domingo, 25 de septiembre de 2016

Only You | Capítulo 3


Buenos días tornados apocalípticos.
Hoy está lloviendo, genial. La única cosa por la que me gusta la lluvia es porque luego salen setas y están muy ricas.

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CAPÍTULO 3

Krystal sintió que debía hacerle caso a aquella mujer. Jessica siempre le recordaba, como hermana mayor que era, que Taeyeon conocía mucho de ellas dos, porque aunque la bajita fuera algo fría al separarse de la chica rubia, ella quería que supiera que podía confiar en sus gestos. La castaña quería que Krystal también se sintiera protegida como se sentía Jessica, por eso terminaron viviendo las tres en la misma casa.

Con pasos lentos la menor se fue acercando al sofá, arrastrando los pies mientras sujetaba con cierta fuerza la caja y la carta de Jessica entre sus manos. Cuando Taeyeon vio aquello, alzó una ceja y le dejó espacio en el sofá, señalándolo para que se sentara frente a ella.

—¿Qué es eso?—.
—Prométeme que no te enfadarás... Por favor— La morena habló con un simple hilo de voz afligido y temeroso —Prométemelo—.
—Está bien, lo que tú digas— Taeyeon cruzó los brazos de forma despreocupada y siguió mirando la caja. La pulsera brillaba en el interior del objeto cúbico entre el terciopelo negro —¿Te compraste esto en la joyería?—.
—Esto... Lo hizo Jessica— Los músculos de la bajita se tensaron y tragó saliva disimuladamente —cuando salí a dar un paseo con Oliver esta mañana, la hija de los pescaderos Choi me dio esto y me dijo que debía ir a la joyería—.
—¿Sooyoung?— La menor asintió.
—Ella me dijo que allí encontraría algo para mí— Los ojos de Krystal hicieron un leve contacto con el perro que aún mantenía su hocico pegado al cristal y suspiró bajando la cabeza de nuevo. Con el pulgar rozó el relieve que hacían las pequeñas piedras de su pulsera y esbozó una leve sonrisa, alzando la carta a la vista de Taeyeon —me encontré con que Jessica me había preparado un regalo antes de no regresar nunca más a Busan—.
—¿Puedo?— La castaña alargó la mano y tomó la carta, empezando a leer para sí misma.
—Es bonito y a la vez desgarrador... Que Jessica supiera su final y que me preparara esto...— Los ojos de la más alta volvieron a humedecerse pero ella simplemente mordió su labio inferior y luchó para que ninguna lágrima pudiera escaparse —Me siento inútil... Ella me quería ver feliz pero ahora mismo me siento triste e inservible... Debí haber estado todo el tiempo con ella y...—.

Sus palabras se rompieron cuando una bofetada aterrizó en su mejilla izquierda.

De alguna manera la menor sabía que Taeyeon reaccionaría de esa forma. "Cuidado con lo que dices cariño, Tae es muy dulce pero si ve que empiezas a auto-flagelarte con palabras te va a pegar, y lo digo en serio. Yo recibí alguna bofetada suya antes de darme cuenta de que no servía de nada deprimirse por lo inevitable". Las palabras de Jessica resonaron en su cabeza pero no movió ni un solo músculo, ni siquiera su mano para acariciarse la mejilla roja y palpitante.

—Como vuelvas a decir algo así, te juro que te golpearé más fuerte— La mano de la castaña empezó a aliviarse del escozor debido a la bofetada reciente pero el pinchazo en su corazón seguía presente.

Nunca pensó que llegaría a abofetear a la hermana de su difunta novia. Se sintió mal, y en realidad quiso tomarle el rostro entre sus manos y besar su frente pero... su orgullo le impedía hacer eso.
Taeyeon era la mujer más orgullosa, respetable, estirada, fría e inteligente que una persona podía encontrarse. Esos cinco adjetivos se repartían en ella de forma equitativa pero a veces todo se disolvía para dejar paso a otro adjetivo: solitaria.

La castaña nunca volvió a ser la misma desde la muerte de Jessica, por muchos proyectos de arquitectura que hiciera o por muchas veces que saliera con sus compañeras de trabajo por la noche. Lo único que conseguía con eso último era no llorar al llegar a casa, pues iba tan borracha que lo único que quería era tumbarse en la cama y descansar.
En una ocasión se confundió de habitación y llegó hasta la cama de Krystal, abrazándola por la espalda como solía hacer con Jessica. La menor no se dio cuenta de ello hasta la mañana siguiente, cuando sintió las finas manos de la bajita en su cintura.

La morena recordaba aquél episodio básicamente porque le costó muchísimo tiempo el poder despegarse de las manos de Taeyeon.

—Deberías estar agradecida, no todos reciben regalos de Jessica— La castaña mordió su labio inferior y apretó sus manos en puño.
—Estás... ¿enfadada?—.
—Claro que lo estoy, ¿por qué mierdas te muestras así conmigo?—.
—¿Así cómo...?—.
—Así... Tan igual a ella—.
—¿Tan igual a ella...?—.
—Bah, déjalo. No tienes remedio Soojung, eres una idiota— Taeyeon la miró de reojo dándole la espalda y suspiró profundamente dirigiéndose a la cocina —Hoy debes estar cansada de caminar así que vete a dormir pronto. Mañana empezaremos a arreglar la casa—.
—¿Arreglar la casa?—.
—Claro, ¿crees que vine aquí solo a relajarme? Tenía pensado arreglar ciertas cosas. Hoy fui a comprar los materiales necesarios y mañana cuando haya desayunado me pondré manos a la obra— La mayor volvió a mirarla de reojo cortando las verduras para la cena de esa noche —Y tu obviamente me ayudarás. No sé si tu hermana te lo contó, pero siempre hago trabajar a los inquilinos—.
—No me lo dijo... Bueno, ahora ya lo sé— La morena se acercó a la cocina —¿Qué quieres que haga?—.
—Pon la mesa y limpia el pescado que compraste—.
—Está bien—.
—¿Puedo preguntar por qué demonios compraste tanto? Me gusta el pescado pero tenemos para más de un mes... Y no, no pienso comer pescado todos los días—.
—Sooyoung me engañó... Bueno, me distrajo—.
—Deberías haberle dicho que el dinero que llevabas era mío, eso la habría frenado—.
—No se me ocurrió... La conversación era tan divertida que apenas me di cuenta de la cantidad de pescado que metió en las bolsas—.
—¿Qué tipo de conversación?— A pesar de la bofetada y su tono frío, Taeyeon intentó mostrarse amable y tranquila, poniendo algo de curiosidad en sus palabras para que Krystal sonriera.
—Me ayudó a ponerle un nombre a Oliver—.
—Creí que se lo pusiste tu misma—.
—Al final lo hice, porque me decía palabras en inglés sin ningún sentido para él. "Socks" fue la palabra que más me hizo reír—.
—¿"Socks"? Bueno, debo decirte que Sooyoung no ha estudiado mucho porque se centró en seguir el negocio de sus padres, ¿le dijiste que eso quiere decir calcetines?—.
—Se lo dije y se puso a reír como loca—.

Al menos se lo sigue tomando todo con humor. Taeyeon sonrió levemente.

El resto de la noche pasó en completo silencio para ambas. La bajita estaba demasiado concentrada en comérselo todo y Krystal solo miraba a Oliver para no tener que observar el ceño fruncido de la mayor. "No todos reciben regalos de Jessica". La muchacha de largos cabellos negros había pensado por un momento que su anfitriona se había puesto celosa por no haber recibido nada, pero siempre recordaba que Taeyeon destacaba por lo poco caprichosa que era, y su nula atención para las cosas materiales. Sobre todo después de la muerte de Jessica.

—Así que... ¿Mañana arreglaremos la casa?— La menor rompió el hielo con esa pregunta sin atreverse a buscar los ónice de la mayor.
—Sí. Ya tengo todo lo que necesitaba, empezaremos por abajo e iremos subiendo. Dime, ¿tienes miedo a las alturas?—.
—No, por qué?—.
—Porque quiero que te encargues del tejado y de las dos ventanas de arriba. La madera que sujeta los cristales está bastante vieja y no quiero que las termitas tengan un festín. Primero limpiaremos a fondo cada rincón, y luego comenzaremos a cambiar lo viejo por lo nuevo—.
—Está bien, como tú quieras—.
—Y ah, como el perro me moleste, lo echaré de casa, ¿entendido?— El tono frío y seco de Taeyeon hizo que Krystal tragara saliva nerviosa y asustada. Esta solo se limitó a asentir volviendo su vista al plato de pescado medio vacío —Y mañana iré a ver a Sooyoung antes de empezar, quiero reclamarle algo—.
—N-No irás a echarle la bronca por lo del regalo de Jessica... ¿Verdad?—.
—¿Cómo? Por favor Soojung, no soy una cría como tú, a mí eso no me importa. Quiero reclamarle el por qué te metió tantísimo pescado en las bolsas. Por su culpa he visto un montón de gatos rodeando la casa y temo que tu perro empiece a hacer destrozos por querer alejarlos—.
—¿Tampoco te gustan los gatos?—.
—No me gustan los animales, así de simple— Taeyeon estaba agresiva, Krystal volvió a suspirar y no respondió —Te toca lavar los platos a ti—.
—No hay problema— La mayor dejó los palillos bien colocados sobre el plato vacío y lo retiró dejándolo sobre la encimera de la cocina —¿Te vas ya a dormir?—.
—Sí, estoy cansada de las compras de hoy—.
—¿Debo levantarme temprano?—.
—Te dejo dormir hasta las diez—.
—De acuerdo— La menor acarició su propia mejilla —Por cierto... golpeas fuerte—.
—Eso me lo enseñó tu hermana—.
—¿Jessica? Pero si nunca ha golpeado a nadie—.
—Algún día te contaré lo que ocurrió. Buenas noches—.
—Buenas noches Taeyeon— Los ojos oscuros de la más alta siguieron el pequeño cuerpo de la anfitriona de la casa hasta que esta desapareció de su vista, oyéndose de nuevo como la puerta de su habitación se cerraba.

El ambiente había quedado demasiado tenso como para que Krystal se levantara y se dirigiera hasta donde se encontraba Taeyeon. Oliver pegaba su hocico contra el cristal para que la morena le hiciera caso pero esta solo sonreía débilmente y volvía a girar la cabeza, terminándose la cena. Quizá... Quizá si está un poco celosa por esto...
Por enésima vez, Krystal suspiró y enredó sus manos en su largo cabello, tirándolo hacia atrás antes de llevarse el vaso de agua a sus labios. ¿Debería hacer algo por ella...? Por unos instantes apareció la loca idea de crear algo ella misma y hacerle creer a Taeyeon que se trataba de un regalo de su hermana, pero temía que descubriera su farsa y la echara de casa. "Sé que le caes bien a Taeyeon, aunque ella no demuestre esa confianza en ti. Solo debes darle algo de espacio y se acostumbrará a ser más amigable contigo, no metas la pata cariño, tan solo déjale ir a su ritmo".

—No es tan fácil Jessica... En verdad creo que se ha enfadado— La muchacha terminó de lavar los platos hablando consigo misma y se dirigió hasta su habitación, rozando con sus dedos el pomo de la puerta antes de dirigirse a la habitación de Taeyeon.

Sus nudillos quedaron a escasos centímetros de la madera pero no se atrevió a llamar, algo se lo impidió. Su corazón comenzó a encogerse cuando más claro oía lo que estaba pasando ahí dentro. Los sollozos de la castaña eran demasiado sonoros como para ignorarlos, aunque estuviera escondida contra la almohada.

La frente de la más alta se pegó suavemente contra la puerta de aquella habitación y terminó dándose la vuelta, arrastrando su espalda contra la madera hasta sentarse al suelo. Krystal se sentía mal, se sentía inútil. Así nunca conseguiré que sonría... Lentamente abrazó sus piernas y escondió su rostro entre sus rodillas, sollozando en silencio. Jessica, esto es muy difícil... Ayúdame...

A la mañana siguiente, la morena despertó en su cama, enrollada en las rosas sábanas y con un inmenso dolor de cabeza. Krystal frunció el ceño, gruñendo, quejándose de la migraña que estaba golpeando el lado derecho de su cabeza como si fueran constantes martillazos.

—Madre mía... ¿Qué hora es?— Con dificultad para abrir sus ojos, tanteó la mesa hasta encontrar su móvil, intentando identificar los números que veía en pantalla.

Eran las doce del mediodía.

—¡¿Las doce?!— Se levantó de la cama como si le hubieran pellizcado el trasero y abrió la puerta, corriendo por el pasillo hasta encontrar a una muy malhumorada Taeyeon en el jardín. Esta estaba cortando los tablones de madera mientras refunfuñaba. Cuanto más serraba, más se escondía Krystal para no pensar que podría acabar como ese tablón —T-Tae...—.
—¡Soojung!— La castaña se giró cuando escuchó su nombre y la morena se escondió tras el pasillo, rezando para que el día no se convirtiera en una película de terror donde la mayor la perseguía con una sierra por haberse dormido —¡Soojung!— La nombrada cerró los ojos y se sentó en el suelo, abrazando sus piernas y temblando como un cachorro. La Taeyeon enfadada le daba mucho miedo. No quiero morir... ¡No, no, no! —Soojung, ¿qué haces?—.
—¡Ah!— La bajita había aparecido a su lado con la sierra en la mano mientras se la miraba con un ceño fruncido por la curiosidad y el enfado —¿Sabes qué hora es?—.
—Lo sé... No me acordé de poner el despertador y...—.
—Tampoco te acordaste de ir a dormir a tu cama por lo que sé—.
—¿Eh?—.
—A las cinco de la madrugada me levanté para ir a tomar un vaso de agua en la cocina y te encontré durmiendo acurrucada frente a mi puerta. Creí que moriría del susto cuando choqué contigo y caí al suelo—.
—¿T-Te caíste...?—.
—Sí, y lo peor es que no te despertaste con el ruido que llegué a hacer. Aún me duele el cuello del grito que pegué al verte allí, creí que estabas muerta o algo— La ceja derecha de Taeyeon empezó a moverse producto de un tic nervioso y Krystal bajó avergonzada la cabeza —¿Qué hacías allí?—.
—L-Lo siento...— La menor comenzó a jugar con sus dedos, buscando una excusa rápida en su cabeza —Es que soy... sonámbula—.
—¿Sonámbula? Nunca me dijiste esto—.
—Para no preocuparte...—.
—¿Y te dormiste sobre tu cama? Las sábanas ni siquiera estaban arrugadas cuando te llevé a rastras hasta tu habitación— Con cuidado, Taeyeon dejó la sierra sobre la mesa del comedor y regresó hacia donde estaba la menor, arrodillándose a su altura —Soojung, ¿me estás ocultando algo?—.
—N-No... Claro que no—.
—¿Segura?—.
—Sí...—.
—En fin, allá tú con tu conciencia. ¿Te compraste alguna prenda ayer?—.
—La verdad es que no... Me centré solo en la comida y la joyería— Taeyeon se levantó y se dirigió hasta su habitación, regresando con un conjunto deportivo.
—Ponte esto, te irá mejor para trabajar. Recuerda que deberás hacer la parte del tejado—.
—Está bien...— La morena se levantó y agarró la ropa —Oye Tae... ¿Te enfadaste conmigo?—.
—No soy tan infantil como te puedo parecer. Vístete y ven—.

Krystal simplemente obedeció y se vistió con el conjunto deportivo que Taeyeon le prestó. La camiseta blanca le quedaba algo corta por la diferencia de estatura pero en cambio agradecía eso mismo para los pantalones. Estos le quedaban apretados hasta las rodillas, por lo que tendría más movilidad.
La mayor sacó del jardín trasero una larga escalera metálica para poder subir hasta el tejado y cuando la morena pisó las tejas, recibió una bolsa con todas las herramientas que necesitaba.

Vigila no te hagas daño con el martillo o los clavos. Utiliza la pata saca clavos para tirar de las tejas que veas que están en mal estado. Si necesitaras más tejas dímelo—.
Está bien, procuraré no tardar mucho—.

***

Lo había pensado durante muchos días. El saber que había dejado a su amada sola en el mundo hacía que se sintiera demasiado triste como para cuidarla y su corazón seguía doliendo al no poder descansar en paz. Jessica paseaba arriba y abajo en la habitación donde estaba encerrada mientras esperaba que todo a su alrededor se calmara. No se encontraba ni en el cielo ni en el infierno, se encontraba en una zona apartada del purgatorio, ya que ella no debía remediar ningún pecado, pero su conciencia intranquila no la dejaba avanzar hacia el camino del descanso eterno.

—¿Sigues tan nerviosa?— Un ángel se presentó en su ventana, sonriéndole con calidez.
—Bastante... No me acostumbro a esto, y no quiero dejarlas completamente solas. Son unas niñas...—.
—¿No confías en Taeyeon?—.
—Claro que confío en ella, pero a veces...— Jessica suspiró —A veces tiene ciertos bajones emocionales, y temo que Krystal no sepa calmarla como lo hacía yo—.
—¿Y si les dejas una carta?—.
—¿No va en contra de las normas?— El ángel negó con la cabeza y entró en la habitación, dejando la ventana abierta —El Señor me ha dicho que deberás estar un tiempo más aquí—.
—¿Y eso por qué? ¿Hice algo malo?—.
—No querida, pero tú misma has confesado que no estás preparada para dejarlas solas, y yo lo entiendo. No eres la primera que suelta mi mano cuando les digo que al llegar al cielo solo podrán observar— La rubia bajó la cabeza entristecida —Sé que es una idea difícil de entender, sobretodo habiendo tenido tan buena conexión con ambas durante tantos años. No es algo que se pueda remediar de un día para otro, y el Señor ha visto que quizás debas quedarte un poco más para darles ese empujoncito que les falta, tanto a Taeyeon como a tu hermana—.
—¿Y crees que una carta podría solucionar algo? Ambas lloraron al leer la que escribí cuando todavía estaba viva— El ángel se cruzó de brazos y apoyó parte de su peso contra el marco de la ventana —Y tampoco quiero abusar de las cartas... porque si luego es cierto que ya no podré ayudarlas al estar en el cielo, detestaría que se acostumbraran a recibir papeles con mi letra y que de un día para otro ya no lo hicieran. Eso podría volver a deprimirlas—.
—Cierto es... Pero dime algo, ¿tú estás convencida de que ellas harán una buena pareja?—.
—¿A qué te refieres?—.
—¿No te sientes celosa?—.
—¿Celosa? Mi corazón está tranquilo sabiendo que se apoyan, y lo que verdaderamente quiero es que se den cuenta de que la una sin la otra no serán verdaderamente felices— Jessica se acercó al banco blanco que reposaba frente al piano del mismo color y se sentó, comenzando a tocar las teclas —Una vez, escuché a Krystal confesarle a una de sus amigas que se sentía atraída por Taeyeon. Mi hermana siempre ha sido muy tímida con sus sentimientos, más con Tae, pues no tuvieron muchas oportunidades para hablar sin interrupciones y para conocerse mejor antes de que yo las dejara solas— La rubia sonrió —A pesar de saber que me estaba muriendo, me sentí feliz al pensar que Krystal podría darle a Taeyeon todo lo que yo no he podido. En muchas cosas nos parecíamos, y supe que mi novia podía estar feliz con mi hermana si permanecían juntas—.
—Por lo tanto, crees que es una buena idea juntarlas, ¿no?—.
—Es lo que mi corazón quiere que haga, y yo estoy de acuerdo con él—.
—Eres una gran mujer Jessica, no creo que sea mala idea lo que piensas, pero ve con cuidado. Nunca se sabe qué puede pasar si interfieres mucho en la vida de dos personas—.
—Todavía no sé qué haré para que tomen más confianza en la otra, no quiero aparecerme como un fantasma y provocarles un infarto— La joven rio tiernamente —No sería divertido para nadie—.
—Entonces, ¿qué le digo al Señor?—.
—Dile que acepto quedarme aquí más tiempo. No me sentiré tranquila hasta que consiga hacerles ver que estoy bien y que deben cuidarse mutuamente. Eso es lo que me haría realmente feliz—.

El ángel miró por la ventana y sonrió.

—De momento, tu felicidad deberá centrarse en que una de las dos no acabe haciendo una locura—.
—¿A qué te refieres?—.
—Pues que dentro de nada tu hermana caerá sobre Taeyeon  y puede pasar cualquier cosa— Jessica se levantó del banco frente al piano y se acercó a la ventana, viendo al par de chicas que la hacían feliz intentando arreglar la casa sin hacerse daño. La rubia no pudo evitar sonreír tiernamente, apoyando sus brazos sobre el marco de la ventana mientras Krystal tropezaba y Taeyeon intentaba cogerla en brazos, cayendo ambas al suelo —Entiendo que remarcaras que tu vida fue siempre feliz, son muy divertidas—.
—¿Verdad?—.

***

La morena tropezó con la bolsa donde tenía las herramientas y notó una desagradable sensación que subía desde su estómago hasta su garganta.

—¡Taeyeon me caigo!— La nombrada alzó la cabeza sin entender qué decía la menor.
—¿Eh? Espera... ¡¿qué hace!?— La castaña se apartó levemente de la pared que estaba arreglando y extendió sus brazos como si eso pudiese evitar la fuerte caída que tuvieron ambas —P-Por Dios Soojung... ¿Qué haces?— La mayor sintió que le faltaba el aire y que se mareaba, pero reaccionó al instante de ver como la escalera metálica iba descendiendo lentamente hasta donde se encontraban ellas.

Con fuerza abrazó el cuerpo de la menor y rodó por la hierba, sintiendo un fuerte golpe metálico contra el suelo, seguido de los ladridos del perro.

—Soojung, ¿estás bien? ¿Te has hecho daño?— La menor abrió los ojos y se sonrojó al encontrarse con el rostro de Taeyeon muy cerca del suyo —¿Te duele mucho?— Al recordar lo que había pasado, sintió una punzada en sus pulmones y la mano de la castaña acariciando su ceja —Te la has abierto... Debemos ir a que te pongan puntos de sutura—.
—¿P-Puntos de sutura...?—.
—Claro, esto no se cura con una simple tirita—.
—¿D-De verdad es necesario? Quiero decir...—.
—No me digas que tienes miedo de esto. No duele—.
—¿S-Segura...?—.
—Soojung, nadie se ha muerto por unos puntos de sutura en una ceja, cada día hay personas a las que les ocurre esto, aunque me refiero a las cejas, no a caerse sobre mí desde un tejado al tropezar...—.
—Lo siento... Dejé la bolsa en mal sitio y... ¡Ay!— Con cuidado la mayor hizo una bola de papel y se la puso sobre la herida, agarrando la mano de Krystal para que ella misma presionara.
—Vámonos ya, que se quede tu perro vigilando la casa—.
—Está bien...—.

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