viernes, 10 de enero de 2020

F.L.O.W.E.R | Capítulo 1


Buenas noches caracoles de mar, ¿todo bien?
Hoy ha sido un bonito día y me siento generosa, así que vengo con el inicio de un nuevo FanFic.

¡Disfrutadlo!

Título: F.L.O.W.E.R
Parejas: Seunghee x Eunbin / Seungyeon x Sorn
Tipo: Yuri
Género: RP | Romance | Fluff | Comedia | Drama
Advertencias: Lemon, intimidación, violencia de género
Notas: No es un FanFic lineal
Estado: En proceso

Inicio del FanFic | Capítulo 2

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I
GARDENIA. SECRET LOVE

Tras despedirse de Chonnasorn y Seungyeon, la maknae de CLC lavó los trastes del desayuno y dejó el fregadero lleno de agua limpia con mucha espuma, listo para que las últimas integrantes que dormían lo tuvieran fácil a la hora de lavar los platos que ensuciaran. Eunbin sonrió por su trabajo bien hecho y deslizó sus pies descalzos por el suelo laminado del apartamento hasta llegar a su habitación, tumbándose en la cama para seguir leyendo aquél libro de poemas que le había regalado Seunghee por su cumpleaños.

Era un sábado como otro cualquiera. Debido a que las promociones del grupo habían terminado hacía unas semanas y la empresa no daba señales de que fueran a darles algo más que hacer—, las chicas solían aprovechar el tiempo libre para salir a pasear, comprar o hacer el vago. Eunbin no necesitaba mucho para ser feliz y distraerse, solo una libreta y un bolígrafo, un teléfono móvil o un libro. De hecho, el libro de poemas que estaba leyendo se lo había leído ya un par de veces, pero siempre que separaba las páginas y le llegaba aquél olor a vainilla en su nariz, se sentía como si lo estuviera leyendo por primera vez. Suponía que el perfume de la mayor tenía ese poder en ella.

Al mantener la puerta de su habitación abierta y leer boca arriba, pudo ver por el rabillo del ojo a Tingyan caminando por el pasillo en dirección a la cocina. Eran las once y media de la mañana. La maknae sonrió, ya solo faltaba que la mayor de todas se despertara y desayunara, y entonces le preguntaría si le podría ayudar a cocinar para cuando fuera la hora de comer. Sin embargo, la vibración de su móvil encima de las sábanas arrugadas le obligó a dejar todas aquellas fantasías de telenovela romántica para más tarde. Era un mensaje de Chonnasorn.

   De: Sorn unnie
            Mensaje: Esta noche Seunghee unnie temblaba de frío, me parece que tiene algo de fiebre así que cuando regresemos de las compras pasaremos por una farmacia. Procura que no se levante.


Eunbin se levantó de la cama como si la hubieran pellizcado y se quedó con los ojos fijos en la pantalla. ¿Por qué Chonnasorn no se lo dijo antes de salir? De haberlo hecho, las hubiera acompañado hasta encontrar la farmacia más cercana para poder volver cuanto antes al lado de la castaña. La maknae frunció el ceño, farfullando algo que ni siquiera ella misma entendió al tiempo que salía de su habitación y procuraba no resbalar mientras corría por el pasillo hasta la habitación de la mayor. Una vez se encontró frente a la puerta de dicha habitación, tragó saliva y respiró con profundidad, golpeando la madera con sus nudillos un par de veces. No obtuvo respuesta. ¿Estaría durmiendo? O quizás simplemente estaría en aquél estado parecido al de la borrachera.

—¿Seunghee unnie?— Eunbin abrió la puerta con mucha lentitud, intentando no molestar demasiado a la mayor.

La estancia estaba sumida en oscuridad y se respiraba un aire pesado y caliente. Denso. La morena sabía que aquella atmósfera no se debía simplemente a que la habitación la compartieran tres de las integrantes, sino también porque la temperatura en el cuerpo de la castaña tenía que ser mucho más alta que la de las demás, y aquello ya era suficiente para que el ambiente fuera distinto.

Eunbin escuchó una respiración pesada y el lento movimiento de unas finas sábanas que se deslizaban sobre un cuerpo casi inerte en la cama. Le pareció ver los ojos de Seunghee entre la oscuridad, entreabiertos y brillantes, rojos de irritación. Con mucha suavidad la menor se sentó en el borde de su cama y la miró. La ex-líder cerró los ojos en cuanto se encontró con el peso ajeno en su cama y se dejó acariciar; Eunbin dudó unos segundos en sí tocarla o no por miedo a molestarla o hacerle sentir peor, pero sus largos y fríos dedos fueron como un bálsamo que Seunghee necesitaba para sentir que seguía entre los vivos. A la maknae le pareció ver una sonrisa.

   —Sorn unnie me dijo que pasaste una mala noche… ¿te encuentras muy mal?— la morena se inclinó lo mínimo para no molestarla, solo para tener más libertad y poder apartarle con cariño los mechones rebeldes que cubrían el rostro de la mayor. Daría lo que fuera para poder tocar aquellos cabellos sin tener que buscar pretextos o excusas baratas.
            —Mi cabeza… da muchas vueltas…— la voz rota y ahogada de la contraria alertó a la más alta. No recordaba cuál fue la última vez que escuchó aquella melodiosa voz hecha añicos de esa manera tan exagerada.


Eunbin acercó su mano a la frente de la mayor al tiempo que ponía la otra sobre la suya propia. La retiró casi al instante, preocupándose al sentir que el cambio de temperaturas entre ambas frentes era horriblemente diferente.

—Unnie, estás ardiendo— sentenció la menor, bajando las cejas en un claro gesto de preocupación —tienes mucha fiebre… ¿qué puedo hacer para que te sientas mejor? ¿Quieres tomar algo?— la bajita negó con la cabeza, tirando del borde de las sábanas para ver si podía taparse un poco más —iré a buscar una manta, espera—.

La menor se levantó y dejó la puerta ajustada, dirigiéndose hasta la cocina donde una muy adormilada Tingyan comía cereales con leche manteniendo sus ojos cerrados y el ceño fruncido. La hongkonesa intercalaba bocados de cereal con una enorme taza llena de café que sostenía con la otra mano, casi tragando sin masticar. Hasta que dicha chica no hubiera desayunado y se hubiera vestido con ropa para salir a la calle, no abriría los ojos.

   —Elkie unnie, ¿tienes una manta que no utilices?— la contraria asintió con lentitud, comiendo con las mejillas hinchadas a más no poder —Seunghee unnie se encuentra muy mal y tiene frío. Quiero que esté bien abrigada mientras le cocino algo—.
            —Ajá— respondió la mayor, sorbiendo de su taza —cocínale una sopa de pollo, eso le irá bien—.
            —Una sopa de pollo… ¡claro!— la menor juntó ambas manos en una sonora palmada que hizo saltar a Tingyan de su asiento.
            —¿Qué haces?—.
            —Me animo para que la sopa salga bien. Nunca he cocinado una antes—.
            —¿Una sopa para qué?— Eunbin parpadeó sorprendida sin entender a qué venía la pregunta.
            —Elkie unnie, ¿me estabas escuchando? Dije que Seunghee unnie está enferma y tú me recomendaste cocinarle una sopa de pollo—.
            —¿Seunghee unnie está enferma?— los ojos de la hongkonesa se fueron abriendo tras sus gafas redondas —¡¿y por qué no me lo decías antes?!—.
            —¡Pero si te lo he dicho! ¿Se puede saber qué has entendido?— en ese momento, la menor recordó que había dejado la puerta ajustada, por lo que era muy probable que Seunghee las estuviera escuchando desde la cama. Con rapidez, la más alta llevó el índice a sus labios, pidiéndole silencio a la contraria —tan solo dime dónde está esa manta tuya—.
            —En una de las cajas bajo la cama—.
            —Gracias— Eunbin dio media vuelta y caminó en dirección a la habitación de Tingyan; sin embargo, ésta la interrumpió a medio camino.
            —¿Puedo ayudar en algo?—.
            —Sí, sigue desayunando—.
            —Eso se me da bien— respondió Tingyan con una sonrisa bobalicona en el rostro, retomando la cuchara para seguir comiendo cereales.


Eunbin se dirigió con premura hasta la habitación de la hongkonesa y se arrodilló para sacar las cajas transparentes que ésta guardaba bajo la cama. Solo le hizo falta abrir una para encontrarse con una manta de color rosa, de lana espesa y cálida, muy suave al tacto y con olor a fresas. La maknae guardó las cajas y abrió la puerta de la habitación que Seunghee compartía con Chonnasorn y Yeeun, escuchando a la mayor toser entre las sábanas.

—Te traje esto— no esperó a que la otra le contestara, ella simplemente puso la manta encima de la cama y la acomodó bien para que la contraria pudiera descansar mejor —voy a prepararte una sopa calentita—.

Los ojos de Seunghee volvieron a abrirse, enfocando el rostro de la menor con dificultad.

   —Pero si tú no sabes cocinar…— contestó en un hilo de voz, notando un pinchazo en su garganta que le impidió terminar la frase.
            —Seguro que encuentro algún tutorial en YouTube. Además, ¿no te gustó mi sopa de patatas con leche?—.
            —Si pero, no es lo mismo… nuestro manager te ayudó— Seunghee sentía que moría un poco más a cada nueva palabra que lograba escapar de su boca seca y pastosa.
            —Tú descansa, yo me encargo del resto— la mayor no respondió, solo volvió a cerrar los ojos y suspiró con pesadez. Ella sabía que no lograría que Eunbin cambiara de opinión, por muchos peros que le soltara.


Una vez la menor cerró la puerta, corrió hasta su habitación y trajo hasta la cocina su ordenador portátil. Buscar un tutorial para una sopa de pollo fue sencillo, solo le quedaba ver si contaba con todos los ingredientes necesarios. Tingyan terminó de comer minutos más tarde, lavó los platos que había utilizado y le comentó a Eunbin que se encerraría en su habitación para practicar un poco de yoga. Aquello era otra manera de decir que si ocurría algo, no se iba a enterar porque siempre hacía deporte con los auriculares puestos y la música a todo volumen. Una manía suya.

Eunbin se sentó en uno de los taburetes de la barra americana que tenían en la cocina y miró el vídeo un par de veces, no parecía demasiado difícil. Sin embargo, lo que comenzó siendo como un proceso normal de ebullición y consecuente mezcla de vegetales y pollo, terminó con la maknae intentando apagar la llama que había aparecido al haber puesto el fogón a una temperatura demasiado alta para lo que necesitaba. Si bien la señora del tutorial repetía una y otra vez que era mejor cocinar de manera lenta para que la sopa tomara un buen sabor a pollo y verduras, Eunbin pensó que si ponía el fuego más alto, terminaría antes y, por ende, podría encargarse de Seunghee antes de que Chonnasorn y Seungyeon regresaran de sus compras. La idea de poder darle la sopa ella misma era algo que en su cabeza quedaba bonito y tierno. ¿Qué mejor manera de hacerle ver a la mayor que le gustaba con un gesto tan sencillo y maternal como ese? Eunbin sabía que le gustaba Seunghee; no lograba recordar cuándo fue que su corazón comenzó a latir como un loco al tenerla cerca, pero sabía lo que era amar a alguien, conocía esa sensación, y dudaba que todo aquello que sentía fuera una farsa de su propia mente simplemente porque la contraria era amable y cariñosa con ella.

—¡Elkie, Elkie unnie!— detestaba la idea de alzar la voz sabiendo que muy probablemente habría despertado a la ex-líder con tal griterío, pero necesitaba la ayuda de la hongkonesa para apagar esa llama que parecía haber cobrado vida propia, rehusándose a morir por muchos vasos de agua que Eunbin le tirara encima. Es más, parecía que creciera por momentos —¡Elkie unnie ayúdame, por favor! ¡Que alguien me ayude!—.

La maknae se arrodilló al suelo y cubrió sus oídos mientras gritaba asustada, viendo los destellos del fuego que seguía subiendo hasta alcanzar el borde del mueble de madera que cubría el extractor. Tenía miedo, ¿y si se quedaban sin apartamento por su culpa? ¿Cómo la miraría Seunghee? Probablemente se sentiría decepcionada y molesta con ella para siempre.

   —¡Ayuda!—
            —¿Se puede saber qué pasa…?— una voz frágil y delicada sonó como un cristal roto entre tanto vocerío. Eunbin alzó la cabeza y se encontró con Seunghee apoyada en el marco de la puerta, temblando y despeinada. El pijama gris que llevaba estaba completamente pegado a su cuerpo debido al sudor, pero aun así no dejaba de tiritar —Eunbin, ¿qué estás haciendo…? ¿Y por qué hay fuego en la cocina…?— ella frunció el ceño y se acercó tambaleando hasta el fregadero, humedeciendo el trapo que utilizaban para secar los cubiertos.
            —Unnie, yo… ¡N-No sé qué pasó, estaba haciendo la sopa y de repente salió mucho fuego y, y…!— la menor se levantó, tomando uno de los brazos de la contraria para que no se cayera —¿qué hago, llamo a los bomberos?— la castaña negó con la cabeza, chasqueando la lengua al comprobar que ese gesto no había sido la mejor idea teniendo en cuenta lo mareada que estaba. —Por favor, siéntate, aquí— la más alta le acercó una silla y le hizo sentarse, tomando el trapo húmedo que la mayor seguía sosteniendo entre sus manos —¿qué hago con esto?—.
            —Ponlo sobre la llama y aparta el cazo del fuego— respondió Seunghee con la voz ronca y una clara afonía mientras se sujetaba la cabeza con ambas manos. Sentía que sus sienes explotarían en cualquier momento. Eunbin obedeció, comprobando como todo aquél desastre que había ocasionado se terminaba en pocos segundos.


No pasaron ni dos minutos desde lo ocurrido hasta que la puerta del apartamento se abrió, entrando Chonnasorn y Seungyeon. La tailandesa parpadeó sorprendida al tiempo que ladeaba la cabeza. Sin darse cuenta, frunció el ceño y suspiró algo molesta.

   —Eunbin, ¿no te dije que evitaras que se levantara?— la morena sintió muchas ganas de llorar. Nada de lo que estaba haciendo le estaba saliendo bien, y todo por haber querido hacer las cosas rápido y mal.
            —L-Lo siento, yo…— entre ambas levantaron a Seunghee de la silla, quien no podía con su alma y se encontraba más en el mundo de los muertos que en el de los vivos —yo solo quería…— no terminó la frase, Eunbin estalló en llanto mientras ayudaba a Chonnasorn a acostar a la mayor.
            —Oye, no llores…— la tailandesa acarició su cabeza para intentar reconfortarla —no creía que te lo tomarías tan mal, perdón—.
            —No es eso, unnie— la maknae bajó la cabeza, suspirando frustrada por toda la situación en sí. Ambas se sentaron en la cama de la mayor al terminar de arroparla. Eunbin necesitó su tiempo para secar esos lagrimones que rodaban por sus mejillas antes de explicarle la situación a la contraria. Chonnasorn suspiró con ternura sin dejar de acariciarle la cabeza.
            —Espero que nunca dejes de ser así de torpe—.
            —Yo solo quería que ella se sintiera mejor, la sopa parecía algo fácil… me preocupa que esté ardiendo tanto, ¿no deberíamos llamar a un médico?— Eunbin relamió sus labios, mirando a la mayor que descansaba en su cama —siento que a su lado lo hago todo mal y que le hago enfadar. Me gusta cuando sonríe y cuando bromea; hoy quería pasar el día con ella pero no de esta manera tan patética…— a medida que la maknae iba hablando y confesando aquello que sentía en su interior, los ojos de la tailandesa se fueron abriendo más, mostrando un brillo mágico de admiración y ternura. ¿Acaso ella…? Chonnasorn curvó sus labios en una suave sonrisa mientras escuchaba las preocupaciones de la contraria —yo quería…—.
            —Eunbin, tranquila, todo el mundo sabe que no haces las cosas con mala intención, y dudo que Seunghee unnie esté molesta contigo. Se encuentra mal, entiéndela— comentó la rubia, dándole un suave apretón en el brazo para reconfortarla —ven, te enseñaré a cocinar la sopa para que se la puedas dar—.
            —Pero… ¿estará bien aquí sola?— la rubia asintió con la cabeza, cerrando la puerta de la habitación con mucho cuidado.
            —Seunghee unnie es una persona que se marea mucho cuando enferma, y quedarse en cama es lo mejor que puede hacer— ambas se dirigieron a la cocina y miraron en silencio el tutorial que había escogido la maknae. Seungyeon se les unió minutos más tarde.
            —¿Puedo preguntar cómo algo tan simple acabó con una llamarada que alcanzó el mueble del extractor?— la líder señaló las marcas negras en la madera y acto seguido quitó el trapo húmedo del cazo, viendo un líquido espeso y negro con trozos de zanahoria flotando. Su cara fue un poema.
            —Quise hacerlo rápido, así que subí el fuego a máxima temperatura…— Eunbin apretó el puente de su nariz, avergonzada mientras miraba a todos sitios menos a los ojos de la mayor —por favor, no se lo contéis a nadie—.


Las mayores prometieron no decir nada a nadie y acto seguido Chonnasorn le enseñó a Eunbin cómo cocinar la sopa mientras que Seungyeon se encargaba de quitar las manchas negras del fuego en el mueble. Por suerte éste no había quedado muy dañado, así que frotando con fuerza logró sacar la mayor parte. Si el manager entraba en aquél apartamento y veía tales marcas, el castigo para la maknae sería de proporciones bíblicas, y no, lo que menos quería Eunbin era eso.

   —¿Lo ves?— la tailandesa siguió mezclando lentamente con la cuchara y se la pasó a la contraria —ahora pruébalo tú—.
            —¿Así?— la más alta sintió que sus mejillas se coloreaban de la emoción. Chonnasorn simplemente asintió.
            —Entiendo que no quisieras hacerla esperar, pero estas cosas necesitan su tiempo, y darle pollo ligeramente hervido y zanahorias crudas en un caldo que arde no es lo mejor para ella. Debes tener paciencia y no saltarte ningún paso, ¿entendido?— la menor asintió sin dejar de mezclar con lentitud —compramos medicina de camino a casa, espero que le vaya bien, sino sí que nos veremos obligadas a llamar a un médico—.
            —Yo se la daré— comentó Eunbin mientras metía la sopa en un bol y éste encima de una bandeja, acompañándolo con un vaso de agua y el pequeño bote de medicina.
            —¿Quieres que lo haga yo?— Seungyeon alargó las manos hacia la bandeja para tomarla, pero la tailandesa se puso frente a ella —¿qué pasa?—.
            —¿No me dijiste que me ibas a enseñar esos nuevos pasos de baile cuando regresáramos? Además, tengo que hablar contigo de algo muy importante— Eunbin miró el par de mujeres, percatándose de que Chonnasorn le hacía señas con la mano tras su cuerpo para que se fuera. La maknae solo sonrió, se giró sobre sus talones y se dirigió con rapidez a la habitación de Seunghee, quien parecía que por fin había encontrado el sueño sin pasar frío o toser.


La más alta dejó la bandeja sobre la pequeña mesita de noche y se sentó en el borde de la cama, mirando a la mayor en silencio. La amaba, dios que si la amaba. Seunghee ya podía lucir despeinada o con la piel hecha un desastre, que Eunbin seguiría viéndola con aquellos ojos de tonta enamorada. La menor tenía esperanza de que tarde o temprano la castaña se daría cuenta de sus sentimientos y que los correspondería, ¿era mucho pedir? Siendo realista, las posibilidades de que la bajita también tuviera sentimientos por ella eran muy bajas, pero no nulas. La morena tragó saliva y suspiró con pesadez manteniendo una de sus manos sobre la frente de la contraria.

Seunghee abrió los ojos en la penumbra y miró en silencio a la menor. Quería hablar, pero su voz había desaparecido por completo. Le gustaba la presión en su frente, las grandes manos de Eunbin estaban heladas y realmente aquello le ayudaba a sentirse un poco mejor.

—Perdón por haber gritado tanto antes, me asusté mucho— confesó, percatándose segundos después de que la ex-líder la estaba mirando sin pestañear —Sorn unnie me ayudó con la sopa, es comestible. Te iría bien comer algo, unnie, y tomarte la medicina que te compraron—. Con suavidad y mucho cuidado ayudó a la contraria a sentarse en la cama, apoyándola contra la pared para que utilizara esta de soporte; la maknae se sentó a su lado con el bol de sopa entre las manos y se lo tendió, pero Seunghee no reaccionó.

Eunbin se quedó un rato quieta, casi sin respirar. ¿Estaría bien si le daba la sopa ella misma?

—Unnie, abre la boca— la castaña obedeció sin abrir los ojos, solo reaccionando al sentir el frío de la cuchara entrando en su cavidad. La situación fue cuanto menos extraña; ella, a la que muchos consideraban la madre del grupo y quien siempre cuidaba de las demás, ahora era la “pequeña” enferma a la que le estaban dando de comer porque su cuerpo ni siquiera funcionaba para hacer eso.

Seunghee se veía a sí misma como alguien lamentable. Quería tomar el bol ella misma, realmente lo quería hacer, pero sus músculos agarrotados y adoloridos le impedían alzar los brazos y, siendo realista, era mejor que Eunbin la ayudara antes de que toda la comida quedara desparramada en la cama. Lo último que le faltaba a la ex-líder para terminar de morir era quedarse sin sábanas. No recordaba cuál fue la última vez que enfermó de esa manera; si bien era una mujer de salud delicada que siempre iba abrigada para no terminar afónica o similar, algún tipo de microbio muy valiente se había atrevido a entrar en su organismo, provocándole altas fiebres y una terrible sensación de que iba a desfallecer en nada.

—Vamos unnie, una cucharada más y podrás tomarte la medicina— Eunbin quiso darle el medicamento antes de la comida, pero recordó las palabras de Chonnasorn, avisándola de que si se lo tomaba con el estómago vacío, le iba a sentar mal. Si solo supiera todo eso ella misma… se evitaría muchos problemas y el provocar un caos constante en el apartamento.

La menor suspiró con un deje de frustración antes de dejar el bol vacío en la bandeja que reposaba en la mesita de noche. De dicha bandeja cogió una cuchara más pequeña que utilizó para llenarla de jarabe. Tras tomárselo, Seunghee volvió a cerrar los ojos y se inclinó hacia delante, apoyando su mejilla derecha contra uno de los hombros de Eunbin. La maknae giró la cabeza en silencio, observando a la otra dormitar contra ella. La castaña era hermosa: su piel de color beige claro, sus largas pestañas, su recta nariz, sus labios carnosos, su cabello,… cada segundo que pasaba cerca de ella se enamoraba más y más. ¿Debería preocuparse? ¿Estaría obsesionándose?

—Voy a cuidarte, unnie— dijo más para sí misma que para la mayor, alargando una de sus manos hasta alcanzar la mejilla libre de Seunghee, acariciándosela con el dorso de sus dedos —prometo que siempre lo haré—.

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