lunes, 19 de septiembre de 2016

Black Swan | Capítulo 1


Buenos días bollitos de crema.
¡Ya hemos pasado los 500 seguidores en la página de FB! Y estoy muy muy muy feliz por tener a unos Callers tan fieles y pacientes, ¡os quiero!

Como compensación, os traigo el primer capítulo de "Black Swan", disfrutadlo.

Prólogo | Capítulo 1 | Capítulo 2

¿Quieres leer? Dale a...

CAPÍTULO 1

De su bolsillo trasero sacó un billete, la cantidad no era tan importante, sino más bien la calidad del papel. Con la maestría propia de un mago, la joven enrolló el billete hasta tener un rulo lo suficientemente fino para que entrara en su nariz, conectando el otro extremo de este con una característica raya de polvo blanco, puesta de la forma más pulcra posible sobre el abdomen de una mujer de 35 años que aparentaba unos cuantos menos debido a sus tantas operaciones plásticas. ¿Su nombre? Joohyun, Bae Joohyun, aunque para los amigos era simplemente “Irene”.
La cocaína de esa tarde era la mejor que la morena había probado en los últimos meses; algunas se traspasaban a su boca dejándola pastosa, otras eran tan sólidas que ni siquiera pasaban por su nariz por muy polvo que fueran, pero esa no, esa era de calidad. Tendría que comprarle más a ese camello.

Al fin había encontrado a alguien que vendiera lo que realmente decía que vendía.

Desde que la policía atrapó al último camello de confianza, la joven se había llevado decepción tras decepción, teniendo que lidiar además con supuestas “pagas extras” que querían los vendedores. ¿Hacía falta decir qué era lo que buscaban esa panda de babosos esqueléticos con los ojos vidriosos y unos pómulos afilados como cuchillos? Ella ya sabía a lo que se exponía yendo a buscar según qué en los barrios más pobres y lamentables de Seúl, aquellos barrios que nunca salían en los mapas, que nunca estaban allí cuando una web de viajes buscaba hacer dinero, aquellos que ni siquiera el gobierno se molestaba en saber cuál era su evolución. Yerim cerró los ojos tirando la cabeza hacia atrás; Yerim, sí. Con pesadez suspiró, sintiendo que sus párpados le pedían seguir bajados un poco más, tan solo unas milésimas de segundo para disfrutar hasta el último aliento la esnifada de campeonato que acababa de regalarse. La mujer tumbada bajo su cuerpo dejó ambas manos en los delgados muslos vestidos por unos tejanos negros, llamándole la atención para que volviera a hacerlo.

   —Me gustó, hazlo otra vez— pronunció apretándola un poco con sus delgados dedos.
            —Cállate— respondió la otra, separando sus manos para saltar de la cama en busca de algo mejor. La cocaína era simplemente el principio, Yerim sabía muy bien cuál era el orden de sus preciados ingredientes tóxicos.
            —Un poco de respeto para tu prima, ¿no?— la mayor simplemente se ganó un gruñido como respuesta —¿buscas esto?— Yerim no pudo evitar girar la cara en cuanto le llamaron la atención de ese modo, encontrando entre los blancos dedos contrarios una pequeña bolsita con una sustancia de color verde en ella. A simple vista parecían hojas de té machacadas, pero tras esa faceta inocente y saludable, se escondía el plato favorito de la menor: heroína —te lo daré si te sientas en las piernas de tu prima Irene—.
            —Dámelo— insistió la menor.
            —¿No tienes curiosidad por saber cómo te lo robé?— la interesada negó la cabeza —tsk, aguafiestas. Está bien, tómalo.

Yerim tenía mucha habilidad con sus manos, solía tocar el piano cuando era pequeña, soñaba con ser una gran pianista para que su profesora se sintiera orgullosa de ella: Taeyeon. Tan solo de recordar ese nombre sus manos temblaban y sus ojos escocían, pero ella había cambiado, había cambiado por su culpa, y ya no había vuelta atrás. Taeyeon no era una profesora de piano con todas las de la ley, ella había aprendido gracias a su madre, y al mismo tiempo, quiso aprovechar lo poco que sabía enseñándoselo a la hija del matrimonio que se mudó enfrente de su casa. Hacía mucho calor, pero la mayor recordaba que no era verano pues por las noches seguía tapándose con alguna manta, la primera que encontrase por su armario. Era el mismo clima que el que se respiraba en la habitación de Joohyun.

“Mamá, tenemos a una inquilina” fueron las primeras palabras de Taeyeon al ver como una curiosa Yerim entraba en su casa por error, agarrando con fuerza un osito de peluche “te llamaré Yeri, suena bonito”.

El reflejo de la luz exterior cubría casi por complicidad el rostro del marido que se apreciaba en la fotografía de la mesita de noche, dejando una especie de sombra blanca en la cara del hombre. Tan solo se podía identificar la figura de la mayor y una niña pequeña que lucía con orgullo un bonito vestido rosa con blancos volantes. Ese día el matrimonio en cuestión cumplía cinco años, pero el marido estaba fuera por un viaje de negocios, así que Joohyun decidió que invitar a su prima menor a que se drogara sobre su abdomen le pareció una muy buena idea.
Con rapidez, la joven se ató en su brazo una goma elástica gruesa y de color verde, dejando a la vista una de sus venas; la aguja no tardó en entrar, provocándole aquél doloroso pinchazo como señal a que la droga ya estaba circulando por sus venas. Volvió a suspirar, volvió a gruñir, pero no estaba de tan buen humor como para aguantar las seguidas palabras de Joohyun, por lo que la tumbó en la cama con el ademán de darle algo más; el problema era que las ganas de sexo que Yerim acumulaba al ver el trasero de aquella mujer, desaparecían en cuanto sus labios hacían contacto. Tanto plástico le arruinaba el día.

   —Cada día estás más falsa—.
            —Y tu más podrida— la mayor no era alguien que aceptara demasiado bien el que se metieran con sus operaciones. Lo había hecho por iniciativa propia.
            —Pero lo mío puede arreglarse— no quería hacerlo, pero Yerim tenía respuestas para todo —cuando dejes de ser adicta al bisturí, llámame—.

Cerró la puerta tras de sí, escuchando alguna que otra maldición verbal por parte de la contraria. La menor se divertía haciendo enfurecer a su “querida” Irene; esta era alguien demasiado susceptible como para no tomarle el pelo y Yerim podía estar podrida por dentro, pero su cerebro todavía estaba lo bastante avispado como para tener siempre algo que disparar con la picardía de una jovencita inocente.

“Así que vienes del distrito Mapo, ¿cómo lo has hecho para llegar hasta aquí sin llorar?” la niña le enseñó el osito de peluche a Taeyeon “vaya, así que este es tu amigo, ¿y tú eres tan valiente como lo es él?” ella asintió con una enorme sonrisa blanca decorando sus regordetas mejillas “¿quieres tocar el piano conmigo?”.

Pero los recuerdos que por un momento le habían parecido hasta bonitos, se esfumaron como el humo del cigarrillo metido entre sus labios cuando la vio: Una mirada. Solo bastó eso para que ambas quedaran mudas frente a la otra. La gente seguía caminando, chocando contra ellas por la aglomeración que se formaba en las calles a primeras horas de la mañana. Las palabras de la pequeña Yeri volvieron al cerebro de Taeyeon y esta tragó saliva disimuladamente. La mayor se sentía indefensa y asustada por la mirada felina y penetrante de la menor, delineada de forma perfecta con un potente color negro mate. Un trabajo digno de haber sido hecho por el maestro del maquillaje. ¿Por qué Taeyeon tuvo que cambiar de camino? Ahora le importaba menos llegar tarde caminando por el otro lado donde siempre daba la vuelta a todo el edificio que no encontrarse con ella. Con Yeri. Con la muchacha que se le declaró una vez y esperó por ella durante años.

La mayor había huido acobardada por lo que pudieran decirle, dejando a una destrozada niña tras ella, llorando sin parar. Ella simplemente pensó en su propio bien.

Ese nuevo color en sus ojos hacía que el rostro de Yeri se endureciera, estremeciendo a la bajita. Habían cambiado varias cosas entre ellas, diez años dan para mucho, pero el cambio que había hecho la menor era realmente impresionante: su cabello caía por los lados de su cara como una larga cascada negra y lisa, incapaz de verse enredado; había adelgazado mucho, quizás demasiado; llevaba piercings... ¡piercings! Un aro negro en una de las aletas de su nariz y otro arete del mismo color en la parte derecha de su labio inferior. Taeyeon no pudo evitar carraspear, sintiendo su boca seca al bajar la vista y ver que todavía seguía usando el colgante que ella le regaló por su quinceavo cumpleaños: un colgante en forma de atrapasueños con una bola azul turquesa justo en medio de la red. Las dos plumas de color verde pistacho seguían revoloteando a cada paso que daba la portadora de ese regalo, y la correa de plata todavía brillaba con los reflejos del sol.

La mano de Taeyeon que sujetaba su maletín se tensó dejando sus nudillos blancos, fastidiando a la menor, la cual no dejó pasar ese pequeño detalle. Ella era la que debería tener ese maletín y aquél bonito traje-chaqueta, y no la mayor. Yerim no pudo evitar sonreír entre caladas de cigarrillo dándose cuenta de que las primeras arrugas de expresión empezaban a asomarse a cada lado de la cara de la bajita, especialmente en sus ojos y boca. Pero, no fue hasta que la más alta comenzó a moverse que Taeyeon reaccionó. Debía hacer algo y no tenía ni la más remota idea de qué hacer. Se veía estúpida.

   —¡Espera!— Primer error, tomarla de la mano.
            —Piérdete—.
            —¡Yeri!— Segundo error, llamarla por aquél apodo.
            —¡He dicho que te pierdas!— Y tercer error, no haber esquivado el golpe.

Era increíble lo muy histérica que podía ponerse la gente por un simple puñetazo dado en medio de la calle. Un señor fue el soporte contra el que cayó Taeyeon, medio inconsciente y adolorida por aquellos huesudos dedos que se clavaron con rabia en su cara.

   —No me vengas con estupideces sentimentales, imbécil—.
            —¡Eh, tú!— La voz de un hombre alertó a Yerim, la cual gruñó señalando a la mujer que todavía estaba en el suelo.
            —Me las vas a pagar, vieja, te juro que me las vas a pagar pronto—.

La joven tuvo que ponerse a correr hasta alcanzar su moto, aparcada de la forma más basta posible en un parking privado. A Yerim le importaba una mierda lo que dijeran o pensaran de ella, le importaba poco que la señalaran por la calle y cuchichearan sobre sus insanas costumbres, pero lo que sí la molestaba era que la tocaran, que intentaran atraparla o llamarle su atención con unos toques en el brazo. Su piel era extremadamente sensible, por eso apartó rápido las manos de Irene, porque nunca había soportado demasiado bien la presión de unas manos contrarias contra su cuerpo. Horrible, se sentía horrible, se sentía como si siempre que alguien quisiera decirle algo abusaran de ella. Bueno, tampoco es como si ella hiciera algo para solucionarlo, pero definitivamente su espacio personal era sagrado, la frágil burbuja que sentía que la rodeaba tenía que ser impenetrable para cualquiera, absolutamente cualquiera… Taeyeon incluida.

Lo primero que hizo al llegar a su pequeño piso fue tirar el casco de la moto contra el sofá, enfureciéndose cuando este pareció retarla al rebotar y caer al suelo. Su puño volvió a encastarse con algo, pero esta vez fue la pared, la fría, cruda y triste pared que siempre recibía el puñetazo en el mismo lugar; a falta de sacos de boxeo, se desquitaba con la pared de yeso. Triste, su vida en el interior de aquella vivienda era tan triste como la de un cerdo en el matadero. ¿Taeyeon estaría bien? ¿Le habría dejado una marca demasiado notoria?
• • •

Estuvo minutos gimoteando, quejándose por el contacto frío del hielo contra su magullado pómulo. ¿A qué había venido eso? Las sospechas de Taeyeon sobre lo que hacía Yerim con su vida cada vez eran más claras.

  —Estoy bien, no hace falta que me atienda tanta gente— el calor y la ansiedad de sentirse rodeada por tantos de sus compañeros de trabajo tan solo la ponía más nerviosa —de verdad, con uno que se encargue de mí es suficiente—.
            —¿Pero cómo fue eso? Creía que no tenías enemigos.
            —No los tengo, tan solo tropecé con mi propio pie y me caí de bruces al suelo— mintió, evitando así más preguntas.

La mayor se quedó sola en uno de los boxes del hospital junto a una enfermera en prácticas, una muchacha muy alta y muy delgada de cabello castaño y sonrisa enorme. De alguna manera esos dientes tan blancos le recordaban a Yerim, la cual no tuvo que enseñar demasiado para que la bajita se diera cuenta del color amarillento debido al tabaco. Una lástima.

  —Si le hago daño no dude en decírmelo— comentó la chica nueva, intentando controlar tanto como podía sus tembleques.
            —Está bien, tan solo deja el hielo y ponme una pomada antiinflamatoria, no estoy sangrando así que con eso bastará—.
            —¿No quiere que lo tape?— Taeyeon negó con la cabeza.
            —Si lo tapas será peor, tan solo ponme eso y ya está, debo ir a atender a mis pacientes y no me gusta llegar tarde—.
            —Si doctora Kim—.

La conversación terminó allí. La mayor estaba demasiado absorta en sus pensamientos como para ponerse a responder todo lo que aquella novata le pedía, y es que le había parecido buena idea el regresar a Seúl, pero nunca pensó que una de las primeras personas que iba a encontrar sería la niñita que casi le arranca una mano intentando así evitar el que se fuera de la ciudad. Estuvo mirando sus dedos, aquellos que habían tomado con temor la muñeca de la joven, queriendo así poder hablar con ella, pero, ¿Taeyeon estaba en su derecho? La mayor había vivido con la culpa de haberle roto el corazón a la menor diez años atrás, y ese sentimiento todavía le carcomía por las noches, especialmente cuando su marido roncaba felizmente a su lado y no le dejaba conciliar el sueño.

Pero es que Yerim había cambiado tanto… todavía recordaba la bronca que le regaló su madre el día que apareció con el cabello de color rubio, todavía recordaba aquél pequeño pecho en desarrollo que se acomodaba en su espalda cuando la abrazaba por sorpresa, todavía recordaba aquél primer encuentro con el osito de peluche que terminó siendo casi el amigo íntimo de Taeyeon durante las clases de piano, todavía recordaba tantas cosas que el sentimiento de ser una mala persona iba creciendo en su interior en cuestión de segundos. No podía martirizarse de esa manera, pero tampoco podía evitarlo, quizás ese puñetazo era uno de los tantos castigos que recibiría por haber sido tan mala con la joven, por haberle roto todas sus ilusiones y sueños en los que ambas eran protagonistas.

De alguna forma Taeyeon debería arreglar eso, al menos para no ganarse otro de sus tantos puñetazos, pero de nuevo estaba cometiendo el peor error de su vida: pensar simplemente en ella misma, en su propio bien, así como lo hizo diez años atrás, así como se sentenció por el resto de sus días.

8 comentarios:

  1. Fue demasiado bueno, me gustó mucho *-* Se nota que va a ser una historia dura pero también veo que se me va a hacer entretenida, incluso divertida (porque yo soy de gustoa raros en cuanto a diversión y risas)

    No termino de imaginar a Yeri de la forma en la que la describes aquí, es tan adorable en realidad que cuesta, pero me gusta también una faceta más cruda de ella. Seguiré leyendo, porque me ha dejado con ganas de más, de mucho más 💕

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tus comentarios llenos de love me animan tanto~
      Sé que es un poco difícil imaginarse a Yeri de esta forma en la que prácticamente se suicida de forma lenta y casi invisible a los ojos de los demás, pero quería algo diferente (además de que me sentía mal escribiendo siendo ella todavía menor (?)).

      Ya veremos si en el capítulo 2 me sigues queriendo tanto xD Gracias por comentar <3

      Eliminar
  2. Lo primero que diré es que me sorprendí, cuando leí que sería un fic de Yeri y Taeyeon, nunca pensé que sería así, pues wow, siempre me sorprendes.
    Me gustó mucho, si, hacia rato que no leía algo tuyo. Me alegra volver a hacerlo.
    Espero que subas pronto el capítulo 2,Ajumma, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tenía la idea rondando por la cabeza desde el año pasado, pero perdí mi libreta donde lo había empezado a escribir y lo abandoné. El otro día haciendo limpieza la encontré, así que mejoré lo que había escrito y aquí lo tienes: una couple a la que nadie le hace caso excepto yo, que sumándoles 10 años a cada una se puede sacar mucho partido de ello.
      Espero que más adelante te siga gustando.

      Gracias por comentar~

      Eliminar
  3. Es una pareja que jamas se me ubiera crusado por la cabesa pero viniendo de ti cualquier cosa puede pasar y terminar en esto
    Es tan hermoso y aish no se que decir me encanta
    Pd:La portada de paguins es tan hermosa sexY no puedo con LE Dx
    Te la puedo robar? Jajaja
    Gracias por esta grandiosa historia ajumma <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tenía ganas de escribir algo original y shippeo en secreto (bueno, no tan secreto en realidad) a Taeyeon y Yeri así que encontré la oportunidad perfecta para dejar sueltas mis ideas y plasmarlas aquí.

      PD: No puedes robarme la portada o te perseguiré hasta que me pidas perdón (?)

      Eliminar
  4. Sexo, muertes y violencia ¿qué más puedo pedir? -hace la croqueta-.

    No he podido leer hasta ahora, pero le tenía muchas ganas cuando leí el prólogo, y de verdad que me ha encantado. Soy de gustos raros y el drama a montón, me mola a mi. Y que imaginación, señor, a mi no se me ocurrirían historias así ni queriendo.(?)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si~ Sexo, mucho sexo êvê kekeke.
      Entonces déjame decirte que llegaste al lugar perfecto, porque todas mis historias tienen algo en común: drama, sí, incluso la del restaurante va a tener drama, te lo digo yo (?)

      Espero que los próximos capítulos sean de tu agrado, gracias por leer y tomarte el tiempo en comentar <333

      Eliminar