Buenas noches luciérnagas de algodón.
Como adoro mis clases, ¡en serio! Extrañaba el ambiente ajetreado y a la vez vago de mi universidad.
A pesar de estar pasando constantemente apuntes en el PC, estoy feliz, se acerca mi B-day y con él dos eventos que no me quiero perder por nada del mundo~ Cuando llegue el momento de explicar las experiencias vividas en estos, lo publicaré aquí -> Dadle click! Así que de momento podéis ir curioseando el poquito material que hay.
Por otra parte, al fin pude terminar el capítulo 3 de este FanFic y me siento orgullosa (?) Así que sin más preámbulos, ¡disfrutadlo!
Capítulo 2 | Capítulo 3 | Capítulo 4
Si quieres leer, dale a...
CAPÍTULO 3
Humedeció la punta de su dedo con saliva
y lo pasó por una de las comisuras de la boca del hombre, quitando el resto de
pintalabios rojo que había dejado a causa de los tantos besos. Bajo las sábanas
no se encontraba nada más que sus cuerpos desnudos, magullados por la intensa
sesión de sexo y la rudeza con la que mostraban su deseo por el otro. Adam
siempre pensaba con la entrepierna así que para Sohee fue fácil llevárselo a la
cama; lo que la muchacha no sabía es que acabaría enamorándose perdidamente de
ese parásito, por lo que cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde: estaba
regalándole carantoñas, jugando con su cabello como si fueran una pareja que se
amaba desde hacía mucho tiempo.
—¿Cuándo dejarás a Hwayoung?—.
—No lo sé—.
—¿La quieres? ¿Te gusta esa mujer?—.
—Eso tampoco lo sé— la morena chasqueó la lengua molesta, apartando la vista, dejando su mano quieta sobre el sudado cabello de su amante —¿tú me quieres?—.
—No lo sé— respondió con su misma moneda, cerrando los ojos.
—Venga mujer, no te enfades— el muchacho alzó parte de su cuerpo para mirarla —sabes que mi madre quiere que me case con ella para ganar más dinero pero solo es eso, es un matrimonio arreglado. Hwayoung no me gusta, pero tienes que admitir que está muy buena—.
—Es decir, no quieres separarte de ella porque es una buena puta en la cama, ¿es eso?—.
—Correcto, chica lista— apretó más su cuerpo contra el de la morena y mordisqueó uno de sus pezones —el único problema es que se cansa muy rápido, sus padres me contaron que es como si tuviera solo la mitad de su corazón así que apenas se mueve en la cama, tengo que hacerlo todo yo—.
—Como si es te molestara— Sohee gimoteó tirando del cabello castaño que tenía enredado entre sus dedos —siempre te tiras florecillas sobre tus grandes músculos, ella es tu gimnasio portátil— y se puso a reír como loca, como si hubiera contado el mejor chiste de la historia.
—No lo sé—.
—¿La quieres? ¿Te gusta esa mujer?—.
—Eso tampoco lo sé— la morena chasqueó la lengua molesta, apartando la vista, dejando su mano quieta sobre el sudado cabello de su amante —¿tú me quieres?—.
—No lo sé— respondió con su misma moneda, cerrando los ojos.
—Venga mujer, no te enfades— el muchacho alzó parte de su cuerpo para mirarla —sabes que mi madre quiere que me case con ella para ganar más dinero pero solo es eso, es un matrimonio arreglado. Hwayoung no me gusta, pero tienes que admitir que está muy buena—.
—Es decir, no quieres separarte de ella porque es una buena puta en la cama, ¿es eso?—.
—Correcto, chica lista— apretó más su cuerpo contra el de la morena y mordisqueó uno de sus pezones —el único problema es que se cansa muy rápido, sus padres me contaron que es como si tuviera solo la mitad de su corazón así que apenas se mueve en la cama, tengo que hacerlo todo yo—.
—Como si es te molestara— Sohee gimoteó tirando del cabello castaño que tenía enredado entre sus dedos —siempre te tiras florecillas sobre tus grandes músculos, ella es tu gimnasio portátil— y se puso a reír como loca, como si hubiera contado el mejor chiste de la historia.
• • •
La
muchacha estornudó, agradeciendo la servilleta que una de las camareras corrió
a llevarle cuando se tiró parte de la bebida por encima.
—¿Se ha resfriado?— la mujer negó con la
cabeza —¿le gusta este sitio?—.
—Mucho, es agradable, aunque no me suena de haberlo visto antes—.
—Es nuevo de hace unos meses, pero el ambiente es genial y los precios no son muy caros, a veces vengo a beber con mis amigos, hacemos competiciones de resistencia sobre quién puede beber más antes de desmayarse—.
—Eso es peligroso para tu hígado, no deberías hacerlo—.
—No se preocupe, yo suelo beber solo una cerveza o una copa de lo que sea, el alcohol y yo no somos muy buenos amigos, además, la mayoría de veces me nombran chófer oficial del grupo así que suelo tomarme un refresco y ya— la joven rio acariciando al hurón que descansaba sobre su regazo —créame, es divertido ver a mis compañeros bailando borrachos, algún día se los presentaré.
—De acuerdo—.
—¿Me presentaría usted a los suyos?—.
—Jinmyung, deja de tratarme de usted que me haces sentir muy vieja— su tono quizás había parecido más severo del que realmente quería mostrar, pero Hwayoung se sentía muy joven para estar siendo tratada de esa manera —por otra parte, no tengo amigos—.
—¿No tiene… amigos? Digo, ¿no tienes amigos? No puedo creerlo, pero si eres muy bonita—.
—Eso no tiene nada que ver—.
—Estás bromeando—.
—Estoy diciendo la verdad, la única amiga que tuve la perdí hace muchos años—.
—Oh… ¿y cómo se llamaba?—.
—Hyoyoung—.
—Mucho, es agradable, aunque no me suena de haberlo visto antes—.
—Es nuevo de hace unos meses, pero el ambiente es genial y los precios no son muy caros, a veces vengo a beber con mis amigos, hacemos competiciones de resistencia sobre quién puede beber más antes de desmayarse—.
—Eso es peligroso para tu hígado, no deberías hacerlo—.
—No se preocupe, yo suelo beber solo una cerveza o una copa de lo que sea, el alcohol y yo no somos muy buenos amigos, además, la mayoría de veces me nombran chófer oficial del grupo así que suelo tomarme un refresco y ya— la joven rio acariciando al hurón que descansaba sobre su regazo —créame, es divertido ver a mis compañeros bailando borrachos, algún día se los presentaré.
—De acuerdo—.
—¿Me presentaría usted a los suyos?—.
—Jinmyung, deja de tratarme de usted que me haces sentir muy vieja— su tono quizás había parecido más severo del que realmente quería mostrar, pero Hwayoung se sentía muy joven para estar siendo tratada de esa manera —por otra parte, no tengo amigos—.
—¿No tiene… amigos? Digo, ¿no tienes amigos? No puedo creerlo, pero si eres muy bonita—.
—Eso no tiene nada que ver—.
—Estás bromeando—.
—Estoy diciendo la verdad, la única amiga que tuve la perdí hace muchos años—.
—Oh… ¿y cómo se llamaba?—.
—Hyoyoung—.
• • •
Estaba teniendo un sueño maravilloso,
Jangmi había trabajado muy duro durante los últimos días y apenas había podido
dormir, por lo que a la mínima que encontró la posición perfecta en su silla se
acomodó sobre el escritorio y cerró los ojos. No estaba realmente atenta a lo
que su cerebro le plasmaba en forma de sueño, pero podía estar sintiendo esa
agradable sensación durante todo el día, o al menos hasta que unos golpecitos
aterrizaron sobre su cabeza.
—Despierta Jangmi, tenemos que hablar—.
—La escucho— murmuró sin siquiera moverse un poco.
—El último diagnóstico está equivocado, lo escribiste todo mal—.
—¿Seguro que no lo ha leído mal usted?—.
—¡Chan Jangmi!— esta vez el golpe fue más fuerte, dejándole el expediente sobre la mesa cuando la joven se enderezó —¿te has creído que escribir lo que les ocurre a los pacientes es un juego de adivinanzas, eh? ¿Te has parado a pensar lo que un error garrafal como este puede provocar? ¡Hasta un novato lo haría mejor que tú! ¡¿En qué estabas pensando?!—.
—¡Ay lo siento!— una colleja aterrizó sobre su nuca y la menor cerró los ojos frotándose la zona golpeada —doctora Park, no ganará respuestas si va golpeando a la gente… me equivoqué, lo siento—.
—Ya me contarás qué es lo que tenías en mente para escribir algo completamente distinto a lo que tenías que escribir— volvió a darle un golpe con el taco de folios, suspirando.
—¿Quiere dejar de pegarme? ¿Qué pensará Chadol si ve a su madre golpeando a su unnie favorita?—.
—Deja a Chadol en paz, siempre lo metes en medio de nuestras conversaciones y no me gusta— Shinhye se sentó a su lado, señalándole con un bolígrafo todo lo que estaba mal —no quiero que te enfades conmigo pero eres residente en este hospital desde hace 4 años, no entiendo cómo pudiste cagarla de este modo—.
—Yo tampoco lo entiendo, ni siquiera me acuerdo de lo que comí ayer como para saber por qué escribí eso hace una semana— la muchacha se alzó de hombros, buscando el archivo en su ordenador para empezar a arreglar los fallos.
—Corrige esto y saldremos con Chadol—.
—¿En serio?—.
—El otro día me estuvo reclamando tu presencia hasta que se fue a dormir, ¿qué le regalaste como para que te quiera tanto?—.
—Una piruleta enorme—.
—¿Lavaste sus dientes después?—.
—Por supuesto, ¿por quién me has tomado?—.
—Por una irresponsable que parece no saber diferenciar qué es blanco y qué es negro—.
—Todo en esta vida es gris—.
—Deja de decir tonterías y espabílate—.
—La escucho— murmuró sin siquiera moverse un poco.
—El último diagnóstico está equivocado, lo escribiste todo mal—.
—¿Seguro que no lo ha leído mal usted?—.
—¡Chan Jangmi!— esta vez el golpe fue más fuerte, dejándole el expediente sobre la mesa cuando la joven se enderezó —¿te has creído que escribir lo que les ocurre a los pacientes es un juego de adivinanzas, eh? ¿Te has parado a pensar lo que un error garrafal como este puede provocar? ¡Hasta un novato lo haría mejor que tú! ¡¿En qué estabas pensando?!—.
—¡Ay lo siento!— una colleja aterrizó sobre su nuca y la menor cerró los ojos frotándose la zona golpeada —doctora Park, no ganará respuestas si va golpeando a la gente… me equivoqué, lo siento—.
—Ya me contarás qué es lo que tenías en mente para escribir algo completamente distinto a lo que tenías que escribir— volvió a darle un golpe con el taco de folios, suspirando.
—¿Quiere dejar de pegarme? ¿Qué pensará Chadol si ve a su madre golpeando a su unnie favorita?—.
—Deja a Chadol en paz, siempre lo metes en medio de nuestras conversaciones y no me gusta— Shinhye se sentó a su lado, señalándole con un bolígrafo todo lo que estaba mal —no quiero que te enfades conmigo pero eres residente en este hospital desde hace 4 años, no entiendo cómo pudiste cagarla de este modo—.
—Yo tampoco lo entiendo, ni siquiera me acuerdo de lo que comí ayer como para saber por qué escribí eso hace una semana— la muchacha se alzó de hombros, buscando el archivo en su ordenador para empezar a arreglar los fallos.
—Corrige esto y saldremos con Chadol—.
—¿En serio?—.
—El otro día me estuvo reclamando tu presencia hasta que se fue a dormir, ¿qué le regalaste como para que te quiera tanto?—.
—Una piruleta enorme—.
—¿Lavaste sus dientes después?—.
—Por supuesto, ¿por quién me has tomado?—.
—Por una irresponsable que parece no saber diferenciar qué es blanco y qué es negro—.
—Todo en esta vida es gris—.
—Deja de decir tonterías y espabílate—.
“Pobre
criatura, ¿quién se hará cargo de él ahora?” El silencio en la habitación era
incluso incómodo, Shinhye no encontraba la posición correcta sobre la silla así
que empezó a dar vueltas por el lugar, revisando una vez más los archivos que
Jangmi corrigió. Seguía habiendo fallos. “No
tiene familiares directos… ¿llamamos a servicios sociales para que vengan a
buscarlo?” Tres círculos en rojo mostraban errores numéricos en el
diagnóstico sobre el diámetro del tumor encontrado en la aorta del paciente. “Yo lo adoptaré, me esforzaré para que no le
falte de nada”. Shinhye caminaba detrás de Jangmi y Chadol, el niño
agarraba con fuerza la mano de la muchacha mientras esta se ponía a saltar,
haciendo que el pequeño la imitara. La mayor mantenía los brazos cruzados bajo
su pecho como si así pudiera cobijar sus heladas manos, vigilando al par de
monstruos que tenía en frente; no pudo evitar sonreír cuando ambos le saludaron
con aquél pito de voz que tenían. Una por escandalosa, el otro porque todavía
le faltaba mucho para crecer.
La castaña suponía que tener a una familia era algo parecido a esto, con una pareja, un hijo o dos y una casa donde la felicidad era lo que se respiraba. Ella fue egoísta, sintió una punzada maternal en su pecho pero después de todo fue egoísta; había adoptado al niño intentando así alejarse de los recuerdos de Hyoyoung, como si con ese ser inocente y perdido pudiera aliviar un poco su dolor.
La castaña suponía que tener a una familia era algo parecido a esto, con una pareja, un hijo o dos y una casa donde la felicidad era lo que se respiraba. Ella fue egoísta, sintió una punzada maternal en su pecho pero después de todo fue egoísta; había adoptado al niño intentando así alejarse de los recuerdos de Hyoyoung, como si con ese ser inocente y perdido pudiera aliviar un poco su dolor.
Ambos habían perdido a quien más
querían, así que sus abrazos se volvieron muy importantes para los dos desde el
primer momento. “Apenas sabes cuidarte tu
sola, no tienes ni idea de la gran responsabilidad que es criar a un hijo”.
Su madre se opuso a ello, primero por pensar que la criatura acabaría
trastornada como ella, y segundo por el simple hecho de que Shinhye se estaba
medicando para evitar que la depresión fuera a más. El niño ignoraba por
completo que su nueva madre era alguien inestable y débil en el momento en que
la conoció. “No quiero que él también
salga homosexual, ¿entiendes? No puedes tener niños, saldrán como tú, eso se
pega mucho”. Con aquellas palabras la doctora supo que era momento de
cambiar de aires y buscarse un apartamento en el que vivir tranquilamente con
Chadol. “Bien, ¡vete! No hace falta que
vuelvas”.
Y esa fue la última vez que Shinhye
habló con sus padres. Quizás había perdido a dos personas que para ella eran
importantes, pero había ganado un trozo enorme de felicidad con aquél niño, y
eso era algo que no podía explicarse con palabras.
—Id con cuidado— pronunció alzando la
cabeza intentando así tener más campo de visión —esperad a que el semáforo esté
verde—.
• • •
Empezó a dar golpes sobre la mesa sin
control, riendo a carcajada limpia como hacía años que no reía. De los zumos de
frutas naturales había pasado a las cervezas, y de eso a combinados que ni
siquiera sabía lo que llevaban. Hwayoung era pésima aguantando el alcohol, era
beber un poco y desmadrarse, pero Jinmyung consiguió que tomara un poco, y
luego un poco más, y otro más, hasta que las lágrimas empezaron a salir de sus
ojos como respuesta a los chistes que la menor soltaba.
No quedaba demasiada gente en la terraza, algunos de los camareros ya empezaban a recoger intentando que así los clientes restantes captaran el mensaje, pero parecía que esas dos tenían el trasero enganchado en la silla con pegamento extra-fuerte. Nada, solo pedían más y más, hasta que la menor se levantó de repente, poniéndose las manos a la cabeza al darse cuenta de que no llevaba dinero encima.
No quedaba demasiada gente en la terraza, algunos de los camareros ya empezaban a recoger intentando que así los clientes restantes captaran el mensaje, pero parecía que esas dos tenían el trasero enganchado en la silla con pegamento extra-fuerte. Nada, solo pedían más y más, hasta que la menor se levantó de repente, poniéndose las manos a la cabeza al darse cuenta de que no llevaba dinero encima.
—¡La cartera! ¡¿Qué hacemos ahora?!—.
—Tranquila, pago yo— como pudo la mujer se levantó, sujetándose al borde de la mesa que acabó cediendo, haciendo que de nuevo acabara contra el suelo —¡aish!—.
—¡Levanta, tú puedes!— Un par de camareros ayudaron a que se enderezara y Jinmyung agarró la cartera de su bolso —oh dios mío, es una tarjeta dorada, ¡eres rica!—.
—Shh, no tiene por qué saberlo todo el mundo—.
—¿Entonces admites que lo eres?—.
—Tranquila, pago yo— como pudo la mujer se levantó, sujetándose al borde de la mesa que acabó cediendo, haciendo que de nuevo acabara contra el suelo —¡aish!—.
—¡Levanta, tú puedes!— Un par de camareros ayudaron a que se enderezara y Jinmyung agarró la cartera de su bolso —oh dios mío, es una tarjeta dorada, ¡eres rica!—.
—Shh, no tiene por qué saberlo todo el mundo—.
—¿Entonces admites que lo eres?—.
Hwayoung no respondió, su sonrisa poco a
poco fue borrándose y sintió que sus piernas flaqueaban como dos flanes. ¿Cómo
demonios la habían encontrado? Sohee y Adam estaban frente a ella, pero
mientras que la mujer se quedó quieta en su sitio, el mayor avanzó con rapidez
gracias a sus largas piernas, tomando a la morena por las muñecas. Los gritos
salieron tan profundamente de su garganta que pensaba que iba a quedarse sin
voz, Hwayoung fue alzada con una facilidad incluso aterradora. Jinmyung no
sabía qué hacer, los camareros sintieron un miedo escalofriante pasar por el
largo de su espina dorsal, los otros clientes se pusieron de acuerdo para pagar
rápido e irse del local.
El ambiente acababa de tensarse como una
cuerda alrededor del cuello de alguien, lista para ahorcarlo.
Después de aquello Jinmyung quedó con el
dueño del local para pagar todo lo que habían consumido cuando abriera el
negocio por la mañana; seguidamente se fue a casa queriendo levantarse temprano
para estudiar, aunque para su mala suerte sabía que no iba a encontrar el sueño
habiendo presenciado una escena como aquella. El misterioso hombre la miró como
si tuviera la lepra, como si fuera una cosa asquerosa salida de las
profundidades de una alcantarilla. ¿Quién era él y por qué trató a su amiga de
ese modo, debería comentárselo a la doctora Park? Bueno, había conseguido su
número de teléfono, quizás si la llamaba…
Nada, no contestó.
La joven se puso a dar vueltas entre las
sábanas de su pequeña cama, sintiendo sus pies congelados. El efecto del
alcohol comenzaba a desaparecer, y con ello su cabeza dolía más y más; no se
acordaba de cuándo fue la última vez que tomó tales cantidades de alcohol, pero
tenía que admitir que se lo pasó bien. La rubia sabía que Hwayoung era una
mujer divertida si se tenía paciencia y esperaba a que se abriera frente a
ella, pero cuando pensaba que iba a poder indagar más sobre su hermosa persona,
apareció aquél monstruo con cara de occidental y se la llevó cual saco de
patatas.
Para terminar de arreglarlo, los dolores menstruales comenzaron a aparecer cuando el alcohol ya no le ayudaba ni siquiera a mantenerse caliente bajo las mantas de su cama, así que prácticamente no pudo dormir. Le esperaba otro día con ojeras en el trabajo.
Para terminar de arreglarlo, los dolores menstruales comenzaron a aparecer cuando el alcohol ya no le ayudaba ni siquiera a mantenerse caliente bajo las mantas de su cama, así que prácticamente no pudo dormir. Le esperaba otro día con ojeras en el trabajo.
• • •
Bajo la
camisa se podían notar los músculos en tensión, el brazo perfectamente
perfilado como si fuera una escultura descargaba toda su furia contra el cuerpo
magullado de la mujer que gritaba hecha un ovillo en el suelo, moviendo las
manos al aire intentando proteger varias partes a la vez. El resultado era todo
lo contrario, por desgracia tan solo conseguía enfurecer más al hombre, por lo
que cuando recibió un puñetazo en el costado derecho de su cara, dejó de
moverse, simplemente dedicándose a temblar. Hwayoung no podía hacer nada más
que eso, sentirse estúpida e inútil, menos importante que una piedra, porque al
menos esta si la tirabas con fuerza podía doler, pero ella no servía ni
siquiera para matar a una mosca.
—¡¿Quién era ella?!— El muchacho
reclamaba con cada golpe, gritando cuando la mayor parte de su cuerpo bajaba,
sintiendo su respiración sufocada por los repentinos movimientos —¡¿es que no
hay nadie en esta puta familia que valga la pena o esté sano de mente?!— sus
gritos se escuchaban desde el pasillo, pero nadie se atrevía a entrar. Los
criados y otras personas del servicio de la casa simplemente pasaban por
delante de la puerta, centrándose en hacer lo suyo.
—¡N-Nadie! ¡Por favor para, Adam para!— pocas veces gritaba, sabía que no servía de mucho así que se limitaba a callar y gimotear —¡Adam lo siento, lo siento de verdad!— pero sentía que si no hacía nada por hacerle entender al moreno que realmente se arrepentía, esa sería su última noche.
—Adam— una voz aterciopelada interrumpió los gritos de ambos, tomando el brazo derecho del hombre —creo que ha entendido quién manda, para de una vez— la mirada oscura y penetrante de So Hee cautivó los sentidos del contrario, haciendo que poco a poco recuperara el aliento y la cordura —si la sigues golpeando te vas a meter en problemas—.
—¡N-Nadie! ¡Por favor para, Adam para!— pocas veces gritaba, sabía que no servía de mucho así que se limitaba a callar y gimotear —¡Adam lo siento, lo siento de verdad!— pero sentía que si no hacía nada por hacerle entender al moreno que realmente se arrepentía, esa sería su última noche.
—Adam— una voz aterciopelada interrumpió los gritos de ambos, tomando el brazo derecho del hombre —creo que ha entendido quién manda, para de una vez— la mirada oscura y penetrante de So Hee cautivó los sentidos del contrario, haciendo que poco a poco recuperara el aliento y la cordura —si la sigues golpeando te vas a meter en problemas—.
La serenidad de sus palabras fue cortada
por un brusco beso del moreno, haciendo que Hwa Young se sintiera todavía más
miserable.
Ambos abandonaron la habitación cuando
se percataron de que la muchacha todavía respiraba lo suficiente como para
valerse por sí misma. La morena comenzó a llorar, sollozando en silencio con
una de sus manos acariciando su costado, le dolía tanto que apenas podía
inhalar sin sentir escozor. Las lágrimas cayeron por los costados de su
magullado rostro, perdiéndose entre las oscuras raíces de su cabello ondulado.
La joven no podía pensar otra cosa que no fuera el motivo de su existencia, ¿qué
tenía que hacer ella en ese mundo en que todos la maltrataban? Incluso apretar
los puños como muestra de su impotencia le dolía.
Como pudo se levantó, arrastrando sus pies descalzos por la moqueta ligeramente manchada de sangre; cayó un par de veces, no podía ni con su alma, sentía que ésta cada vez pesaba más, y que habría un momento en que su peso le impediría volver a levantarse. Hwa Young se imaginaba su muerte como la cosa más triste del mundo, algo que ni siquiera era motivo para que saliera en los periódicos. Sintió una desagradable ola de saliva caliente corriendo por su boca y la escupió contra el lavabo, perdiéndose entre los hilillos de sangre y algo más que goteaban de su boca con una lentitud que parecía no poder interrumpirse.
Como pudo se levantó, arrastrando sus pies descalzos por la moqueta ligeramente manchada de sangre; cayó un par de veces, no podía ni con su alma, sentía que ésta cada vez pesaba más, y que habría un momento en que su peso le impediría volver a levantarse. Hwa Young se imaginaba su muerte como la cosa más triste del mundo, algo que ni siquiera era motivo para que saliera en los periódicos. Sintió una desagradable ola de saliva caliente corriendo por su boca y la escupió contra el lavabo, perdiéndose entre los hilillos de sangre y algo más que goteaban de su boca con una lentitud que parecía no poder interrumpirse.
Suspiró agarrándose al borde del lavabo,
alzando poco a poco la cabeza hasta verse reflejada en el espejo. ¿Por qué los
criados lo limpiaban tan bien? El dolor que veía plasmado era tan detallado que
quiso llorar de nuevo.
La única solución que encontró a su
dolor fue lavarse un poco, tomar entre sus manos el rosario que siempre colgaba
de su cuello y ponerse a rezar mientras se tomaba la medicación para su
esquizofrenia. Solo le hacía falta dormir, sí, eso era, dormir hasta que su
cuerpo dijera basta y olvidarse de todo lo vivido.
Ella no podía tener amigas, no quería sacrificar su vida por pasárselo bien con alguien. Ese café de las cinco podía costarle otra costilla, y no estaba dispuesta a sentir de nuevo como los pulmones se volvían tan traicioneros como para sufrir la misma sensación de mil agujas clavándose en su costado derecho.
Ella no podía tener amigas, no quería sacrificar su vida por pasárselo bien con alguien. Ese café de las cinco podía costarle otra costilla, y no estaba dispuesta a sentir de nuevo como los pulmones se volvían tan traicioneros como para sufrir la misma sensación de mil agujas clavándose en su costado derecho.
La noche pasó lenta, el ambiente era
pesado, se sentía sufocada. Taparse con las sábanas era pasar calor, destaparse
era pasar frío. Tragó saliva con la mirada perdida entre la oscuridad de la
habitación, imaginándose su reflejo en el espejo instalado en el techo por
capricho de su prometido. Su vida era un desastre.
Un jodido y completo desastre.
Si el capítulo tres ya es así de intenso, ¿qué puedo esperar del resto de la historia? Veo una gran trama *-*
ResponderEliminarHwayoung de verdad me da ganas de abrazarla y protegerla, no se merece eso. Por otra parte Adam me parece el tipo más caradura del universo, ohalá lo mates o le acabe pasando algo malo.
De verdad está muy interesante el fic, se siente como si fuese un dorama de verdad; sería genial ver algo así representado en algún momento. Esperaré ansiosa la continuación, porque es demasiado adictivo; MUCHOS FEELS.
Hwayoung es el cachorrito que a todos nos gustaría tener ;////; la pobre Eva, la que siempre sufre las consecuencias de los demás y carga con toda la culpa. Aunque en la Biblia Adam era más idiota (?)
Eliminar¡Ya me gustaría a mi que esto fuera un dorama y hubiera feels lésbicos! xDDDDDDDD
Es que ese tío es para matarlo... Pero no fácilmente. Primero torturarlo de la peor manera, que sufra...
ResponderEliminarEspero que cambien pronto la situación de la pobre, si no lo va a pasar muy mal. Muy buenos los dos últimos capítulos, han sido bastantes intensos. Además, me gusta eso de que te meta de pleno en la historia por lo bien descrito que está. ^^
Debemos agradeceer a Sohee que evitó que Adam la pegara más (?)
EliminarGracias por leer y comentar, te lo agradezco mucho <333 Y espera sentada para los próximos capis que se viene el drama puro (?)