lunes, 30 de mayo de 2016

Only You | Capítulo 1


Buenas noches mangos bonitos, ¿cómo estáis? Espero que bien.

El mes de mayo termina y con ello mi libertad antes de empezar a trabajar cada vez es menos. Además de publicar este capítulo, vengo a avisar que a partir del día 19 de junio mi actividad sobre el Blog menguará debido a que empezaré la temporada de verano. Los que me conocen y siguen mis otros Blogs ya saben de lo que hablo, y para los que no, decir que resumidamente me machacan tanto que lo que menos hago es ponerme frente al PC. Espero que los nuevos seáis comprensivos conmigo, porque sino además de no actualizar voy a empezar a tachar gente de mi lista y restringiré el acceso.
Llevémonos todos bien, ¿entendido? No es difícil hacerlo. Sé que la mayoría tenéis dos dedos de frente pero siempre hay alguien que me toca la choa y no me gusta.

Prólogo | Capítulo 1 | Capítulo 2


CAPÍTULO 1

   El recorrido continuó en completo silencio. Taeyeon a veces giraba el rostro levemente para observar a Krystal, descubriendo que esta se había acabado durmiendo con la brisa despeinándole sus largos y finos cabellos negros. La mayor sonrió, el calmado rostro de la hermana pequeña le recordaba a Jessica, a su novia... a su fallecida novia.

   Había pasado ya medio año desde entonces pero la bajita nunca había logrado volver a sonreír como lo hacía antes. Sus carcajadas de señora mayor prácticamente las había olvidado y había pasado largas y frías noches llorando en la cama, intentando convencerse de que tan solo era una pesadilla y que cuando despertara se encontraría el cuerpo de su bella durmiente reposando a su lado. Pero no, a la mañana siguiente solo veía un enorme espacio vacío entre las sábanas, y nada más.

   Taeyeon extrañaba a Jessica, claro que la extrañaba. A veces se le hacía doloroso ver a Krystal a los ojos pues veía a su hermana mayor y su corazón se encogía de tristeza. “Prométeme… que nunca la dejarás sola… Tae, necesito que te quedes a su lado… es tan solo una niña, cuida de ella por favor…”. Y como si fuera un robot, esa orden quedó grabada en su cabeza para el resto de su vida. “Hazla feliz mi amor… en ella hay una parte de mí, seguiremos estando juntas…”. La última sonrisa de Jessica fue la que atravesó el corazón de la bajita para dejar tatuado en este la herida que a veces aún sangraba. Era inevitable taponar esa sangre que brollaba ficticiamente por sus dedos, dejándola sola en un mar de lágrimas contra la almohada. “Te amo Taeyeon… no me olvides nunca… por favor…”. Sus labios helados hicieron un suave contacto con los de su amante antes de que la mayor comenzara a llorar a pleno pulmón, siendo arrastrada hacia fuera de la habitación.

   A veces los recuerdos le dolían más que la propia escena que tuvo que sufrir antes de sentir como el último suspiro de su novia quedaba pegado sobre sus labios.

   —Taeyeon, no llores—. Sin darse cuenta, las lágrimas habían comenzado a bajar por sus mejillas mientras conducía. La mano de Krystal secó las salinas que estaban a su alcance y se recostó en su asiento, tirándolo un poco hacia atrás. —Con mi hermana siempre sonreías… haz lo mismo conmigo—.
            —Es difícil Soojung—.
            —Inténtalo al menos. Hemos estado bien estos seis meses… ¿verdad?—.
            —Claro—. La mayor no podía negar que Krystal la había ayudado bastante, viviendo ambas en casa de la primera pero reservando sus respectivos espacios personales. —Otra de las razones por la que quería que te quedaras en casa era porque temía que nuestra relación se volviera más tensa…—.
            —¿Más tensa? Taeyeon, nuestra relación no es tensa—.
            —Un poco. Antes tú ibas a la universidad y yo al trabajo y nos veíamos poco, lo justo para saludarnos o despedirnos pero ahora van a ser cuatro meses completamente a solas y será todo muy diferente…—.
            —¿Y qué? Tae, tienes que intentar probar cosas nuevas, no ser siempre la misma mujer clásica que se levanta cada día a las seis y no vuelve a casa hasta las doce. Deja de ser esa Taeyeon y sonríe, no debes temer por nada, seguiré respetando tu espacio pero no quieras hacer sola este viaje—. La menor puso suavemente una mano en el hombro derecho de la bajita y esta suspiró. —A ambas nos ha afectado esta pérdida, ¿crees que eras la única que lloraba por las noches? Cuando te oía me levantaba de la cama e iba hasta tu habitación para consolarte, pero estabas llorando por una causa que a mí también me afectaba mucho por lo que acababa sucumbiendo a tus lágrimas y me escondía en mi cama para llorar—. Krystal esbozó una suave sonrisa. —Agradecía que te levantaras tan temprano porque así no veías mi cara de zombie—.
            —Eres una idiota—.
            —¿Eh? ¿A qué viene eso ahora?—.
            —Siendo hermana de Jessica no puede ser que te levantes con cara de zombie aunque no hayas dormido. Jessica era hermosa y tú eres igual que ella. Cuando ella no dormía se le notaba en sus ojos, pero sus miradas se tornaban más sexys—.
            —Yah Taeyeon, no me cuentes eso…— La menor alzó la vista y la dejó clavada en el techo antes de cerrar los ojos. —Por cierto, ¿a dónde vamos?—.
            —A Busan—.
            —¿Es allí donde escapas siempre?—.
            —Esa ciudad es mi pequeña guarida, allí tengo mis mejores recuerdos con y sin tu hermana. Me distraigo más, la naturaleza me gusta y no es una ciudad tan ajetreada como Seúl.
            —Nunca he ido a Busan—.
            —Te gustará, a todo el mundo le gusta—.
            —¿Tu naciste allí? —.
            —Nací cerca, en Gyeongju, pero crecí entre esas dos ciudades. Puedo decir que tuve una infancia bastante cálida y bonita—. La castaña sonrió levemente acelerando por la carretera mientras se colocaba unas gafas oscuras para cubrir sus ojos del molesto sol. —¿Y tu infancia? —.
            —¿La mía? Uy, llena de americanismos—. La morena rio con las manos entrelazadas sobre su abdomen. —Tuve momentos buenos y momentos malos, como todo el mundo. Pero los años de mi infancia junto a mi hermana fueron muy bonitos, sé que ella también los recuerda—.
            —Seguro que sí—. Taeyeon encendió la radio para estar más animadas y miró a su acompañante de reojo. —Por cierto, no me dijiste cuánto rato llevabas escondida en mi maletero—.
            —Uhm… Creo que fue después de que colocaras las últimas maletas. No veas lo difícil que fue caber en ese lugar—.
            —¡No me extraña! Normalmente la gente no hace esas cosas… Pero estar tantas horas ahí metida no podía ser bueno. ¿Qué hubiera pasado si hubiera ignorado esos golpes? ¿Qué hubiera pasado si al abrir el maletero te hubiera encontrado muerta por asfixia? Ya me veo el resto de mi vida metida en una celda más pequeña que este maletero—.
            —No exageres Tae, no pasó nada—. Krystal golpeó suavemente su brazo riendo escandalosamente y suspiró. —Yo ya sabía en qué problema me metía, pero es que al leer tu carta me dieron ganas de abofetearte. ¿Cómo se te ocurrió eso de dejarme e irte tu sola? No me sé cuidar de mi misma por mucho que tenga veintidós años—.
            —Ah… veintidós años, quién los pillara—.
            —Taeyeon, no llegas ni a los treinta, no me hables como una señora de ochenta por favor—.
            —Cuando estés llegando a la treintena de edad, entenderás mis lamentos—.
            —Vieja—.
            —Y tú mocosa—.

   Ambas volvieron a quedarse en silencio las siguientes dos horas, relajándose con la música de la radio y el suave viento que entraba por las ventanas del coche. Krystal apoyó parte de sus brazos en el borde de la ventanilla bajada para que la velocidad la despeinara y sacó su mano derecha, moviéndola de forma seseante hacia arriba y hacia abajo como si fuera un delfín. Sonrió al notar que le costaba bajar la mano al chocar el aire contra la palma de esta y suspiró agradeciendo que la carretera no estuviera muy ajetreada a esa hora.

   Empezaba a oscurecer.

    —¡Taeyeon!—. La menor saltó como un muelle dándose un golpe en la cabeza al meterla dentro del coche. —¡Para el coche, páralo!—.
            —¡Joder Soojung no me des esos sustos!—. La bajita paró el motor y se puso una mano en el pecho. —¿Qué ocurre? Se está haciendo de noche y no me gusta conducir cuando oscurece...—.
            —Sal del coche y acompáñame—.

   Sin esperar a la mayor, Krystal se desabrochó el cinturón y abrió la puerta, corriendo por la carretera hasta el otro extremo, procurando que ningún coche despistado la atropellara. Era ese momento del día en que los conductores no sabían si debían encender los faros o si todavía no.

            —Soojung espera, ¿a dónde vas?—. La bajita siguió el mismo recorrido, subiéndose a la pequeña estructura de cemento que separaba ambos sentidos de la carretera para evitar colisiones. De pronto la morena comenzó a correr y Taeyeon suspiró persiguiéndola. —¡Oye! ¡No me ignores!—.
            —Ven aquí Taeyeon, ¡mira!—. La joven alzaba la mano mientras se alejaba y cuando la bajita pudo alcanzarla, vio que Krystal había encontrado a un perro tirado en la calle. —Te dije que pararas el coche porque vi a este lindo perro caminando por el borde de la carretera y odio ver animales abandonados...—.
            —¿No tiene collar?—.

   La menor buscó algún collar o placa que pudiera identificar al animal pero negó con la cabeza.

            —¿Nos lo podemos quedar?—. La castaña hizo una mueca cruzándose de brazos y frunció el ceño. —¿Qué? No me mires así, míralo a él—. Las manos de la joven se hundieron en el espeso pelaje color caramelo del perro y miró fijamente al animal, observando un brillo de esperanza en sus ojos completamente negros. —Me está pidiendo con la mirada que lo adoptemos, venga Taeyeon, no seas tan clásica, un perro siempre alegra la vida de las personas. ¿No conoces el dicho de que es el mejor amigo del hombre?—.
            —Un perro conlleva mucho trabajo y precisamente voy a Busan para relajarme, no para cuidar animales. Además, dónde meterás el perro? ¿Sabes cómo es mi casa al menos? ¿Y si no tengo suficiente espacio para él? Además, ¿te encargarás tú o serás como aquellas niñas que piden animales a los padres y luego estos deben hacerse cargo?—.
            —¡No me seas así! Taeyeon, te prometo que yo cuidaré de él, le compraré su comida, lo lavaré, lo sacaré a pasear, limpiaré lo que ensucie y no te molestará, pero por favor, quedémonoslo—. La castaña siguió con el ceño fruncido y el perro comenzó a lamerle la cara a la menor, provocándole una escandalosa risa infantil. —Míralo Taeyeon, ¡es simpático! No entiendo por qué lo dejaron aquí...—.
            —Está bien, pero tú te encargarás de él siempre que requiera atención, a mí no me metas en tus problemas—.
            —No se preocupe usted, nunca obligaría a una señora mayor a cuidar de mi perro—. La bajita la fulminó con la mirada y Krystal comenzó a correr, seguida del perro, hasta el coche, abriéndole la puerta trasera para que el animal entrara.
            —Esta me las pagarás, no soy tan mayor—. Taeyeon arrancó de nuevo el motor y la morena volvió a reír, mirando como su nuevo amigo se acomodaba en los asientos traseros.
            —Pero si hacía un momento me estabas diciendo que eras una vieja por estar a punto de cumplir treinta años y no sé qué más—.
            —Bah, ¡tonterías!—.
            —Lo que tú digas cuñada—.
            —¡No me llames así!—.
            —Pero eres mi cuñada Taeyeon, ¿por qué no puedo?—.
            —Porque nunca he visto una familia que se llamen cuñados entre ellos. Queda raro... ¿si tengo un nombre por qué debes llamarme cuñada? Además... Jessica y yo no llegamos a casarnos—.
            —¿Vamos a discutir ahora por eso?—.
            –No estamos discutiendo, ¡te estoy argumentando mi punto de vista! —La menor despeinó a Taeyeon y esta le golpeó la mano, colocándose de nuevo los mechones en su respectivo lugar. —No me toques con esas manos, has tocado demasiado el pelo de ese perro y puede contener cualquier cosa—.
            —Parece muy bien cuidado, apuesto a que lo abandonaron hoy mismo—.
            —Eso me da igual, sigue estando sucio. Mañana deberás lavarlo, puedes usar la manguera del jardín si quieres... pero intenta no ensuciármelo todo, que sino la faena de limpiar se me duplicará con el dichoso animal merodeando por aquí y por allá—.
            —Tranquila Taeyeon, me lo llevaré de paseo mientras tú limpias si quieres—.
            —Buena idea, pero tampoco te alejes mucho de casa, necesito saber hacia dónde irás—.
            —Te recuerdo que no conozco nada de Busan, puedo preguntar, no te preocupes, ¿sí?—.
            —De todas formas, quiero que el perro duerma fuera, esté limpio o no, porque no tolero animales en casa—. Krystal la miró de reojo y la castaña suspiró. —Cuando se tiene un perro dentro de casa el olor cambia, y a mí no me gusta el olor a perro, no sé tú—. Taeyeon se alzó de hombros y leyó el cartel azul con la indicación de que se estaban acercando a Busan. —Puedes pensar que soy una maniática, pero ni a tu hermana ni a mí nos han apasionado mucho los perros, ya lo debes saber, por eso estábamos bien, no debíamos cuidar de nadie más—.
            —Ya lo sé, pero te repito que no pasará nada. Pasearé por los alrededores y preguntaré a gente mayor, también podrías darme el nombre de alguna tienda que conozcas y que te conozcan para que todo sea más fácil para mí—.
            —Tienes muchos planes en tu cabeza cariño, y yo hoy solo quiero llegar, darme un baño relajante y meterme en la cama—.
            —¿Y yo dónde dormiré?—.
            —En el sofá—.
            —¡¿Eh?!— El perro alzó la cabeza asustado por el grito de la morena y esta se tapó la boca bajando la voz. —¿En... serio?—.
            —No tonta, dormirás en una de las camas que tengo para invitados—.
            —Me daba a mí que te quejabas del espacio para el perro solo porque te gusta quejarte. Tal como me estás describiendo la casa me la imagino como una mansión enorme—.
            —Bueno, fue un regalo de mis padres cuando nos mudamos a Seúl—.
            —¿La casa es de tus padres?—.
            —Era, ahora es mía—. Taeyeon hizo un gracioso movimiento con la cabeza mostrando su faceta presumida y sonrió. —Es solo que mis hermanos no querían la casa porque no encuentran una buena vida en Busan, a ellos les gusta más el ajetreo y esas cosas. Seúl es perfecta para Hayeon y Jiwoong—.
            —Pero tú en cambio eres una clásica que adora el silencio de la naturaleza, ¿me equivoco?—.
            —Busan no es tan tranquila como la describen pero al menos es mucho más relajante que Seúl—.
            —Ya veo—. La menor sonrió y el trayecto de carretera cambió para dejar paso a un camino de tierra privado por donde solo podían pasar los vecinos de aquella zona residencial. —¿Cuándo fue la última vez que viniste a Busan?—.
            —Pues... Quizás hace unos cuatro o cinco años, justo antes de terminar mi último curso en la universidad. ¿Por qué?—.
            —Por curiosidad—. Krystal se alzó de hombros y la velocidad del coche comenzó a disminuir, llegando finalmente a una pequeña plaza de parking situada debajo de un largo cobertizo de madera oscura. —Así que esta es tu casa—.
            —Esta es mi casa, sí—. Taeyeon bajó del coche y abrió el maletero, encontrándose un segundo después contra el suelo y con una enorme lengua lamiéndole la cara. —¡Ah, Krystal! ¡Quítamelo, quítamelo!—.
            —¡Le gustas!—.
            —¡Cállate y quítamelo, me estoy ahogando en babas! ¡Maldito sea este chucho!—.
            —Está bien, está bien, venga bonito, sal de encima de Tía Taeyeon—.
            —¿Tía Taeyeon? Tía Taeyeon tu madre—. La bajita frunció el ceño limpiándose la cara con el agua de la fuente que tenía en el jardín y suspiró. —Como vuelva a saltarme encima, lo hecho a patadas de esta casa—.
            —Entendido mi capitana—. Krystal volvió a tomarle el pelo poniendo su mano derecha en la frente simulando un saludo militar y seguidamente ayudó a la castaña a sacar las maletas del coche, llevándolas hasta el porche de la casa. —Me gusta tu casa Taeyeon, siempre me han gustado las casas hechas de madera—.
            —A mí también—.

   La casa seguía manteniendo un ambiente cálido aunque hubiera estado los meses de verano sin nadie viviendo en ella. El suelo era de parquet y la mayoría de estancias estaban repartidas en la primera planta. En la segunda solo había una larga habitación por la que se accedía a través de unas escaleras, allí era donde Taeyeon trabajaba cuando necesitaba despejarse un poco de los aires contaminados de Seúl.

   La castaña subió las escaleras y abrió la puerta de aquella habitación, retirando con sumo cuidado la tela que yacía sobre su mesa de arquitecta. Sonrió melancólicamente al reconocer sus planos inacabados de la casa que quería construir para Jessica. Se inclinó sobre las largas láminas de papel reciclado y sopló sobre estas, esparciendo una pequeña nube de polvo antes de rozar con sus dedos las finas líneas trazadas con lápiz. "¡Mira Jessica, ya empecé! Te prometo que vivirás en un palacio, ¿las princesas viven en castillos o palacios no?" Una tímida y dolorosa lágrima bajó por su mejilla derecha y Taeyeon se separó de las láminas. "No soy una exagerada, es solo que siempre quise construir una casa para mi novia y tú eres esa novia. Además... Cuando la casa esté terminada, quiero proponerte algo". La castaña pasó la mano por debajo de la mesa y deslizó el cajón de madera que había bajo esta, agarrando una pequeña cajita negra de terciopelo aún metida dentro de la bolsa con el nombre de la joyería.

   Nunca logró pedirle que se casara con ella, no llegó tal día.

   El corazón de Jessica decidió dejar de funcionar un viernes por la noche, un día demasiado lluvioso incluso para que la rubia disfrutara pisando charcos. Aquella niña, aquella mujer, se desplomó en sus brazos y llegó a sobrevivir más horas de las que los doctores pensaban.
            En sus ojos Taeyeon podía ver el dolor que estaba sintiendo Jessica mientras su vida pendía de un hilo. "Sé feliz Tae... por favor, no dejes nunca de sonreír...". La temperatura de la joven comenzó a descender, empezando por los dedos de sus pies y de sus manos. "Abrázame... tengo frío...". La castaña obedecía cualquier cosa que Jessica le pedía pero algo dentro de su ser estaba gritando con todas sus fuerzas para que encontraran algo que pudiera reanimar a su novia. "Lamento decir que nuestra historia acaba aquí, pero recuerda... yo nunca quise dañarte... porque tú eres mi princesa... mi ángel. Nunca quise decírtelo porque nos acostumbramos a que yo era tu princesa pero... tu siempre lo has sido, has sido mi princesa y siempre lo serás... lo prometo".

            —¿Taeyeon...?— La menor acarició su espalda al ver que la bajita se había quedado mirando fijamente el anillo de diamantes que tenía preparado para Jessica. —¿Por qué no vamos abajo y te preparas un baño mientras yo ordeno tu ropa?—.
            —¿Y tu ropa...?—. La mayor secó sus lágrimas y dejó el anillo en el mismo sitio donde quedó guardado todo ese tiempo.
            —No llevo nada, yo solo me metí en el maletero con lo que me ves—. La joven sonrió despreocupadamente acariciando sus hombros mientras bajaban las escaleras y Taeyeon se dejó conducir hasta el baño. —Venga, desnúdate y métete en la bañera, yo ordenaré tus cosas y te llevaré el pijama—.
            —Soojung...—.
            —¿Si?—.
            —Yo duermo desnuda... en esta casa siempre lo he hecho—.
            —A-Ah... B-Bueno pero debes vestirte con algo mientras cenamos. Necesitas comer antes de acostarte, ha sido un largo viaje—. La menor se quedó medio escondida tras la puerta mientras observaba como Taeyeon se iba despojando de sus ropas. —¿Quieres algo en concreto para cenar?—.
            —¿Sabes cocinar o eres tan desastre como lo era tu hermana?—. La castaña la miró con el torso completamente desnudo y Krystal bajó la vista apenada. —No sé de qué te avergüenzas, no tengo nada que no hayas visto antes—.
            —B-Bueno... no acostumbro a ver cuerpos desnudos Tae...—. La menor se separó de la puerta y suspiró. —Te cocinaré algo ligero, las cosas frías se me dan bien—.

No obtuvo respuesta, solo el sonido del grifo abriéndose y del agua salpicando con fuerza contra la cerámica de la larga tina blanca.

"Mi corazón ha tropezado demasiadas veces Taeyeon... y esta vez ya no quiere levantarse, se ha rendido y no sabes la impotencia que siento al verme condenada a morir aquí... Me siento una imbécil por estar dañándote de esta manera tan cruel... tú que me lo has dado todo y yo solo te estoy regalando sufrimiento... Taeyeon, prométeme algo... Busca a alguien, te lo pido por favor, busca a alguien que te haga feliz y que no te haga sufrir... Que no te haga llorar... Ni siquiera he sido capaz de protegerte... Encuentra a alguien que sea mil veces mejor que yo... Espero que pronto llamen a tu puerta y que esa persona te haga la mujer más feliz del mundo... Odio acabar esto aquí pero... debemos terminar, no quiero que me veas así..."

Taeyeon miró sus manos arrugadas por el agua caliente y suspiró estirándose por completo dentro de la tina, sumergiendo su cabeza dentro del agua, sintiendo el sonido de las burbujas en el interior de sus tímpanos. Cerró los ojos, quedándose unos segundos en completo silencio, notando como sus lágrimas podían salir incluso estando de esa manera. "Perdóname por ser incapaz de estar a tu lado y ser felices...". Las palabras de Jessica seguían demasiado frescas en su cabeza a pesar de haber pasado medio año y la mayor sabía que si volvía a esa casa debería afrontar los fantasmas del pasado y dejar de llorar por todos los recuerdos que estaban bombardeando a su cerebro.
Pero Taeyeon era débil y sabía que ese proceso le costaría, más estando Krystal a su lado, la cual le recordaba demasiado a su difunta amada.

Unos suaves golpes a la puerta rompieron el silencio que la mayor escuchaba bajo el agua pero aguantó la respiración hasta el último momento.

            —¿Taeyeon?—. Tímidamente la menor fue abriendo la puerta y pegó un grito al ver a la castaña hundida en la tina. —¡Taeyeon!—.
            —Estoy bien, no hace falta que grites—. La mujer desnuda agarró una toalla y se secó el interior de sus oídos antes de pasar a frotar con energía sus mechones contra la tela naranja. —¿Qué hiciste para cenar al final?—.

De un momento a otro, el tono de voz en Taeyeon cambió para tornarse un poco más alegre y Krystal bajó la cabeza cuando sus ojos hicieron contacto con el húmedo y desnudo cuerpo de su anfitriona. Tímidamente jugó con sus manos y suspiró, alzando la vista y buscando algún punto en el que mirar, pero bajando de nuevo la cabeza cuando encontró el espejo y el reflejo de la blanca y perfecta espalda de Taeyeon, mostrando también su bien formado trasero.

            —Hice ensalada de atún y pasta, no fue difícil— Krystal sonrió girándose —Dejé la comida en la mesa del salón... No sé si con mi hermana comíais mirando la televisión pero nosotras sí—.
            —Solo a veces. Será agradable cenar en el salón, gracias por molestarte. Pensaba cocinarme algo preparado de las cosas que llevé de comida ya hecha pero dale la lasaña al perro—.
            —¿De verdad puedo?— La menor alzó la vista encontrándose a Taeyeon ya vestida y peinando sus largos cabellos con el cepillo.
            —Sí, pero que no se acostumbre, solo será por hoy. Hazlo antes no me arrepienta—.
            —En el fondo eres una blanda, admítelo—.
            —No lo soy—.
            —Lo eres—.
            —No—. Taeyeon terminó de pasarse el secador por su cabello y suspiró arreglando el baño antes de seguir a la menor hasta el salón. —¿No te darás un baño tú también?—.
            —Yo suelo ducharme por las mañanas—.
            —Está bien, vamos a cenar—.
            —Déjame calentar esa lasaña y te acompañaré, puedes empezar sin mí si quieres—.
            —De acuerdo—.

Taeyeon encendió el televisor y cruzó sus piernas desnudas mientras tomaba el bol de ensalada con atún y pasta fría. Dio un bocado y se quedó quieta, intentando averiguar a qué le recordaba ese sabor tan salado.

            Disimuladamente miró a Krystal que acariciaba con cariño el pelaje dorado del perro mientras sonreía y la castaña no pudo evitar curvar ligeramente los labios durante unos instantes, dándose cuenta de que la hermana pequeña de su difunta amada tenía el mismo problema: poner cantidades industriales de sal a todo lo que cocinaba. Solo le había hecho falta probar un bocado de la ensalada para darse cuenta de ello. Tan iguales y tan diferentes. Pensó con una sonrisa mientras seguía comiendo.

Notaba como su cuello picaba pero no iba a hacerle el feo a la menor, la cual había puesto todo su empeño en hacer algo comestible para que Taeyeon no durmiera con el estómago vacío.

            —Oh my god!—. Krystal tomó un vaso de agua y bebió de este hasta dejarlo completamente seco. —¡Está saladísima! ¿Cómo te la has podido comer toda?—.
            —¿Cuándo te has sentado a mi lado?—.
            —Hace ya un buen rato... Pero estabas tan metida en tus pensamientos que no te diste cuenta—. La morena volvió a llenarse el vaso y tragó el agua como si le fuera la vida en ello. —Está muy salada... Oh my god, oh my god—. La chica no dejaba de repetir esa frase en inglés para demostrar su enojo. —Creí que me había quedado más buena, de verdad... Lo siento—.
            —Oye, está buena, lo único que quizás le echaste demasiado sal... Debes mirar siempre los ingredientes que pones, el atún ya lleva sal y la pasta necesita poca para no quedar muy salada. La lechuga y la mayonesa hacen una buena combinación así que no les tienes que poner sal, o ponerles muy poca—. La castaña sonrió enseñándole el bol completamente vacío. —Tu hermana tenía el mismo problema pero yo siempre me comí todo lo que me cocinó, y no pienso cambiar esa costumbre—.
            —¿Me enseñarías a cocinar algún día...? Me siento mal por haber puesto tanta sal...—.
            —Cuando me sienta más animada y con energías te enseñaré. Mañana debo limpiar toda la casa, pero antes te daré una lista con los lugares que pueden ser de tu interés—.
            —¿A qué hora te levantarás?—.
            —A las nueve—.
            —¿Tan temprano?—.
            —¿Es temprano para ti? Yo creo que ya habré dormido lo suficiente—. Taeyeon bostezó. —Además, ya tengo sueño...—.
            —Taeyeon...—.
            —No te preocupes, cuando te levantes ya tendrás la lista hecha. Te daré algo de dinero para que le compres una correa al perro y por si tienes hambre—.
            —Taeyeon—. Krystal volvió a llamarle la atención.
            —Dime—.
            —Gracias... por todo—.
            —¿Por qué me agradeces?—.
            —Por no haberme devuelto a casa... Me habría sentido muy sola, no me gusta estar sin ti—.
            —No es nada. Tú tenías razón, solo nos tenemos la una a la otra, separarnos sería malo para las dos. Además, necesito tenerte para que me saques de mis trances, volver aquí sabía que me llevaría de nuevo a vagar en recuerdos durante horas, pero tú haces que no pasen de los diez minutos y lo agradezco—. Una suave caricia en la mejilla de la morena hizo sonreír a Taeyeon con ternura. —Eres importante para mí y te quiero, así que no nos separemos vale?—. Krystal automáticamente tomó su mano y la acarició, apretándola un poco más contra su mejilla. —Necesitaré de tu ayuda para poder sonreír de nuevo—.
            —No te preocupes Tae, te ayudaré—. La más alta se puso en pie y abrazó a la novia de su fallecida hermana, acariciándole los cabellos con una suave sonrisa. —Déjame lavar los platos a mí, tu ve a descansar. Mañana será un nuevo día—.
            —Está bien... ¿Elegiste ya habitación?—.
            —Sí, una de color rosa—.
            —¿Rosa? Elegiste la habitación de Hayeon…— La mayor sonrió levemente. —Le encantaba esa habitación. Cuídala bien—.
            —Lo haré—.
            —Buenas noches Krystal, si necesitas algo estaré en la última habitación del pasillo—.
            —Lo sé—. La menor se terminó el bol de ensalada haciendo muecas por el exceso de sal y se alzó de hombros. —Abrígate que las temperaturas bajarán. Buenas noches Taeyeon—.

            La menor vio como ese pequeño cuerpo vestido solo por una larga camiseta blanca se escondía en el pasillo y un suave ruido de puerta le comunicó que la mayor ya se había encerrado en su estancia. Voy a hacer que sonrías Taeyeon. Pensó Krystal mientras intentaba hacer el menor ruido posible con los platos que había ensuciado para cocinar. Lo juro por Jessica que te haré tan feliz como ella me pidió que lo hiciera.

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