Buenas noches polluelos azules.
Los exámenes y trabajos se acercan y una cada vez puede escribir menos, así que decidí regalaros un capítulo de "Only You" antes de comenzar a ponerme en serio.
Capítulo 3 | Capítulo 4 | Capítulo 5 (Próximamente)
Disfrutadlo mucho~
Si quieres leer, dale a...
CAPÍTULO 4
Krystal bufó de nuevo,
abanicándose con la mano mientras se quejaba con gimoteos propios de un
cachorro. Taeyeon por su parte intentaba no ponerse nerviosa al no encontrar
una plaza de párking libre.
—¿Por qué hemos tenido que coger el coche? El hospital
es a diez minutos a pie desde mi casa—.
—¿Quieres que me desmaye? ¿Quién me llevará hasta allí
si me caigo al suelo? Tú no tienes tanta fuerza como para poder cargarme— un tic nervioso apareció en
la ceja derecha de la mayor y esta suspiró. —Allí hay una plaza, aparca ya por favor—.
—Sin exigencias eh, no fui yo la que tropezó y cayó de
un tejado—.
—¿Seguirás repitiéndomelo? No me odies tanto Taeyeon, no
fue a propósito…—.
—¡Solo faltaría que hubiera sido a propósito!— La mayor sonrió
burlonamente —no
te habría intentado proteger de la caída si hubiera visto que te tirabas porque
te daba la gana—.
—¿Intentaste protegerme?— Un cálido sonrojo apareció en las mejillas de Krystal
y esta sonrió tímidamente. —Gracias…—.
—Claro que lo intenté, no soy tan mala…— Taeyeon se fijó en el
espejo retrovisor para no chocar mientras aparcaba y sintió un beso en su
mejilla, frenando al instante por el susto —¿Q-Qué haces?—.
—Agradecerte que me protegieras de la caída— Los ojos de la menor se
achinaron en una dulce sonrisa y la mayor giró la cabeza nerviosa, saliendo del
coche a toda prisa. —¡E-Espérame Tae!—.
Al entrar en el hospital, la enfermera de recepción vio
el desastre que llevaba Krystal en forma de bola de papel contra su ceja y las
hizo esperar en la sala de emergencias. Taeyeon simplemente siguió a la menor
que agradeció poder sentarse nada más llegar. No había mucha gente.
Las manos de la mayor se entrelazaron y dejó que sus pulgares dieran vueltas entre ellos, esperando a escuchar el nombre de la pequeña Jung por megafonía.
Las manos de la mayor se entrelazaron y dejó que sus pulgares dieran vueltas entre ellos, esperando a escuchar el nombre de la pequeña Jung por megafonía.
—¿Estás nerviosa?— La más alta se percató de sus manos y sonrió
levemente. Le parecía encantador que Taeyeon se comportara como una madre en
esas situaciones.
—Lo estoy, pero por el perro—.
—¿Oliver?—.
—Sí. Tengo miedo de que haga alguna destroza con las
herramientas—.
—Oh venga ya Tae, es un perro, ¿qué puede hacer él?—.
—¡Muchas cosas! En primer lugar…—.
—“Jung
Soojung, diríjase a la puerta 10 por favor”—. La voz de megafonía interrumpió a la mayor y esta
suspiró, ayudando a levantar a la morena y guiándola hasta la dichosa puerta.
Era la primera vez que Krystal iba a uno de los hospitales de Busan.
Delicadamente Taeyeon llamó a la puerta con sus
nudillos y una mujer rubia con bata blanca les sonrió, llevándolas hasta el Box
1.
—Así que esta es la pequeña Jung— La doctora sonrió al ver
la cara de sorpresa de la menor y con cuidado retiró la bola de papel
ensangrentada que seguía pegada a la ceja de esta. —Bueno… ya no es tan
pequeña, nos supera a ambas, Taeyeon—.
—¿Os conocéis?— La mayor de todas asintió y se cruzó de brazos,
apoyando su espalda contra la pared.
—Me llamo Hyoyeon, soy amiga de Tae desde que era una
enanita que jugaba con robots y coches— Pronunció la mayor limpiado con delicadeza la sangre
seca alrededor de la herida. —Y me ha hablado mucho de ti, Soojung. Nunca tuve la
oportunidad de conocerte en persona pero hubiera preferido que fuera en un
ambiente más tranquilo y sin hilo y aguja de por medio—.
—¿Hi-Hilo y aguja?— La menor empalideció —¿M-Me va a doler?—.
—Oh sí— Se burló la más mayor —Morirás de dolor—.
—¡Taeyeon!— Pronunció Hyoyeon, dándole una pequeña esperanza a la
menor de ser una persona normal. —No la asustes tanto, solo le va a parecer que es
infinito—.
Krystal gimoteó con los ojos llorosos; ambas mayores se
aprovechaban de su miedo de una forma cruel; ella solo quería regresar a casa y
abrazar a Oliver, el único que no se burlaba de ella… al menos de momento.
Con el miedo en su cuerpo, la morena agarró fuerte las
sábanas de la cama y cerró los ojos, apretándolos a cada pinchazo que sentía.
Su piel se erizó al notar la desagradable sensación de escuchar dentro de su
cabeza el sonido de como el hilo negro pasaba por el agujero hecho en su ceja y
tiraba de su piel, cerrando la herida lentamente. La doctora no se equivocaba,
le parecía que eso no iba a acabar nunca, y tenía vergüenza de ponerse a
llorar. Realmente le dolía mucho.
Tragó saliva y soltó un quejido con el último tirón, abriendo lentamente los ojos al sentir calidez en una de sus manos. Taeyeon había agarrado sus dedos para que se concentrara en otra cosa que no fueran los puntos de sutura que iban apareciendo poco a poco en su ceja.
Tragó saliva y soltó un quejido con el último tirón, abriendo lentamente los ojos al sentir calidez en una de sus manos. Taeyeon había agarrado sus dedos para que se concentrara en otra cosa que no fueran los puntos de sutura que iban apareciendo poco a poco en su ceja.
El sonrojo volvió a hacerse presente en su rostro y
sintió que su corazón latía más rápido.
—¿Qué diría tu hermana si te viera casi llorando por
unos simples puntos?— Pronunció la castaña —Estoy segura que Jessica se reiría de ti y luego tú te
enfadarías—.
—N-No digas eso… Jessica me abrazaría y me dejaría
llorar en su hombro… Eres tú la que se reiría de mí— Con cierto miedo, la menor
acabó agarrando fuerte la mano de Taeyeon, temblando por la fuerza ejercida.
—Dejaos ya de peleas tontas, odio estar entre ellas
mientras hago mi trabajo— Hyoyeon las interrumpió mientras ataba en un nudo pequeño pero
fuerte, el hilo que Krystal llevaba ahora en su ceja —Deberás ir con cuidado, ¿de
acuerdo? Regresa dentro de una semana y te los quitaré, si todo va bien tu
herida debería haber sanado en ese período de tiempo—.
—Gracias—.
—Vamos Soojung, debemos terminar de arreglar la casa—.
—Taeyeon— La nombrada se giró y miró a la doctora —Déjale descansar un par de
días, se podría marear y su herida podría abrirse si no vigila—.
—Está bien— La bajita miró a la menor y esta se sonrojó, bajando
levemente la cabeza en señal de disculpa. —Te salvaste, pero solo por dos días—.
—Si quieres... Te invito a un café— Krystal habló en un tono
bajo y Taeyeon la tomó del brazo, llevándola hasta el coche.
—Acepto, pero primero quiero aparcar el coche en el
garaje y comprar unos libros. ¿Me acompañarás?—.
—¡Claro!—.
***
El ángel llamó desde la ventana y Jessica le sonrió,
dejando de tocar el piano mientras veía al ser alado entrar en la sala.
—No creía que el accidente las uniría más, fue bastante
torpe por parte de Soojung— La rubia rió y el ángel asintió de forma tranquila. —De momento no enviaré
ninguna carta. Puede ser que las necesite para más adelante, cuando ambas no
encuentren qué camino seguir—.
—Estoy seguro de que no deberás usarlas mucho—.
—Espero que tengas razón—.
—Si no la tuviera, Taeyeon no hubiera tranquilizado a tu
hermana agarrándole la mano—.
—Fue un gesto lindo por su parte, no creo que todo esté
perdido—.
—No lo está, créeme—.
—¿Siempre tienes la razón?—.
—Bueno, soy un ángel, se supone que podemos verlo todo,
y de hecho vemos lo que pasa a nuestro alrededor un poco antes de que realmente
suceda, eso nos da tiempo a reaccionar para salvar vidas—.
—¿Tu trabajo es este?—.
—Oh no, el mío de momento es ser mensajero, no estoy
todavía cualificado para bajar a la Tierra y ayudar a los humanos. Actualmente
solo me dedico a que lleguen los mensajes que el Señor me encomienda—.
—¿Alguien así como Hermes?—.
—Más o menos—.
***
Al abrir la puerta de la librería, un cálido olor a
páginas inundó las fosas nasales de Taeyeon y Krystal. La menor nunca había
entrado en un edificio de ese tipo tan enorme: columnas e hileras de libros se
presentaban frente a ella como monstruos llenos de letras, y el ambiente
tranquilo hizo que su piel se erizara. Le gustaba ese sitio.
—¿Tae?— Una muchacha con rostro de
ángel apareció por detrás cargando unos cuantos libros. —Bienvenida de nuevo cariño—
Tres segundos después, la bajita estaba siendo apretada contra el cuerpo de
aquella chica de largos cabellos lacios y negros. —Te eché de menos...—.
—Y yo a ti Seohyun— La
mayor sonrió —Necesitaba volver para sentirme viva otra vez—.
—¿Cómo está Jessica? ¿Se
encuentra mejor?—.
—Jessica ya no está conmigo...— Taeyeon
se relajó por un momento y agarró fuerte las ropas de la menor, buscando
confort en ella —Por eso he regresado aquí—.
—Lo siento mucho... Yo no...—.
—No te preocupes, no eres la
primera—.
—Entiendo...—.
Ambas se separaron del abrazo y
la mayor sacó un papel del bolsillo. Con un suave desliz lo entregó en el
mostrador de la librería y Seohyun lo agarró para leerlo.
—Vengo a buscar estos libros que
están apuntados— Instantes después, la castaña se dio cuenta de que la menor
de las Jung no estaba con ella —De mientras iré a buscar a mi compañera,
quiero presentártela—.
Krystal había decidido explorar
por su cuenta, perdiéndose entre las decenas de estanterías repletas de
historias mágicas. Siempre le había gustado leer, pero había perdido un poco
ese gusto debido a las decenas de libros que tenía que leer antes de los
exámenes finales de la universidad. Su último curso se aproximaba y los nervios
volvían a ella como cuando empezó el primer curso de su carrera. ¿Lo haré bien? ¿Hacia dónde tengo que ir?
Podría preguntar si no fuera tan tímida... ¡¿Me equivoqué de clase otra vez?!
¡Ayuda! Y así sucesivamente hasta que se escondía tras su correo
electrónico para enviar un cuestionario a la administración de su universidad
para que la ayudaran.
Krystal estaba a unos meses de
graduarse en Diseño de Interiores y todavía no se sentía preparada para cursar
el cuarto y último año de carrera.
—Oye— Una voz seca hizo que se girara
sobre sus talones, aquella tal Seohyun había aparecido frente a ella cargando
tres libros —Ni se te ocurra enamorarte de Taeyeon, ahora que la estúpida
de Jessica no está, será mía— Krystal frunció el ceño y apretó las
manos en puño, pero antes de que pudiera reclamarle el insulto dirigido a su
hermana, la bajita apareció por detrás de la menor.
—¡Oh! Veo que ya estáis
conociendo. Seohyun, te presento a Soojung, la hermana pequeña de Jessica.
Puedes llamarla Krystal si te es más cómodo—.
—Encantada— El rostro amenazador de antes
desapareció para mostrar una brillante y pura sonrisa en los labios de la
dependienta. Hizo una reverencia y habló en un tono dulce —Espero
que nos podamos llevar bien, Soojung—. La muchacha alargó los brazos hacia la
castaña y le sonrió —Encontré los libros que buscabas Tae, vayamos al tablero—.
La menor de todas se limitó a
quedar unos pasos por detrás del pequeño cuerpo de su anfitriona, estudiando
todos y cada uno de los movimientos y gestos que hacía la morena. No pensaba
que alguien tan malvado pudiera esconderse tras esa máscara de niña buena y
amable. ¿Era enemiga de Jessica? ¿Se pelearon alguna vez por Taeyeon? Preguntas
y más preguntas aparecían en su cabeza, pero ahora mismo lo único que Krystal
quería hacer era marcharse de ahí y tomar aire fresco. Las suaves brisas que
corrían le irían bien.
Después de aquella pequeña amenaza, ambas decidieron ir al supermercado para comprar algo para la cena, pero cuál fue su sorpresa que se encontraron a Oliver esperándolas sentado en una calle.
Después de aquella pequeña amenaza, ambas decidieron ir al supermercado para comprar algo para la cena, pero cuál fue su sorpresa que se encontraron a Oliver esperándolas sentado en una calle.
—¿Qué hace tu perro aquí?—.
—Pues...— Krystal recordó algo —Le
enseñé a que se quedara aquí si nos separábamos—.
—Genial, que emotivo—.
—No seas mala Taeyeon...— La
mayor rodó los ojos —Te esperaré aquí fuera—.
Una hora después, Oliver tiraba con fuerza de
la correa y Krystal iba dando largas zancadas que dejaban a una cargada Taeyeon
muy por detrás de sus pasos. La mayor no dejaba de quejarse por ello, pero
siempre con una sonrisa en sus labios. Le parecía agradable estar de aquella
forma con la menor, teniendo un poco más de confianza y sin estar largas horas
en silencio porque no sabían de qué conversar.
Siempre empezaban con el tema tan trivial del tiempo y acababan hablando de cualquier tontería.
Siempre empezaban con el tema tan trivial del tiempo y acababan hablando de cualquier tontería.
Cuando estaban llegando al final del camino de tierra
que aparecía en aquella calle tan erecta y desigual, Oliver se paró y alzó sus
orejas algo caídas llamando la atención de las dos chicas que lo paseaban.
—¿Qué ocurre bonito?— Krystal se arrodilló a su altura acariciando su cabeza
y el perro movió enérgicamente la cola.
—Tenemos visita— Susurró Taeyeon acomodando mejor las bolsas del
supermercado entre sus brazos y mirando la extraña y alta figura que llamaba
insistentemente al timbre de su hogar.
Era una chica morena, de largas piernas y espalda fina.
La mayor de todas se la miró de arriba a abajo alzando una ceja, preguntándose
quién era y por qué había llegado hasta su casa. Ladeó un poco la cabeza
mientras veía de repente que Oliver se lanzaba hacia la nueva para lamerle la
cara.
La muchacha cayó al suelo junto con el perro y Krystal, la cual no pudo desenredarse la correa de la mano a tiempo. Los tres chocaron contra la madera del porche y la desconocida chica no pudo evitar gritar asustada al ver al animal saltar sobre ella.
La muchacha cayó al suelo junto con el perro y Krystal, la cual no pudo desenredarse la correa de la mano a tiempo. Los tres chocaron contra la madera del porche y la desconocida chica no pudo evitar gritar asustada al ver al animal saltar sobre ella.
—¡No quiero morir! ¡No, no, no!— La morena más alta movía
su cara de izquierda a derecha intentando negarle al perro que pudiera
babearla.
—¿Sulli?— Krystal terminó sentándose sobre sus caderas desenredando la
correa de su mano y apartando a Oliver del cuerpo de la muchacha misteriosa —¿Qué haces aquí?—.
—Vine para estar contigo—.
Taeyeon no pudo evitar alzar una ceja otra vez,
extrañada, cuando vio que las manos de esa tal Sulli estaban tocando más de lo
que debían. Una cosa era sujetarla por la cintura y otra era tomarla del
trasero y apretarlo. Krystal parecía no molestarle eso, ella solo sonrió
levantándose con tranquilidad.
—¿Cómo sabías que estaba aquí?—.
—Tu compañera de habitación me lo dijo—.
—¿Luna?—.
—No sé ni cómo se llama— La chica alta rió escandalosamente y se levantó,
frotándose las babas que Oliver había dejado en sus mejillas —Simplemente le pedí que me
dijera dónde te encontrabas—.
—¿Se lo pediste? –Krystal se cruzó de brazos– No la
amenazaste de nuevo, ¿cierto?—.
—Bueno… Solo un poquito— La chica juntó sus dedos índice y pulgar dejando un
milímetro de espacio entre ellos y la otra morena entrecerró los ojos —Es solo que no quiso hablar
y estaba preocupada por ti. Podrías haberme dicho que te ibas de vacaciones,
¿no?—.
—Sulli, no debo decírtelo todo— La morena más baja suspiró
—Tu y yo no somos nada,
¿cuántas veces debo repetírtelo? Eres mi amiga pero cada una se toma las
vacaciones a su manera y yo no quise decirle nada a nadie. Solo se lo dije a
Luna porque ella está todo el año en esa habitación, incluso en vacaciones, y
no quería que se preocupara—.
—¿No pensaste en mí?— La chica hizo un mohín fingiendo un tono triste de voz
y se cruzó de brazos —Venga Krystal, te olvidaste, ¿cierto?—.
—No me vengas con chantajes— Taeyeon se acercó hacia el
par de chicas altas que discutían alzando cada vez más la voz y se interpuso
entre ellas dos, mirando a Sulli desde abajo por la diferencia de alturas —Ella es Tae—.
—Taeyeon para la gente que no conozco— La castaña remarcó ese
“no” mirando a Krystal y esta carraspeó —Soy la dueña de esta casa y no me agradas. ¿A qué
viniste?—.
—Vaya, que directa señora Taeyeon— Sulli se mofó mirándola
con superioridad —Vine
para estar con Krystal. ¿Algún problema? Espero que no le importe que me quede
a vivir en su casa—.
—¿Aquí? ¿Qué te hace pensar que te puedes quedar aquí?
Ni que esto fuera un hotel—.
—Más bien es un pequeño hostal. No tiene las
características de un hotel— La chica más alta acarició una de las columnas rectangulares
de madera que sujetaban con fuerza el techo del porche y frotó sus dedos simulando
que había polvo en estos —Pero no está mal—.
—Si quieres tanta comodidad vete por ese camino y sigue
todo recto. Hay un hotel justo en el centro—.
—Me quedaré aquí, debo cuidar a Krystal— La nombrada suspiró al
sentir un posesivo abrazo de su amiga y le pidió perdón a Taeyeon con la mirada
—¿Dónde dormiré?—.
—En el sofá—.
—¡¿Cómo?!— Un fuerte chillido hizo que la menor se tapara los oídos y
la castaña frunciera el ceño —Es una broma, ¿no? Quiero una cama bien cómoda, estoy segura
de que te sobran habitaciones—.
—Es mi casa y yo decido donde duerme todo el mundo,
¿entiendes?— Taeyeon
sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, agarrando a Sulli por el
cuello de su camisa antes de que esta entrara como una estampida pisándolo todo
—Escúchame. Como encuentre
algo roto, sucio o algún objeto desaparecido, te las verás conmigo, ¿entendido?—.
—Sí, señora vieja— La morena volvió a mofarse y Krystal se mordió el
labio inferior, temiendo que Taeyeon explotara. Esta, en cambio, mantuvo la serenidad
en su rostro y en sus palabras.
—Descálzate, no quiero tierra en el suelo de mi casa—.
La chica simplemente obedeció dejando sus botas en un
rincón del recibidor de forma amontonada y arrastró con ella la maleta roja que
la acompañaba. Las ruedas de plástico hacían ruido contra los tablones de
madera del parquet y Taeyeon comenzaba a sentir que su paciencia estaba
llegando al límite. Krystal apretó uno de sus hombros haciendo que la mirara y
abrazó a la bajita por unos instantes, acercándose a su oído.
—De verdad perdóname… Procuraré tenerla quieta, no sé
por qué apareció justo ahora—.
—¿Le hablaste de mí?—.
—No… Siempre respeté tu intimidad Tae, por muy “cercana”
que sea ella conmigo no creo que merezca saber tanto de mi vida y de mis
familiares— Krystal
formó las comillas con sus dedos y la bajita suspiró dirigiéndose a la cocina.
Al llegar hasta la nevera, se encontró el bol de
manzanas tirado dentro de esta y el brick de leche abierto. Apareció un tic
nervioso en su ceja derecha y apretó fuerte las bolsas de la comida antes de
dejarlas sobre la mesa y arreglar el desastre que aquella muchacha había
formado en un momento. La tal Sulli era peor que un tornado.
Cuando la bajita miró al suelo, se encontró que este estaba lleno de migas de pan. Se rascó la cabeza respirando profundamente hasta que oyó un grito y seguidamente las súplicas de Krystal.
Cuando la bajita miró al suelo, se encontró que este estaba lleno de migas de pan. Se rascó la cabeza respirando profundamente hasta que oyó un grito y seguidamente las súplicas de Krystal.
—¡Esta cama no! ¡Sal de aquí idiota!—.
—¿Por qué no? Me gusta esta cama, quiero dormir aquí—.
Taeyeon apareció como un rayo y tomó el brazo de Sulli,
arrastrándola fuera de la habitación.
—Creo que no me has entendido. No quiero jaleo en mi
casa, no quiero gritos, ni que me dejes el suelo lleno de comida. No quiero que
no guardes las cosas que utilizas y, por supuesto, no quiero que vuelvas a
poner un pie en esta habitación, ¿entendido?—.
—Oye, eres muy amenazadora…—.
—¡¿Entendido sí o no?!— La castaña apretó el brazo de la recién llegada y esta
se quejó asintiendo con la cabeza.
—Está bien, de todas formas no me gustaba tanto esta
cama— La
más alta giró la cabeza haciendo un puchero.
—Es mi cama, aléjate de esta habitación—.
—Ahora entiendo por qué ya no me gusta tanto—.
Taeyeon comenzó a dar golpecitos con la punta de su pie
contra el suelo y Sulli se escapó de su agarre siguiendo a Krystal hasta su
habitación.
Cuanto más tiempo pasaba esa muchacha en casa de la
castaña, más nerviosa se ponía esta última. “Gigante” era el mote que le había
puesto la anfitriona intentando devolverle los golpes al ser llamada como
“enana vieja”. Taeyeon era paciente, pero tenía la sensación de que había
perdido dicha paciencia hacía rato y que en realidad se había convertido en una
gran actriz que actuaba con toda la calma del mundo. No iba a permitir que esa
mocosa la pusiera histérica de un momento a otro. Relájate Taeyeon, relájate. Sobre todo no pierdas la compostura. Se
repetía una y otra vez en su mente.
—Krystal, ¿por qué no nos vamos al karaoke?—.
—¿Karaoke?— La morena más baja la miró alzando una ceja y luego se
fijó en Taeyeon, la cual seguía frotando las horribles marcas negras que habían
dejado las ruedas de la maleta de la nueva inquilina. Quizás sí debería terminar abriendo un hotel… No deja de aparecer gente.
—Ya está oscureciendo, podemos ir a cenar ahí mismo y
pasárnoslo bien tú y yo—.
—No sé, ¿qué me dices Tae?—.
—¡No!— Sulli se apresuró en interrumpir la pregunta de su amiga —Solo tú y yo. La vieja no
puede venir—.
—Tampoco pensaba ir— Ambas chicas se enviaron una mirada feroz y Krystal
suspiró —No
volváis tarde o deberéis dormir en el jardín con Oliver—.
—Tranquila Tae— La morena más baja le sonrió intentando darle
tranquilidad y la mayor suspiró.
Y como si Sulli hubiera sido pellizcada, tomó la mano
de la morena en cuando esta agarró lo necesario y desaparecieron por la puerta
con un gran portazo.
Poco después, Taeyeon regresó a la cocina intentando
despejar su mente y suspiró limpiando la mesa. Mientras pasaba el trapo por
encima de la madera se preguntaba qué clase de amigas tenía Krystal en la
universidad. Si todas son como esa loca
creo que no quiero conocerlas. Sulli le daba miedo, le imponía su altura y
su voz chillona le provocaba dolor de cabeza, pero si alcanzaba el siguiente
nivel de mala educación la casa acabaría ardiendo, lo sabía.
La bajita abrió la puerta de la nevera y sacó unas cuantas hortalizas y queso mozzarella, no le apetecía cocinar algo muy complicado solo para ella así que se haría una ensalada de queso y la acompañaría con una cerveza mientras miraba la televisión en el salón.
La bajita abrió la puerta de la nevera y sacó unas cuantas hortalizas y queso mozzarella, no le apetecía cocinar algo muy complicado solo para ella así que se haría una ensalada de queso y la acompañaría con una cerveza mientras miraba la televisión en el salón.
—Jessica, ¿tu sabías que tu hermana tiene amistades de
este tipo?— Taeyeon
dejó de cortar la lechuga para alzar la vista y fijarla en el cálido color amarillo
de la luz de la cocina —Me da miedo lo que pueda hacerle esa chica… ¿Tú has visto
como le ha tocado el trasero?— La mujer frunció el ceño volviendo a su acción de antes y
volvió a suspirar —Ya
me estoy volviendo loca… Hablo sola—.
Cuando se sentó más tarde en el sofá con el bol de
ensalada en la mano y la lata en la otra, oyó los gimoteos de Oliver a través
del amplio ventanal. El perro daba golpes contra el cristal con su hocico y la
miraba sacando la lengua, jadeando por comida.
—Perdona— Taeyeon salió al jardín llenando su plato de croquetas para
perro y el animal le agarró la camiseta con la boca —Suéltame, no quiero jugar
ahora—.
Ella sabía que el perro podía entenderla pero este se
ponía pesado y a la vez más cariñoso cuando solo estaban ellos dos. La castaña
a veces pensaba que él quería hacerle ver que no era un mal animal de compañía,
y que solo debía darle una oportunidad.
—Mira que eres cabezota eh— La chica suspiró —Está bien—.
Espero que Jessica no me
mate por esto, era su sofá preferido. La muchacha dejó las
cosas sobre la mesita del salón y abrió el ventanal todo lo que pudo,
arrastrando el sofá hasta el jardín; seguidamente arrastró un poco el mueble
donde estaba la gran pantalla de plasma y la enfocó hacia el jardín, agarrando
lo que había dejado sobre la mesa y sentándose en el mueble. Oliver la miró con
una sonrisa en su cara y jadeando de felicidad, arrastrando con su hocico el
plato de comida hasta los pies del sofá para poder mirar con Taeyeon alguna
película que echaran por la televisión.
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