Horas extras. Le parecía increíble. Su jefe de departamento le
había obligado a hacer horas extras por algo que no tenía nada que ver con ella,
y no sabía si le molestaba más el hecho de que el hombre no la hubiera querido
escuchar o el haber sido la víctima una vez más. En cuanto encontrara a esa
maldita becaria... ¿Por qué siempre era ella la que terminaba siendo castigada?
Ni que fuera una estudiante de secundaria.
Sooyoung, productora de profesión,
estaba comenzando a pensar si haber cambiado de empresa había sido una buena
idea; desde que había dejado su pequeño escritorio en Brand New Music todo
habían sido problemas, y como ella era una mujer de pensamientos inquietos
estaba comenzando a pensar que la ley de Murphy o algo parecido sí existía en
verdad.
El ruidito de la máquina
expendedora haciendo de las suyas para escupir una lata de bebida energética le
pareció eterno. Mientras la mujer esperaba por su bebida, esta se preguntó si
acaso había alguien más trabajando en la empresa o si ella era la única
desgraciada que se había quedado hasta horas intempestivas. En un momento dado
le pareció escuchar algo al fondo del pasillo, pero lo más seguro era que fuese
el guarda de seguridad; ni siquiera podía perder el tiempo con estúpidos
fantasmas u hombres que enfocaban en todos sitios con su linterna como si
aquello fuera un rayo láser. Tenía que terminar esa dichosa tarea.
Un pitido le indicó que su bebida
ya estaba disponible, a lo que la muchacha agarró la lata y la abrió por el
camino. La débil luz encima de su mesa era lo único que destacaba en aquél
pequeño despacho de trabajo con seis escritorios, algunos ordenadores de
sobremesa y un par de impresoras.
A Sooyoung le gustaba el lugar,
todos los compañeros de trabajo eran agradables y…
—¡Me cago en…!— al tirar la silla
hacia atrás para volver a lo suyo, la muchacha vio a alguien acurrucado bajo su
escritorio —¡por dios Jeon, qué puto susto! ¿Q-Qué demonios haces aquí?— a
causa del sobresalto, la lata se escapó de sus manos y parte del líquido cayó
sobre su ropa; el resto de la lata rodó por el suelo y se alejó de ella. Un
sonido metálico a la par que vacío fue lo único que se escuchó por largos
minutos. —No estoy para bromas, Jeon. Sal de aquí—.
—Venía a pedirte perdón— el rostro de
la mayor se desencajó, mirándola con confusión —por mi culpa ahora tienes que
trabajar el doble y… me siento mal—.
—¿Y tú crees que la mejor manera de
pedirme perdón es escondiéndote bajo mi escritorio?— Sooyoung tuvo que
sentarse, sus piernas temblaban del susto —joder, y encima la camisa era nueva,
reza para que se vayan las manchas—.
—Puedo ayudarte—.
—Sí, me vas a pagar la tintorería—.
—No, digo ahora— la muchacha gateó, se
apoyó en sus rodillas y dejó sus manos contra los muslos de la mayor —estás muy
tensa—.
—¿Normal? Me provocaste un susto de
muerte y… oye, ¿qué se supone que estás haciendo?—.
Heejin deslizó las manos hasta el
cinturón de la contraria y lo desabrochó; Sooyoung puso una mano contra las de
ella y la recriminó con la mirada.
—No estoy para tonterías de ese tipo, Jeon—.
—No son tonterías— ella apartó la mano
de la mayor y siguió con lo suyo para desabrochar el botón y bajar la
cremallera del pantalón. Cuando la productora comprobó que la contraria iba en
serio, volvió a pararla antes de que esta pudiera alcanzar el borde de sus bóxers
—¿y ahora qué ocurre?—.
—¿Se puede saber qué te pasa?— ella
tiró de sus bóxers hacia arriba para asegurarse de que la becaria no pudiera
hacer nada, pero aquello fue un tiro que le salió por la culata. La mano de
Heejin resbaló con dicho gesto y quedó directamente encima del miembro de Sooyoung,
al que acarició con sus dedos. La menor resiguió la forma desde abajo hasta
arriba, volviendo a bajar cuando encontró los dedos de la mayor aferrados a la
tela de su ropa interior —¿estás drogada? ¿Has bebido algo? ¿Esto es una broma
de cámara oculta?—.
Ninguna de esas preguntas fue
respondida, Heejin solo continuó sus movimientos y esperó a que la contraria se
cansara de ejercer fuerza o dejara la guardia baja por unos segundos.
—Estás dura—.
—Cállate, por el amor de dios— la
risita adorable que salió de los labios ajenos descolocó bastante a Sooyoung,
quien siempre había visto a la menor como una mujer tímida, callada y torpe. La
becaria mantenía siempre la cabeza baja y apenas hablaba con las personas que
no se dirigían a ella directamente para pedirle algún favor o petición sobre
papeles de la empresa. Siempre llevaba vestidos con estampados de flores y unas
gafas grandes de pasta, pero esa imagen no parecía encajar con la mujer que
ahora tenía arrodillada frente a ella, en la cual pudo distinguir un fuego
intenso en sus ojos y una expresión mucho más adulta que de costumbre. —Nos van
a escuchar, para—.
—Lo haré cuando te haya podido ayudar—
la muchacha continuaba insistiendo y la excitación que corría por el miembro de
Sooyoung no ayudaba a que aquello quedara en una simple situación extraña y ya.
—¿Quieres que me calle?—.
—Por favor, me estás dando dolor de
cabeza—.
—Entonces lléname la boca y callaré—.
El silencio en la oficina era bastante
incómodo, pero no parecía que Heejin tuviera prisa por regresar a casa, cosa
que Sooyoung sí.
—Bien, haz lo que te dé la gana—.
—¿De verdad?—.
—Pero debes prometerme que después de
esto me vas a dejar en paz—.
—Lo prometo— el tono cantarín con el
que la menor habló hizo que Sooyoung rodara los ojos, apartando seguidamente la
vista en cuanto sintió su miembro siendo liberado de la presión que ejercían
sus propios bóxers. Cuando la más alta notó su pene erecto rebotar ligeramente
contra su abdomen marcado, soltó un suspiro.
Su falo latió al contacto de los finos
dedos de la becaria, sus manos encajando perfectamente con la forma y longitud del
miembro; caricias suaves, tentadoras y delicadas. Un calor intenso subió desde
la base hasta la punta en cuanto Heejin le dio la primera probada, chupando el
glande de manera exageradamente sonora. Sus labios parecían conocer bien ese
tipo de anatomía, y algo le decía a Sooyoung que esa muchacha no era tan
inocente y tonta como aparentaba ser.
Su vestuario y complementos daban la
imagen de que se trataba de una mujer torpe que iba a trabajar con la esperanza
de poder conseguir pronto un puesto en la empresa. El apodo de “la becaria” no
le gustaba demasiado porque sentía que no la tomaban en cuenta cuando debía
asistir a reuniones, y que solo la buscaban para que hiciera cafés a todo aquel
que necesitara uno. No era una camarera, era una trabajadora —novata, pero una
trabajadora como cualquier otra después de todo. Sin embargo, tras esa imagen
de chica dulce e inocente, se escondía una mujer lista y astuta, observadora y
perspicaz, la cual no tenía reparo alguno en hacer ciertas cosas de manera
insistente hasta que le hacían caso.
Otro suspiro se escuchó en el pequeño
despacho después de que Heejin atrapara nuevamente el miembro de Sooyoung con
su boca, chupándolo con hambre. Una de las manos de la menor tomó el tronco
caliente marcado por gruesas venas y empezó a masturbarlo usando como
lubricante la saliva que había dejado instantes antes mezclada con el líquido
preseminal que había resbalado por la longitud del miembro cuando este se puso
a latir. La muchacha intercalaba succiones, lametones y besos con presiones de
sus dedos y masajes —su otra mano apretó los testículos de la mayor por encima
de los bóxers, provocando un roce incómodo que hizo que Sooyoung se moviera
inquieta en su silla. Esta quería bajarse más los pantalones, pero terminó
encontrando cierto placer en los constantes roces de la tela, era un ardor muy
disfrutable.
Sus caderas se alzaron ligeramente,
fue por inercia, parecía que ella no podía controlar del todo su cuerpo. Ya no.
Su diestra se enredó en los cabellos de Heejin, tirando de ellos y apretando su
cabeza; la lengua contraria dando círculos alrededor del glande le hizo vibrar,
pero la mayor quería sentir que su pene llenaba por completo la boca de la
becaria. Era buena chupando, pero quería comprobar qué tan buena era
engullendo.
—¿Eso es todo lo que sabes hacer?—
preguntó en un tono visiblemente excitado.
Entonces, la joven coreana se acomodó
mejor sobre sus rodillas y se inclinó hacia adelante con la intención de
llevarse más del miembro a la boca. Un suave roce con sus dientes hizo gruñir a
Sooyoung, quien tiró de los cabellos de Heejin para dedicarle una mirada
reprobatoria.
—Cuidado con los dientes— su ceño
fruncido se difuminó un poco al ver la expresión de sumisión en el rostro de la
menor; sus ojos brillantes, su aliento ardiente chocando contra la punta del
pene, la respiración ajetreada. La más alta podía asegurar que era capaz de
sentir el corazón de la contraria latir como un loco a través de las yemas de
los dedos que continuaban agarrando y masajeando su miembro.
—Lo siento—.
—Continúa—.
La voz de Sooyoung sonó ronca y grave
entre las paredes del pequeño despacho. La becaria relamió sus labios y retomó
lo que estaba haciendo, apretando con ligera fuerza el tronco que latía entre
sus falanges. Sus dedos parecían dibujar pequeñas montañitas en el aire cada
vez que subían y bajaban, encontrándose con las gruesas venas en el camino. Los
suspiros que escapaban de la boca de la mayor le indicaban que lo estaba
haciendo bien, pero la productora comenzó a impacientarse a medida que pasaban
los minutos y la menor se limitaba a repetir los mismos movimientos una y otra
vez. Un gruñido llamó la atención de esta, quien sintió que volvían a tirar de
su cabello para separarla del miembro, solo para luego ser atraída bruscamente
hacia la entrepierna de la más alta y sentir que no podía respirar por algunos
segundos.
—Quiero que te muevas más rápido y que
la chupes bien— las uñas de la joven se clavaron en las caderas de la mayor
como respuesta, su piel siendo marcada con finas líneas rojas y calientes. Las
manos que antes masturbaban el miembro, ahora estaban intentando empujar un
poco a la morena para poder respirar bien, pero lo único que pudo hacer fue
responder con un gemido ahogado parecido a una arcada —más rápido dije, vamos—.
—E-Espe- ngh—.
—¿Dónde se ha ido toda esa confianza
que demostraste al principio, Jeon?—.
—E-Es que… eres grande y e-es dificil—.
—Se nota que sigues siendo una simple
becaria— Sooyoung se levantó quedando de pie frente a Heejin, sin soltar el
cabello de esta. La menor escuchó un fuerte ruido muy cerca de su oído, la mano
de la más alta golpeando contra la mesa de caoba para apoyarse en esta y la
boca de Heejin llenándose de nuevo sin que la joven pudiera tan siquiera tomar
algo de aire —mucho mejor—.
Las manos de la bajita se aferraron
con fuerza a la ropa arrugada de la productora, podía sentir las fibras de la prenda
clavarse entre sus dedos por la fuerza ejercida. Las caderas de Sooyoung, las
cuales habían estado siguiendo el ritmo de la cabeza de la menor hasta que se
puso de pie, empezaron a moverse de manera mucho más rápida y constante; el
glande golpeaba la garganta de la joven coreana con cierta brusquedad, logrando
que esta cerrara los ojos con fuerza, perdida totalmente en la labor de no
dejar de respirar a la mínima que podía. Los sonidos de ahogamiento excitaron
lo suficiente a Sooyoung como para que esta apretara más la cabeza de la
becaria contra su miembro totalmente duro y erecto, caliente, palpitante y
goteante.
La saliva escurría por las comisuras
de la boca de la menor, una de esas gotas se atrevió a bajar por el miembro de
Sooyoung hasta perderse dentro de sus bóxers. El cosquilleo que la mayor sintió
entre sus testículos le hizo temblar. Un gruñido de puro placer abandonó su
garganta al bajar la vista y observar con detalle lo atractiva que su becaria
se veía mientras trabajaba. Un trabajo de verdad.
La morena nunca pensó que follarse la
boca de esa mujer y verla agonizando por un poco de aire entre tanto ahogamiento
y arcada húmeda le iba a provocar tantas sensaciones electrizantes y calientes
por todo su cuerpo. Las vibraciones de la voz ahogada de Heejin acariciaban el
glande de la más alta cada vez que esta la penetraba de nuevo.
—Vamos— gruñó la mayor —usa también tu
lengua— se sentía excitada, deseosa de más.
La menor acató sus órdenes y buscó
complacerla de todas las maneras posibles. Una de sus manos apretó de nuevo sus
testículos por encima de la ropa y la otra se aferró a la nalga más cercana de
Sooyoung para atraerla más a su boca. Heejin succionaba con fuerza, lamía y se
ahogaba, su boca goteaba y su garganta se quejaba con gimoteos interrumpidos
por su propia respiración densa que salía por la nariz. Se sentía usada, pero
el masoquismo encerrado en su pecho empezaba a florecer, y las ganas de seguir
siendo utilizada al antojo de Sooyoung la empujaban a recibir todo aquello que
la mayor quisiera darle.
—Mh… Jeon— jadeó el apellido de la
joven, sintiendo que las chupadas le apretaban con la fuerza justa como para
venirse en su boca sin avisar. La mayor se aferró a la mesa y sintió como toda
la sangre se acumulaba en su miembro, haciendo que expulsara sus fluidos de una
manera terriblemente intensa y liberadora.
Estaba completamente ida.
—Quieta, quédate quieta— gruñó entre
jadeos antes de soltar un gemido largo y tendido que fue acompañado de varias
embestidas duras y secas. Su esperma llenó la boca de la joven al punto que, en
cuanto Sooyoung salió de esta, el líquido blanco y espeso escurrió por las
comisuras de la menor, goteando con una parsimonia asfixiante hasta su pecho.
Unos apretones con la mano en su propio miembro hicieron que la más alta
terminara de expulsar su esencia hacia la cara de Heejin. A la mayor le gustó
mancillarla, ensuciarla de manera exagerada y escandalosa sin importarle nada
más que su propio placer. Si no fuese porque estaba cansada y quería irse a
casa, le hubiera pedido otra ronda.
Sus piernas temblaron por unos
segundos, pero pronto recuperó el control de su cuerpo, sintiéndose liberada y
extasiada. Hacía muchos días que no se masturbaba, menos aún que alguien se ofrecía
a hacerle una felación. Incluso su pene parecía querer agradecérselo a la
becaria con unos últimos latidos que lo hicieron saltar ligeramente.
Los ojos de Sooyoung, todavía oscuros,
desenfocados y centelleantes de placer, observaron a la contraria desde arriba;
su diestra tomando el mentón de Heejin, obligándola a mantener la mandíbula
bajada para mostrar el esperma retenido en su boca. Se veía bien así, tan
callada y sumisa, con el dolor latente de un miembro chocando contra el final
de su garganta por largos minutos y el cabello hecho un desastre. Sus mejillas
tenían un curioso tono rosado, como si haber sido humillada fuese aquello que
hubiera buscado en realidad.
—Trágatelo— ordenó. La menor obedeció,
mostrándole no tener nada en la boca más que algún hilillo de semen uniendo sus
incisivos, el cual se rompió milésimas de segundos después por su propia
respiración agitada —bien, ahora límpiame, no dejes nada— la contraria no tardó
en acatar sus órdenes, pasando su lengua de arriba abajo hasta que no quedó
gota por recoger —buena chica—.
—Quiero sentirte dentro de mi— tomando
de nuevo el miembro de la contraria, Heejin se puso de pie y comenzó a
masturbarla nuevamente al tiempo que levantaba la falda de su vestido con la
otra mano. —Fui buena, me merezco un premio—.
—El premio ya te lo di— con
tranquilidad, la productora tomó la mano que la estaba masturbando y la apartó.
Sooyoung volvió a vestirse, el tintineo de la hebilla del cinturón siendo lo
último que se escuchó antes de un largo e incómodo silencio entre las dos. —¿Qué
quieres ahora? No me pongas esa cara—.
—Os vi el otro día— su mano soltó la
falda de su vestido y este volvió a su posición inicial por su propio peso —a
ti y a Haseul. ¿Por qué no puedes hacerme lo mismo a mí?— estaba ofendida, se
podía percibir en su tono.
—Entonces no lo imaginé… sentí una
presencia. ¿Eras tú?—.
—Ese no es el punto. ¿Qué tiene ella
que no tenga yo? Respóndeme, por favor—.
—Muchas cosas— la pequeña sonrisa que
se había formado en sus labios desapareció, Heejin comenzaba a molestarla —para
empezar, ella es la CEO de esta empresa, y tú una simple becaria—.
—Pero…—
—No te quejes, hablaré con ella para
que te ascienda y te dé un puesto fijo. Felicidades por entrar en BlockBerry
Creative, Jeon—.
—Mi nombre es Heejin— respondió ella,
ofendida.
—Bueno, Heejin, tienes una mancha
blanca en el pelo, yo que tú iría al baño antes de regresar a casa, no vaya a
ser que alguien piense mal de ti— y sin darle oportunidad a responder, Sooyoung
desapareció por el umbral de la puerta.
FIN
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