domingo, 16 de febrero de 2020

F.L.O.W.E.R | Capítulo 5


Buenas noches bizcochos de chocolate, ¿todo bien?

Hoy me he sentido especialmente generosa. Creo que es la primera vez que subo en este Blog cuatro entradas el mismo día, creo que los planetas se alinearon o algo por el estilo. O puede que me haya dado por publicar de una vez por todas entradas que tengo preparadas de hace días pero que, por pereza o porque no estoy frente al pc, no puedo publicarlas cuando toca. De todas formas no quiero llenaros la cabeza con tonterías, así que voy a dejar este pequeño capítulo por aquí y me iré lentamente.

¡Disfrutadlo!

Capítulo 4 | Capítulo 5 | Capítulo 6

Si quieres leer dale a...

V
CHERRY BLOSSOM. EPHEMERAL BEAUTY

Se miró una vez más al espejo y suspiró. Seunghee estaba frustrada consigo misma porque no se veía capaz de hacer aquello. La sola idea de pensar que un montón de gente la vería en bikini le hacía sentirse pequeña e indefensa. La vocalista no confiaba demasiado en su propio cuerpo; siempre se había visto ancha al lado de sus miembros y vivir en una sociedad que juzgaba mucho por el físico no ayudaba a que su poca autoestima se mantuviera en un nivel estable. La castaña peinó sus cabellos hacia atrás con una de sus manos, dejando la otra en su cintura mientras seguía analizando su cuerpo frente al espejo. ¿Ese bikini no era demasiado pequeño para sus pechos? Quizás sería mejor usar un bañador…

Una pequeña parte de ella sabía que no debía preocuparse demasiado pues iba a llevar al menos una camiseta encima, pero luego veía sus grandes muslos y volvía al problema de siempre: su cuerpo no era bonito, al menos no desde su punto de vista. Seunghee se giró ligeramente y centró su mirada en su trasero, notando que los bordes del bikini negro cubrían sus nalgas de manera muy justa, lo que hizo que su ceño se frunciera con frustración. Su hermana le había regalado dicho bikini meses atrás, pero parecía ser que la ex-líder nunca encontraba el momento adecuado para utilizarlo, o quizás no quería encontrarlo.

   —Unnie, ¿puedo entrar?— unos suaves golpes en la puerta de su habitación y la voz aguda de Eunbin hicieron que la castaña gritara un escandaloso “¡no!” mientras buscaba alguna prenda que ponerse encima. Una vez encontró una de sus camisetas más holgadas con las que solía dormir en verano, respondió.
            —Ahora sí, ya puedes entrar—.
            —Unnie, ¿estás lista?— la morena la miró de arriba abajo, arqueando una de sus cejas —¿qué haces vestida con eso, te acabas de despertar?—.
            —No, estaba… preparando la maleta—.
            —¿Te ayudo?—.
            —Gracias, pero no hace falta— respondió la castaña, sonriéndole con suavidad —oye Eunbin…—.
            —¿Si?—.
            —¿Es necesario que venga? Digo, alguien debería encargarse de la casa y…—.
            —¿No quieres venir…?— la más alta abultó sus labios y bajó la cabeza —yo pensaba que estaríamos todas juntas…—.
            —No es eso, sí que quiero venir pero…— le dolía saber que sus palabras entristecían a la menor, pero la falta de confianza en su propio cuerpo era lo que evitaba que Seunghee fuera totalmente sincera con ella —la idea de ir a un parque acuático me da miedo— mintió.

Si bien nunca había ido a un sitio de esos, no era miedo lo que sentía. Seunghee había probado muchas actividades extremas como saltar en paracaídas o hacer puenting, pero la idea de ser observada con tan poca ropa… Incluso cuando se masturbaba lo hacía con la luz apagada y después de cerciorarse de que no había nadie más con ella por vergüenza a ver sus propias curvas. Su lógica le decía que, si a ella misma no le gustaba verse, a los demás tampoco les gustaría verla.

   —¿Tienes miedo del agua?— aquella era una pregunta que la morena siempre había querido hacerle a la mayor, pero que, por respeto, nunca se había atrevido —dijiste que tu última vez en una piscina fue cuando estabas en primaria…—.
            —Eunbin, a veces me da miedo que te acuerdes de todo lo que digo—.
            —Solo me acuerdo de lo que me interesa— respondió la menor, haciendo el símbolo de la victoria con ambas manos sin darse cuenta que aquella respuesta podía malinterpretarse.
            —El agua no me da miedo— sin embargo, la castaña se desvió un poco del tema para que la contraria no se sintiera incómoda con sus propias palabras —es solo… que no me siento a gusto, no sé, es difícil de explicar—.
            —Pero… ¿es por algo en particular? Los accidentes en parques acuáticos apenas suceden—.
            —Tampoco es por los accidentes— la castaña apretó el puente de su nariz con dos de sus dedos y pasó sus manos por su rostro al tiempo que soltaba un suspiro cansado y lánguido —es por mí—.
            —¿Por ti?—.
            —Por mi cuerpo—.
            —No digas tonterías—.
            —No digo tonterías— Seunghee se sentó en la cama, abrazó sus propias piernas y dejó reposar su mentón contra las rodillas —mi cuerpo es un desastre, no es bonito y tampoco encaja—.
            —¿Pero dónde tiene que encajar? Unnie no te entiendo—.
            —No hace falta entender nada, eres aun muy joven—.
            —¿Puedes dejar de decir eso?— Eunbin se levantó de la cama, molesta; sin darse cuenta apretó los puños —ya no soy una cría, no soy una niña a la que le debas esconder cosas porque no las voy a entender. Tengo veinte años, ¿no te parecen suficientes?— la voz de la maknae, chillona ya de por sí, rebotó con fuerza contra las cuatro paredes de la habitación. Seunghee no respondió —mira, ¿sabes qué? Haz lo que te dé la gana—.

La castaña no tuvo tiempo de contestar; antes de que pudiera siquiera alzar la cabeza para buscar los ojos de la contraria, Eunbin había abandonado la habitación con un fuerte portazo. El silencio reinó de nuevo en la habitación de la mayor, quien había regresado a su postura anterior, aunque esta vez escondiendo todo su rostro contra sus rodillas. Los ojos de la ex-líder pronto se llenaron de lágrimas, las cuales cayeron sobre sus muslos, deslizándose lentamente por su piel hasta perderse en una de sus tantas curvas.

Aquello era doloroso para ella. Seunghee era la primera que quería ser positiva con su cuerpo, disfrutarlo, presumir de él; pero era difícil cuando muchos de los comentarios en internet la atacaban precisamente por eso: por salirse de la norma. ¿Qué tenía de malo todo aquello? Un mensaje en su teléfono móvil llamó su atención, era de Seungyeon.

   De: Monkey
            Mensaje: Vamos de camino al aeropuerto, Eunbin nos lo ha contado. No te preocupes, yo el otro día también le dije que era muy joven y casi me da con una sartén en la cabeza, supongo que estará en sus días. No sé si vas a venir o no, pero hay más vuelos a lo largo del día y el camino no es muy largo, piénsatelo, ¿sí? Este podría ser nuestro primer viaje juntas fuera de la ciudad, sería bonito poder estar todas juntas en Jeju.

Seunghee secó las lágrimas de sus ojos y leyó el mensaje en silencio. Sabía que había más vuelos, que podía unirse a sus compañeras más tarde; pero la inseguridad volvía a hacerse presente al pensar que probablemente todas iban a estar en el parque acuático Jeju Waterworld por muchas horas, y ella no quería enseñar nada, simplemente no podía, no le salía de su interior. Otro mensaje le obligó a enfocar la vista de nuevo en la pantalla.

   De: Monkey
            Mensaje: En serio, espero que vengas porque no sé cuánto rato más podré aguantar esos reclamos. ¡Eunbin es demasiado escandalosa cuando llora! Por favor, sálvame…

La carita triste al final del mensaje hizo sonreír de manera leve a Seunghee. La líder tenía razón, sería bonito estar todas juntas en su primer viaje fuera de Seúl. Disfrutar de unas pequeñas vacaciones en la Isla Jeju era una idea que había surgido desde la primera vez que el representante de CLC les mencionó que tendrían vacaciones. Había pasado tiempo desde aquello, habían hecho más comebacks y, por lo tanto, la cosa había ido quedando en la sombra hasta que el tema apareció de nuevo en una de las tantas comidas que compartían juntas. Todas parecían estar emocionadas por aquello, incluida Seunghee, al menos hasta que Eunbin sacó la idea de ir a Jeju Waterworld.

La castaña no estaba enfadada con la maknae ni mucho menos, pero sus ánimos se fueron apagando a medida que escuchaba que aquella idea tomaba más y más fuerza; incluso Yujin, quien tenía miedo de los largos toboganes y de no poder salir del agua tras caer en una piscina se les unió. Seunghee estaba sola ante el peligro, uno que solo ella entendía. No era el agua lo que le daba miedo, ni los toboganes, ni que le robaran las pertinencias o que sufriera un accidente en el parque, era su cuerpo. Entendía el enfado de la menor por no haberle contado exactamente qué era lo que hacía que no quisiera abandonar el apartamento, pero Seunghee sabía que, aunque le explicara cuál era la fuente del problema, Eunbin iba a decir que aquello no era cierto y que ella era una exagerada.

No obstante, se sentía mal no solo por la más alta, sino también por el resto de miembros… a saber cuándo podrían repetir una experiencia como aquella.

• • •

Unos suaves golpes contra la puerta alertaron a Chonnasorn, quien empujó a Seungyeon de encima su cuerpo mientras tanteaba la cama a oscuras, buscando su camiseta. La líder se quejó al caer al suelo, pero cuando los golpes volvieron a sonar, se percató de que realmente alguien quería entrar en la habitación, por lo que imitó los gestos de la rubia hasta dar con su ropa.

   —¡Ya voy, ya voy!— gritó la morena. A quien menos esperaba encontrarse al otro lado de ésta era a Seunghee, quien se quedó con la mano alzada haciendo el ademán de llamar una tercera vez —¡unnie! ¿Cuándo llegaste?—.
            —Hace nada— respondió ella —¿qué habéis hecho con mi habitación?—.
            —Bueno… se suponía que la compartías con Eunbin pero como ella estaba tan mosqueada contigo comunicó a recepción que en vez de dos camas solo tenía que haber una, así que le dieron una habitación en el piso de arriba— la menor movía las manos de manera nerviosa y se aseguró que su largo cabello cubriera los costados de su cuello —Sorn, ¿tú te acuerdas de qué número dijo que tenía?—.
            —La 235— respondió la mencionada cuando logró encontrar sus shorts y acercarse a la puerta —pero dijo que iba a pasear por la playa antes de acostarse, aún es temprano así que probablemente la encontrarás allí—.
            —Entonces, ¿os puedo dejar la maleta en vuestra habitación? En recepción no me van a dar una llave de la habitación sin una buena razón… prefiero que sea Eunbin quien arregle eso—.
            —Claro, dame— Seungyeon tomó la pequeña maleta de color amarillo y la dejó junto al armario que había cerca del baño —toma, a nosotras nos dieron dos llaves así que mejor quédate con una, por si al regresar ya estamos durmiendo— la morena le alargó una tarjeta de color blanco con el logotipo del hotel y el número de la habitación.
            —Gracias, Seungyeon— la mayor miró dicha tarjeta unos segundos y seguidamente observó al par de mujeres en silencio antes de soltar una suave risa.
            —¿Qué ocurre?— preguntó la tailandesa.
            —Nada, nada. Iré a hablar con Eunbin, gracias por la ayuda—.
            —Unnie— la líder habló antes de que Seunghee estuviera demasiado lejos —me alegra que hayas venido—.
            —Y a mí me alegra ver que vosotras dos os lleváis tan bien, pero a la próxima procurad que las camisetas no estén del revés—.

Ambas mujeres se quedaron en silencio y Chonnasorn cerró la puerta lo más rápido que pudo, percatándose al bajar la mirada que, efectivamente, ambas llevaban las camisetas del revés y con la etiqueta hacia fuera. Seunghee solo pudo ensanchar su sonrisa cuando se quedó sola en el pasillo, con la tarjeta de la habitación en la mano y su móvil con la aplicación del mapa todavía encendida. Antes de salir del hotel, pero, la vocalista se aseguró en preguntar las indicaciones para ir hasta la playa; sorprendentemente no estaba demasiado lejos, así que guardó su móvil y la llave de la habitación y puso rumbo hasta el lugar.

Una vez llegó a la playa, buscó un probador y se metió en éste para quitarse los shorts y la camiseta que llevaba encima, cambiándola por una blusa abierta de flores y el bikini negro que tantos dolores de cabeza le había provocado. En el probador no había espejo, así que solo le quedaba confiar en la reacción genuina de Eunbin. La ex-líder sabía que debería haber escuchado a la menor, pero era difícil para ella el ignorar sus propias curvas y dejarse llevar por otra persona. Quizás por eso mismo no había salido con nadie más desde su debut, para ahorrarse problemas de ese tipo.

Un agradable cosquilleo invadió todo su cuerpo al sentir la arena fina y cálida colarse entre los dedos de sus pies. Sus pasos eran algo torpes; sin embargo, al ver a Eunbin en la lejanía, sentada frente al mar, lo único que pudo hacer Seunghee fue sonreír con algo más de tranquilidad y olvidarse de aquellos problemas menores. La playa era enorme, así que por un momento había temido no dar con la maknae antes de que ésta regresara al hotel; pero ahí estaba, siendo iluminaba por la luz anaranjada del crepúsculo y manteniéndose quieta como si se tratara de una estatua. Con el silencio puesto en cada uno de sus movimientos, la castaña se acercó a la contraria, quien se encontraba en la misma posición que Seunghee había tomado aquella misma mañana mientras discutían sentadas en su cama. Una vez la mayor se acercó lo suficiente, dejó la bolsa de playa a un lado y tomó aire antes de hablar.

   —Oye Eunbin… lo siento— la menor giró la cabeza sin decir nada —no pensé que eso te molestaría tanto, es solo que… no me siento muy segura de mí misma— se arrodilló junto a la muchacha y tocó uno de sus hombros con suavidad —vamos, no te enfades conmigo… por favor—.
            —Eres una idiota— fue lo único que Eunbin logró decir antes de ponerse a llorar, acurrucándose un poco más.
            —Sí, sí, lo soy— Seunghee siguió acariciando su hombro mientras curvaba sus labios en una pequeña sonrisa; sabía que su expresión podría malinterpretarse, pero la ternura e inocencia de las palabras ajenas no le dejaban otra opción que sonreír —soy una idiota, ya me ha quedado claro—.
            —Deberías confiar más en la gente— si bien la bajita no podía ver el rostro de Eunbin, sabía que los ojos de ésta estarían rojos de tanto llorar, al igual que la punta de su nariz —deberías confiar más en mí—.
            —No es eso, yo confío en vosotras, en quien no confío es en mí misma— confesó, apartando la mano de la piel ajena al tiempo que suspiraba de manera pesada —intenta entenderme un poco, Eunbin…—.
            —¿Has venido a discutir?—.
            —Claro que no—.
            —No mientas—.
            —No estoy mintiendo— Seunghee tomó su brazo y tiró de él para acercar a la menor hasta su cuerpo, atrapándola en un abrazo torpe —he venido porque quiero estar con vosotras, quiero estar contigo y arreglar las cosas— Eunbin no se movió —me duele que estés enfadada conmigo—.
            —Me sigues tratando como a una cría y ya no lo soy. Me prometiste que no lo harías más…— las manos grandes de Eunbin se acercaron a la espalda ajena y se apoyaron contra esta, aferrándose a la blusa que la mayor llevaba —…te he echado de menos—.

Solo bastaron esas palabras para que Seunghee abrazara a la contraria con toda la fuerza que sus brazos podían ofrecer. Quizás la morena insistía en que ya no era una cría, pero la castaña no podía sino verla de esa manera, y ahí estaba la prueba. El llanto fue acompañado de palabras sin sentido que la bajita no comprendió; reclamos bobos e infantiles que solo reforzaban la teoría de que Eunbin seguía siendo una niña pequeña dentro del cuerpo de una mujer. La maknae se había sentido terriblemente sola. Durante las horas que pasaron dentro del parque acuático ella se quedó en un rincón de la piscina de olas dentro de un flotador, terminando por salir disparada del agua durante la ola más grande. Ni siquiera se quejó.

   —Yo también te he echado de menos— con caricias suaves, Seunghee pasó sus dedos por la cabeza y la espalda de la menor —¿me perdonas?—.
            —Perdóname tú a mí, yo no quería…— al separarse, la mayor comprobó que, efectivamente, los ojos de la contraria estaban rojos e hinchados de haber llorado por horas. Sus blancas manos acunaron el rostro ajeno y acarició las mejillas de la muchacha con sus pulgares, sonriéndole de aquella manera que a Eunbin tanto le gustaba. La menor sintió que regresaba a la vida con la calidez que la mayor transmitía. Todos sus males habían desaparecido.
            —No hay nada que perdonar—.
            —Lo siento… me comporté como una idiota— la menor quería seguir perdiéndose en aquellos ojos de color chocolate, pero sabía que su rostro no estaba en las mejores condiciones tras haber llorado tanto y no quería lucir fea frente a la mayor.
            —¿Pero no dijiste que la idiota era yo?— bromeó Seunghee.
            —No, yo lo soy—.
            —Eunbin—.
            —¿Qué?—.
            —¿Quieres bañarte un rato? El sol ya no molesta tanto y no hay mucha gente, creo que podría…— la bajita sabía las inmensas ganas que tenía la menor de ir a ese viaje, y estaba segura de que le había dolido en el alma que no hubiera ido al parque acuático con ellas. De hecho, cuanto más lo pensaba, más estúpida se veía a sí misma; ésta podría haberse quedado tomando el sol en una de las tumbonas o sentada en la cafetería tomándose una bebida mientras las demás se divertían en el agua. No era tanto el hecho de mojarse o no, era el hecho de que pudieran estar todas juntas.

La menor asintió a sus palabras sin dudarlo, moviendo su cabeza de manera enérgica mientras se separaba del abrazo y se quitaba la camiseta que llevaba encima. Debido a la velocidad con la que se movió, Seunghee cayó con el trasero en la arena, riéndose al ver que la más alta ya se había tirado al agua de cabeza, desapareciendo por unos segundos antes de comenzar a gritar su nombre para que viniera. Por un momento la mayor pensó en gastarle una broma y huir corriendo, pero con lo sensible que era la menor, sabía que eso le haría llorar de nuevo, y no, ese día ya había llorado suficiente.

Seunghee se levantó, dejó la blusa al lado de la ropa de Eunbin y se acercó al agua. Mientras la morena la esperaba, ésta se hundió hasta dejar tan solo la mitad superior de su cabeza fuera del agua, sintiendo que su corazón iba a estallar de la emoción al ver a la contraria con aquél bikini negro. Era cierto que a veces les hacían llevar outfits bastante cortos o demasiado reveladores, pero verla así superaba todas las expectativas de la maknae; para Eunbin, aquello era el equivalente a verla en ropa interior, y siendo sincera consigo misma, eso era algo que había deseado desde la primera vez que sintió que Seunghee le hacía perder el aire y le aceleraba el pulso.

La ex-líder era como una sirena, la reencarnación de un ser mitológico, bello y perfecto que se había camuflado entre los mortales solo para robarle el aliento a una jovencita inocente y curiosa de nombre Eunbin. La maknae la siguió con la mirada hasta que la castaña se metió al agua por completo al tiempo que se tomaba la libertad de rodear su cintura con la excusa de no perderla. El mar estaba tranquilo, pero la más alta sentía que sus propios latidos podían crear un tsunami como siguieran sonando tan fuerte. La castaña miró a la menor y le sonrió. Las manos de Eunbin hacían que Seunghee se sintiera protegida.

   —Gracias por querer animarme siempre— comentó la mayor —no sé qué haría sin ti—.
            —Seguramente pelearte con otra persona igual de pesada e insistente— respondió la menor tras suspirar.
            —No eres pesada—.
            —Pero sí insistente—.
            —Lo eres— sentenció la bajita —pero ese es uno de tus encantos— y le dio un suave toque en la punta de su nariz con el índice.
            —Solo quiero que entiendas que tu cuerpo es muy bonito—.
            —No te puedo asegurar nada, pero intentaré ser más positiva al respecto— Eunbin sonrió, acercándose lo suficiente a la contraria para depositar un suave beso en su mejilla; toda su valentía acababa de irse con aquél gesto —¿sabes qué?—.
            —¿Qué?—.
            —Creo que interrumpí a Sorn y a Seungyeon— Seunghee solo pudo reírse al recordar lo tímida que se veía la líder y lo rojos que estaban los labios de ambas.
            —¿A qué te refieres?—.
            —Me dio la sensación de que iban a hacer cosas, ya sabes, eso que hacen las parejas en la cama—.
            —¡Unnie, qué vergüenza!— Eunbin soltó a la contraria y se cubrió el rostro con las manos, sintiendo que le entraba agua de mar en la boca.

La castaña soltó una carcajada que prácticamente se escuchó en toda la playa. La maknae se hundió en el agua unos segundos, pensando si fue buena idea el contarle a la contraria que esas dos se habían besado frente a ella. Tras aquella improvisada declaración, el grupo había seguido siendo el de siempre. Todas sabían que si Chonnasorn y Seungyeon terminaban, el futuro del grupo podía peligrar; sin embargo Eunbin tenía una corazonada, y sabía que podía confiar en sus mayores.

            —¿Qué haremos con lo de la habitación?— preguntó la castaña, curiosa y a la vez preocupada.
            —¿Quieres… dormir conmigo?— ambas nadaron hasta la orilla.
            —¿Pero estás segura que vamos a caber las dos en una cama para una persona? Puedo reservar otra habitación para mí—.
            —Pero yo quiero dormir contigo…— la menor abultó sus labios mientras se secaba con la toalla, volviendo a vestirse con su camiseta —tenía muchas ganas y metí la pata al llegar aquí—.
            —No pasa nada, lo que hiciste es comprensible—.
            —¿Crees que si hablamos con los recepcionistas éstos nos podrán dar la habitación de antes…?—.
            —Siempre se puede intentar— Seunghee sonrió —aunque… acabo de acordarme que dejé mi maleta en la habitación de Sorn y Seungyeon, ¿y si entro y las encuentro dándose cariños?—.
            —¡Unnie!— y mientras una se reía de manera escandalosa, la otra se cubrió el rostro con ambas manos y comenzó a correr en dirección al hotel.

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