sí misma.

   —Ya está unnie, ya pasó— la abrazó tan fuerte como pudo, acariciando sus cabellos con suavidad.

La adrenalina del momento desapareció y la maknae sintió como sus piernas flaqueaban, terminando por sentarse junto a Seunghee. Ésta se escondió en el pecho de Eunbin, agarrando con fuerza su ropa sin dejar de llorar ni gimotear. El miedo seguía corriendo por su interior, y cuando parecía que finalmente la mayor comenzaba a calmarse, un grito escapó de su garganta al ver sus manos manchadas de rojo.

   —¡Eunbin, estás sangrando mucho!—.
            —¿Mh?— la menor miró su antebrazo y al ver como la sangre brotaba de su carne abierta, sintió que el calor de su cuerpo desaparecía. Segundos después, todo a su alrededor se volvió negro. Un grito de Seunghee fue lo último que escuchó.

No supo cuánto rato estuvo inconsciente, pero cuando logró abrir los ojos, la maknae se encontraba en una habitación de hospital. El sol se colaba por el grueso cristal de la ventana y el blanco azulado de las paredes transmitía sensación de calma y seguridad. Su cabeza dolía, y no fue hasta que puso una de sus manos contra su sien que vio su brazo vendado. Eunbin notó que su piel picaba un poco, como si tuviera pequeñas agujas bajo las vendas. La morena intentó meter el dedo entre el vendaje para intentar averiguar qué era aquello que la molestaba, pero la puerta de la habitación abriéndose llamó su atención; era Seunghee, quién corrió a abrazarla en cuanto vio que Eunbin estaba despierta y sentada en la cama. La menor solo correspondió el abrazo al tiempo que sonreía feliz.

   —Menos mal que estás bien. Estaba tan asustada de que no despertaras…— a diferencia de la menor, Seunghee cargaba una cara de cansancio terrible. Sus ojeras y la piel pálida indicaban que no había podido dormir en toda la noche, y el cansancio de haber bailado durante tantas horas no ayudaba —me alegra tanto verte— mencionó la mayor, tomando las mejillas de la contraria y acariciándoselas con suavidad.
            —Estoy bien, unnie— mencionó Eunbin —la que hace mala cara aquí eres tú…—.
            —Quise quedarme pero las chicas me mandaron a casa—.
            —Hicieron bien—.

Los ojos de Seunghee se perdieron en los ojos de Eunbin. Ésta se sintió desnuda frente a la mayor; le gustaba esa sensación. El hecho de fantasear con que la castaña la viera desnuda le provocaba un agradable cosquilleo en su bajo vientre. Una de las manos de la maknae se acercó a los labios ajenos y los acarició con el pulgar, perfilándolos en silencio y mucha delicadeza. El silencio se había acomodado tan bien entre ambas que si no hubiera sido por el repentino ruido de la puerta, ninguna de las dos hubiera dejado de acercarse al rostro contrario.

Eunbin se mordió la lengua de la rabia que sintió al ver a Seunghee tan cerca y predispuesta a compartir un beso, pero terminando por apartarse de ella. La morena sentía que podrían haber llegado mucho más lejos; los ojos entrecerrados de la ex-líder, sus caricias en las regordetas mejillas de la más alta, la lamida ligera y disimulada que humedeció los labios ajenos, la respiración pausada… No hacía falta ser muy listo para ver que la mayor no habría rechazado el beso que quería darle Eunbin. La menor quería besarla, necesitaba hacerlo; sin embargo, una parte de ella agradecía que aún no hubiera pasado nada. La maknae tenía miedo de que su relación pudiera romper los lazos y acabara por poner a CLC en un aprieto si es que las cosas acababan mal.

Además, la morena tenía mucha hambre y el bocadillo de pollo que traía Tingyan tenía muy buena pinta.

   —¡Eunbin!— chilló la hongkonesa, alzando una mano a modo de saludo —¿cómo estás? ¿Te duele mucho el brazo?—.
            —Estoy bien, no te preocupes unnie— sonrió la maknae mientras aceptaba de buen grado el bocata de pollo, dándole un mordisco con el que se llenó toda la boca —me duele, pero es soportable—.
            —Más te vale ir con cuidado— Tingyan la abrazó con suavidad, acariciando sus cabellos —eres un imán para el peligro—.
            —Ésta vez no ha sido mi culpa— se defendió la morena, comiendo con glotonería —fue ese perturbado…— los ojos de la menor miraron a Seunghee, quien tensó su mandíbula y miró hacia otro lado —lo siento unnie, no quería…—.
            —No pasa nada— se excusó la castaña —es solo que sigo un poco descolocada—.

La ex-líder no recordaba cuál había sido la última vez que había sentido tanto miedo. Cuando vio a aquél tipo acercándose a ella con tanta rabia notó cómo el pulso se le aceleraba de los nervios y cómo todo a su alrededor comenzaba a dar vueltas. Ella no era una mujer impresionable, pero nunca pensó que iba a sufrir un episodio de ese estilo. Todos los idols sabían de la existencia de sasaengs locos y descerebrados que buscaban la manera de poder acercarse a sus artistas favoritos, aun si eso implicaba dañar a otras personas por el camino. El sentimiento de necesidad y frustración que sentía aquél tipo de gente ponía enferma a Seunghee, una mujer que, vista desde fuera, daba la impresión de que podía con todo.

Ver a la maknae aterrizar contra el suelo con tanta facilidad hizo que la castaña se replanteara si realmente podía con todo, si podía seguir manteniendo la calma aun cuando un hombre la estaba amenazando de muerte con una navaja. ¿Qué quería ese tipo, hacerle fotografías o directamente matarla? ¿Y qué hubiera pasado si en vez del brazo de Eunbin, hubiera tocado su cuello o su vientre? Solo de pensar que las cosas podrían haber ido mucho peor se le revolvía el estómago y sentía ganas de vomitar. Le costó quitarse la sangre de las manos, Seunghee se acurrucó bajo el chorro de la ducha mientras esperaba a que aquellas manchas rojas fueran desapareciendo a base de frotar, pero lo único que consiguió por un buen rato fue teñir una gran cantidad de jabón de un tono rosado oscuro.

Cuando uno de los chicos de Pentagon llamó al número de Seungyeon desde el móvil de Seunghee, la líder supo que algo había pasado. Por suerte, los gritos y el ruido de la pelea habían alertado a los pocos artistas que quedaban por los pasillos de CUBE, y cuando algunas de las miembros de CLC regresaron al edificio, entraron en la sala y se encontraron a Seunghee llorando desconsolada con una inconsciente Eunbin en los brazos, supieron que lo mejor era apartar a la ex-líder de la morena y llamar a una ambulancia y al manager del grupo.

   —¿Qué pasó con el loco ese?— preguntó Eunbin tras terminar de comer.
            —Antes vinieron un par de agentes para tomarnos declaración, pero todavía estabas inconsciente así que me dijeron que los avisara cuando ya hubieras despertado; voy a llamarlos— la mayor sacó el móvil de su bolsillo trasero y salió de la habitación, dejando a la maknae con Tingyan.
            —¿Por qué siempre apareces cuando no toca?— la menor golpeó con suavidad uno de los brazos de la hongkonesa, suspirando de manera pesada.
            —¿A qué te refieres?—.
            —Yo ya sé a qué me refiero— la menor hinchó sus mejillas —gracias por el bocata, por cierto—.
            —De nada— sonrió Tingyan —aunque, de hecho era para mí—.
            —¿Era para ti? ¿Y por qué no me lo dijiste?—.
            —Porque tus ojos brillaban y pensé que era porque tenías hambre— la sonrisa bobalicona en los labios de la castaña provocó que otro suspiro escapara de la boca de Eunbin, quien negó con la cabeza —iré a comprarme otro. ¿Quieres algo más?—.
            —No, solo quiero irme de aquí, quiero regresar a casa—.
            —Supongo que cuando hayas podido hablar con la policía, te dejarán marchar— Tingyan acarició la cabeza de la menor y le sonrió. Eunbin admiraba a la contraria por estar siempre sonriendo; incluso en los momentos más difíciles, en los momentos más delicados, ella siempre mantenía una sonrisa cálida y reconfortante en sus labios. —Les diré a las demás que has despertado—.
            —Gracias por todo, unnie— respondió la menor, extendiendo sus brazos para que la contraria la abrazara.

La hongkonesa se acercó al cuerpo de la menor y la apretó de manera suave, dándole un seguido de caricias en su espalda para reconfortarla. Tingyan se había encargado de que Seunghee comiera un poco al llegar a casa y se acostara; incluso había sacrificado sus horas de yoga solo para que la mayor descansara al menos unas horas. Debido a los nervios, fue imposible para Seunghee pegar ojo, pero al menos a la hongkonesa le quedaba la satisfacción de saber que la mayor había pasado unas cuantas horas en casa. Fue una noche larga para todas.

Varios minutos después, Seunghee volvió a entrar en la habitación, seguida de dos agentes de policía. Tingyan se despidió de la maknae, prometiéndole que tendría en casa todos los dulces que a ella le gustaban.

   —Buenas tardes, señorita Kwon— comentó uno de los agentes —¿cómo se encuentra?—.
            —Bien, ya quiero irme a casa—.
            —Todo a su tiempo, Eunbin— respondió la mayor, tomando una de sus manos para que se tranquilizara. A la menor no le gustaba la seriedad de aquellos hombres.
            —El hombre que arrestamos ayer resultó ser un anti-fan pagado para hacerles daño, especialmente a usted, señorita Oh— el policía señaló a la mencionada y ésta abrió los ojos, confundida e inquieta —¿conoce de alguien que quisiera hacerle daño? ¿Tiene algún enemigo al que debamos interrogar?—.
            —Unnie es una buena persona, ella no se pelea nunca con nadie— respondió repentinamente la menor, alzando un poco la voz para que le hicieran caso.
            —Eunbin, cariño, no te pongas nerviosa— la castaña acarició sus cabellos y le sonrió; la mayor entendía la molestia que todo aquello pudiera estarle causando a la contraria, pero también sabía que era el protocolo a seguir —la verdad es que no me viene nadie a la mente, lo siento—.
            —No se preocupe—.
            —Pero… no entiendo por qué alguien nos querría hacer daño— comentó Seunghee, manteniendo apretada con fuerza la mano de la menor, no solo porque sentía a ésta temblar, sino también porque incluso ella misma sentía que necesitaba mantenerse al lado de alguien.
            —Estamos investigando el porqué del ataque— respondió el otro agente —el sospechoso nos facilitó un número de móvil donde están todas las conversaciones con esa persona, pero el que le pagó utilizó un teléfono desechable, y es muy probable que ya se haya liberado de este—.
            —Entiendo…—.
            —Cuando sepamos algo más del asunto, le llamaremos. Hablaremos también con su representante por si necesita seguridad extra durante unas cuantas semanas—.
            —Gracias agentes—.

Los dos hombres se retiraron con una venia formal y corta. Ambas muchachas suspiraron aliviadas, como si el haberse quedado solas les hubiera dado aquella tranquilidad que ambas necesitaban para recuperarse de lo ocurrido.

            —Unnie, ¿crees que podremos irnos a casa pronto?— en ese momento, la puerta de la habitación volvió a abrirse y entraron el resto de integrantes, montando un escándalo bastante notable. Seunghee solo pudo cubrirse parte del rostro con una de sus manos y rezar internamente para que no las echaran del lugar.
            —Me da que deberás quedarte un rato más— bromeó la ex-líder mientras veía a la maknae siendo apretujada, besada y mimada por todas a la vez —al menos hasta que se calmen—.

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