domingo, 5 de marzo de 2017

8 Days With You | OneShot


Buenas noches bolitas de crema, ¿cómo estáis?
Regreso con un OneShot TaengSic recuperado de mi biblioteca de cosas dramáticas.

¡Disfrutadlo!

Título: 8 Days With You
Parejas: Taeyeon x Jessica / Yuri x Jessica
Tipo: Yuri
Género: AU | Romance | Drama | Sobrenatural
Advertencias: —
Notas: Este es uno de los pocos OneShots que decidí escribir con los diálogos entre comillas. Puede que se lea algo raro, pero es un escrito de hace ya más de dos años por lo que mi manera de transmitir ha cambiado (?)

¿Quieres leer? Dale a...

8 DAYS WITH YOU
"Si es solo en mis sueños donde podemos estar juntas...
...entonces déjame dormir para siempre"


Me señaló con el dedo, ese hombre siempre me había dado miedo, pero no podía evitarlo, y mucho menos ignorarlo. Su trabajo era ordenarnos cosas, acciones, hechos, por poco que duraran y por pequeños que fueran. Hay gente que nos llama ángeles de la guarda, otros que nos llaman hadas, y otros que simplemente no creen en nosotros. Si fuera por mí, el primer nombre es el que más se acerca a nuestro trabajo.
No cobro por ello, lo hago por amor, por ver alguna sonrisa en aquellas personas que están bajo mi responsabilidad aunque cueste hacerlas sonreír. Así es, el dinero que quiero es la sonrisa de los humanos que necesitan un poco de amor invisible, un pequeño empujoncito, unas palabras que los animen entre sueños, algo que les haga ver que todo el mundo puede hacer grandes cosas. Incluso el vagabundo que llora en un rincón de la calle o el policía que arresta a quienes no quiere pero que un superior le obliga a hacerlo.
He visto tanto y puedo contar tan poco... Mi memoria no es muy buena pero puedo intentar explicar qué fue lo que me pasó cuando, por primera vez en la vida, me dieron un límite de tiempo para estar con una persona.

***

Primer Día

"¿Ocho días?" "Así es Taeyeon, son órdenes del Superior, yo solo puedo decirte su nombre y enviarte cerca de su vivienda. Ya sabes lo que hay que hacer". Asentí, no podía negarme si era una orden del Superior, alguien que nadie nunca había visto pero que todo el mundo respetaba.
Sentí como ese frío círculo de hielo me envolvía, ¿una persona gélida? Algo así debía ser... Suspiré, eran las personas que más me costaba hacerles sonreír, pero siempre lo había conseguido, esa chica no sería diferente. "Jessica Jung, espérame", sonreí con mi más pura sinceridad y escondí las alas al verme frente una puerta majestuosa. Una gran mansión se alzaba frente a mí.

El buzón me daba a entender que esa era la casa de la chica. No tenía ni idea de cómo era, ni qué idioma hablaba.
Iba a llamar cuando una fría mano agarró mi muñeca y la separó del timbre. "¿Qué quieres? ¿Quién eres para visitar a Jessica?" Una morena me miró agresivamente. Era muy guapa pero su ceño fruncido le destrozaba la mirada, su voz era aterciopelada aunque parecía que de un momento a otro me iba a saltar a la yugular. "Contesta". "Si me dejas hablar quizás contestaré". Aproveché mi pureza, mi rostro angelical y mi sonrisa cálida. Intenté hablar lo más tranquila posible, zafándome de su agarre con suavidad. "Me llamo Taeyeon y vengo a darle felicidad a Jessica". El rostro de la morena cambió de repente, como si hubiera entendido que era su ángel de la guarda. "Por fin has llegado, ya pensaba que debería llamar a otra psicóloga, ¿por qué tardaste tanto?" "N-No soy..." Antes de que pudiera decir nada más, la morena me arrastró hasta el salón, me hizo subir innumerables escaleras y me presentó frente a una rubia que pasaba el rato mirando como el fuego iba consumiendo los troncos de nogal amontonados en el hogar de la estancia.

La morena desapareció, dejándome sola con esa chica que parecía ausente. Pasé mi mano por delante de su rostro, sus ojos estaban abiertos pero su mirada era distante, le faltaba vitalidad. "¿Tu eres Jessica?" Me arrodillé a su altura y sus ojos me miraron por un segundo. Eran de un castaño muy bonito, pero apagado, me sentí triste, sabía qué tenía que hacer pero ella debía poner algo de su parte. "¿Quieres pasear? Hace algo de frío pero te voy a proteger, ¿vale?" Agarré una de sus manos, notándola extremadamente fría. Me asusté, ¿y si estaba enferma y se estaba muriendo? Si era así, la que moriría luego sería yo por no cuidarla bien... A todo ángel le llega la hora pero yo aún quería descubrir muchas cosas.  "Vamos Jessica, nos esperan ocho días llenos de felicidad, estoy aquí para ayudarte!" Sonreí angelicalmente y le preparé la ropa adecuada para poder salir a la calle: una bufanda rosa, unos guantes del mismo color, una chaqueta marrón hasta sus rodillas y unas botas oscuras para que la nieve no mojara sus piernas. Le ayudé a bajar, parecía que había incluso dejado de caminar, se tambaleaba. "Soy nueva en esta ciudad, ¿me ayudarás a conocerla?" Me miró de nuevo mientras salía ella primero de la mansión. Enseguida tomé su mano entre las mías. Yo no llevaba guantes pero tampoco tenía frío, la lana que cubría sus manos se sentía bien.

***

Miré al cielo, era completamente blanco, a ese paso volvería a nevar con fuerza por la noche. La miré, me sonrió, odiaba su sonrisa, era más bonita que la mía, aunque hacía meses que parecía que no supiera hacer nada más que enfadarme y llorar. ¿Ayudarme? Genial, otra que ha sido engañada por Yuri. "No estoy loca..." Fueron mis primeras palabras hacia ella, me miró curiosa, sonriendo otra vez, odiaba esos labios. "Ya lo sé, yo solo he venido a darte felicidad". "Felicidad es lo que tiene que darme Yuri, no tú". Suspiré, dejando que el vaho saliera por encima de mi bufanda, tenía la nariz roja del frío y mis mejillas estaban levemente coloreadas. Hacía demasiados días que no salía de casa... "¿Yuri es esa mujer que me llevó hasta ti? Intenté decirle que no era psicóloga pero no quiso escucharme". Soltó una gran carcajada parecida a la risa de una señora mayor, me extrañé, ¿cómo un cuerpo más pequeño que el mío podía tener una voz tan potente?

Celos, eso también podía entrar en la lista de mis sentimientos hacia ella. Suspiré, estaba andando sin un rumbo fijo, la estaba llevando por callejones que ni yo misma conocía. "Yo me llamo Tae..." "No me interesa tu nombre". La apuñalé con esas palabras, soltándome de su agarre y caminando a más velocidad, topándome con más de una persona al mirar hacia atrás y ver que no me seguía. Me paré, ¿dónde estaba? "Jessica" Pegué un agudo grito al verla frente a mí "¡¿C-Cómo has hecho eso?!" "No me hagas enfadar, vine para hacer que tus mejillas se tensen en una agradable sonrisa y voy a conseguirlo". Me atrapó la mano, consiguiendo que mis mejillas se sonrojaran por el enfado. No tuve más remedio que aceptarla. "Eres una chica muy pesada". "Soy tozuda, que es diferente". Volvió a sonreír y me entraron ganas de darle una bofetada. ¡Odiaba su felicidad!

***

Sentí su pulso acelerado a través de su mano. Una de las características que yo tenía para saber si me mentían o no era comprobar el nivel de nerviosismo en esa persona. Jessica no mentía, realmente le caía mal. Suspiré y sonreí, debía ponerla más nerviosa para que me aceptara en su vida, aunque fuera por pocos días. "¿Dónde dormiré?" La pregunta salió tan natural como la expresión de sorpresa de la rubia "¿Cómo que dónde dormirás? En tu casa obviamente!" "No tengo casa". Sonreí con inocencia y la molesté mirándola fijamente. "Te dije que había llegado hacía poco". "Te odio". Solté una gran carcajada e hicimos media vuelta, rumbo a su casa. "Voy a dejar que te quedes en una habitación de invitados... La que esté más lejos de la mía". Sonreí, no pensara que aceptara tan rápido. "¿Duermes con Yuri?" "Claro, es mi futura mujer, ¿cómo quieres que no duerma con ella?" Miré al cielo y mostré mis blancos dientes en una pequeña sonrisa. "Allí de donde provengo, los matrimonios duermen separados". "¿Qué clase de lugar es ese? Ni que fueras de la edad de piedra..." La miré y me encogí de hombros. "Bueno, algo vieja sí que soy". "¿A qué te refieres?" Primer paso conseguido, sentía algo de curiosidad por mí, su pulso lo mostraba y su mirada parecía menos apagada. "Nada, solo muéstrame dónde debo dormir".

Segundo Día

Abrí los ojos, mirando a mi lado. Vacío, Yuri había vuelto a irse sin ni siquiera despertarme como hacía años atrás. Nuestra relación iba de mal en peor, ella pensando que yo estaba loca o deprimida y yo intentando que se diera cuenta de que no quería perderla. Sabía que se acostaba con otras mujeres, la mezcla de los perfumes se pegaban en nuestra cama pero aún así le dejaba hacer lo que le viniese en gana, no quería discutir. "Buenos días". Una voz conocida me hizo incorporarme con rapidez, fruncí el ceño, frotándome los ojos. "¿Quién te ha dado permiso para entrar en mi habitación?" "Tu futura esposa". La miré algo curiosa pero sin dejar que mi ceño se relajara. "¿La has visto?" "Acaba de salir, hace diez minutos". Como si me hubieran dado cuerda, corrí escaleras abajo y me la encontré en la cocina, salté sobre ella. "¡Yuri!" La morena se sorprendió, dejando la tostada sobre el plato. "¿Qué ocurre amor?" "¿Por qué no me has despertado...?" "Ah... Quería darte una sorpresa, te estaba preparando el desayuno". Sonrió, adoraba su sonrisa. Mis labios se curvaron automáticamente en una de leve, mirando la gran cantidad de comida que había sobre la mesa. "También hay para Taeyeon, ¿te está ayudando verdad?" "S-Sí... Supongo que podemos llamarlo así..."

***

Parecía que mi nombre le diera alergia, al mirarme volvió a fruncí el ceño. "Taeyeon, ¿tienes hambre? Debes desayunar". Yuri fue amable conmigo, pero sabía que detrás de esa suave voz se escondía algo más, su pulso se notaba loco desde nuestra distancia. "No gracias, no desayuno nunca, tengo el estómago cerrado". Sonreí y sentí una fría corriente, las observé, parecían una pareja normal y corriente, ¿qué estaba escondiendo Yuri? "Esta noche tengo una cena de empresa, no podré venir..." "P-Pero esta noche es..." La más alta me miró y luego volvió la vista a la rubia. "Lo sé, no sabes lo que me duele no poder estar contigo la noche de nuestro aniversario". "Dentro de siete días nos casamos y tu aún piensas en el trabajo! ¡No soporto cuando todo lo que no es trabajo pasa de largo de tu cabeza!" Me acerqué a ella, agarrándole los hombros, Jessica parecía realmente furiosa y si no la abrazaba era capaz de tirar las cosas al suelo o golpear a Yuri. "Tranquilízate Jessica, cálmate". Intenté parecer lo más dulce posible, susurrándole. La morena me miró de forma asesinae, sus ojos me estaban pidiendo que me alejara de ella pero no podía hacerlo, por el bien de las tres.

Su mirada la delató, se estaba acostando con cualquier mujer que Jessica poco conocía o que la confianza entre ambas llegaba a dar asco, era algo de ese estilo. "Cálmate, yo estoy aquí". Poco a poco la solté, ayudándola a sentarse en una de las sillas de la amplia cocina. "Desayunemos y salgamos un rato, ¿de acuerdo? El aire fresco del invierno te irá bien". Yuri volvió a desaparecer sin decir nada, me preocupaban, ambas. Una jugaba y la otra era demasiado ingenua, ¿quién era la mala? ¿La que engañaba o la que se dejaba engañar? ¿Quién debía imponer sus causas? "Sé que me está engañando..." La voz de la rubia me hizo bajar la vista hacia ella. Me miró, preocupada, triste, era la primera vez que veía brillar sus ojos. "No sé quién es ella, pero conozco su perfume, rosas... Incluso me compré un perfume igual para no pensar tanto en las infidelidades de Yuri..." "¿Por qué te dejas engañar? Díselo". Volví a arrodillarme, poniéndome de cuclillas y tomándome la libertad de apoyar las manos suavemente en sus rodillas. "Yo puedo ayudarte". "Yuri es posesiva... Me quiere, o eso creo yo..." "Quizás te mantiene engañada con el deseo, no con el amor... ¿No lo has pensado así?" Me empujó, caí sentada al suelo. "¡Cállate! A ti nunca te ha amado nadie, lo sé, no sabes lo que se siente..." Me miró mordiéndose el labio inferior y se levantó, subiendo las escaleras mientras me dejaba allí, sentada en el suelo de la cocina.

***

Salí corriendo de mi casa, necesitaba cansarme, notar que mi aire faltaba para saber que me había alejado lo suficiente de mi propia vivienda. No sabía quién era más estúpida de las dos, si yo o Taeyeon, ¿cómo podía soltarme esas cosas como si fuera una psicóloga? Es más, ¿por qué había aceptado vivir con ella durante ocho malditos días? Era lo que faltaba para casarme... ¿Yuri tenía algo que ver con todo eso? Fui alentando el paso a medida que me acercaba a las bajas escaleras de piedra que me conducirían hasta la tienda de pinturas, y seguidamente hasta el lago escondido detrás de esos callejones. Puse una mano en la pared, guiándome por el tacto de la fría piedra, sentí pequeñas agujas en mis dedos, era un frío demasiado notorio para mí, eso me pasaría factura.
Parpadeé un par de veces al notar el sol de invierno golpear contra mis ojos, sonriendo levemente segundos después. Era un lugar tranquilo y el agua estaba congelada. Aparté la nieve de la hierba y me senté en ella, sabía que me mojaría el trasero pero poco me importaba, solo quería sentarme y dejar mi mente en blanco. Todo habría sido perfecto si no fuera por el bollo que misteriosamente cayó en mi regazo. Automáticamente miré hacia arriba, encontrándome a Taeyeon colgando boca abajo de una gruesa rama. Me saludó. "¡¿Pero qué narices haces aquí?!" "¿Recuerdas que estaré contigo ocho días? Eso significa que no podemos alejarnos la una de la otra". Bajó con un atlético salto y se sentó a mi lado, sin apartar la nieve; se hundió en ella, quedando en una graciosa postura. No pude evitar soltar una risita por ello.

"¡Has sonreído! Bueno, más o menos". Me miró cual niña con un diez en un examen y sacó un bollo de su bolsillo, metiéndoselo a la boca y dándome mi par de guantes rosas. "Te los dejaste en casa, es mejor que cuides tus manos, una princesa como tú no debe dejar que su piel se lastime de esa forma". "¿Princesa?" Era la primera vez que alguien me llamaba de esa manera. Sentí mi corazón latir alocado, feliz, vivo de nuevo por unos instantes... Me comí el bollo en silencio, resguardando mis dañadas manos por el frío dentro de los guantes. "Gracias..." "De nada". Volvió a sonreír, ¡odiaba su sonrisa! "¿Es un lugar especial este?" "No conoces este lago?" "Te recuerdo que soy nueva por aquí". Suspiré, siempre me contestaba la misma frase. "¿De dónde vienes?" "De un lugar muy lejano". "¿Y es?" "El cielo, obviamente". Soltó la frase tan segura de sí misma que me hizo incluso dudar, ¿el cielo? Era la tontería más grande que había oído en mi vida. "Si claro, ¿estás muerta?" "No, soy un ángel". Solté una carcajada irónica, ahora había dado en el clavo, la loca era ella, no yo. "Los ángeles no existen". "Eso ya lo veremos". Parecía ofendida, quizás su sueño era serlo algún día... Me sentí mal.

***

"Perdona por lo de antes, no quise empujarte". Necesitaba dos disculpas, una me la había dado pero la otra era más difícil. Cuando una persona no creía en los ángeles no creía nunca en ellos, a no ser que uno de los nuestros se mostrase por voluntad propia... cosa casi imposible por el simple hecho de que el castigo era tal, que muchos preferían seguir viviendo con el dolor de saber que para muchas personas, no existíamos. "No pasa nada..." Sonreí de nuevo, apartando la nieve de mi alrededor para poder levantarme, me miré la ropa, estaba completamente mojada. "¿Por qué me has llamado princesa?" "No es eso lo que normalmente se dicen las parejas? Quiero decir, palabras bonitas, que expresan como es esa persona". "¿Te parezco una princesa?" Asentí y vi que me tendía la mano, necesitaba levantarse. "Eres la primera que lo hace..." "¿Yuri no te dice esas cosas?" Sentí un pinchazo en mi pecho, me asusté, era la primera vez que algo así sucedía.

Los ángeles no nos hacíamos daño, pero el dolor en mi cuerpo era muy real, como si algo en mi interior pidiera a gritos que quería salir...

Recordé por un momento las clases que nos dieron antes de ser los elegidos de la felicidad. "Cualquier ángel que note como un corazón crece dentro de su pecho, será castigado por su propio cuerpo. Comenzarán a caerle las plumas y sentirá pena por los demás. La única causa de muerte natural es la aparición de un corazón. El ángel morirá de pena. Estad atentos, los más buenos en dar felicidad son los más vulnerables en realidad". La voz de Jessica me devolvió a la realidad. "¿Te encuentras bien? Te has puesto pálida..." Sonreí, segundo paso conseguido, causarle preocupación; aunque no pude evitar pensar en ese pinchazo durante el resto del día.

Tercer Día

Me despertó a las cuatro de la mañana, tirándose sobre la cama como si hubiera terminado de correr una gran maratón. Un largo suspiro se escapó de sus labios y el olor a alcohol se podía percibir en toda la habitación. Me giré dándole la espalda pero segundos después me abrazó, susurrándome cosas obscenas en el oído. "Venga, sé que esas palabras son tu punto débil... ¿Nos divertimos un rato? Aun quedan muchas horas antes no salga el sol..." Yuri iba borracha, no sabía cómo había podido llegar a casa entera con lo poco que debía ver. Me giré y la miré. No dije nada pero la besé con necesidad, me tenía atrapada.

La empujé, sentándome sobre sus caderas, quería tenerla bajo mi control durante unos minutos. Acarició mis muslos, arañándolos suavemente, me gustaba cuando pasaba sus uñas por mi piel, era placentero. Me mordí el labio inferior e incliné mi cuerpo para volver a besarla, su lengua tenía hambre, lo sé.

***

Estar con ella significaba observarla la mayor parte del día, incluida esa escena. Sus ojos mostraban un brillo especial pero no era de felicidad, tampoco de súplica, quizás un poco de comprensión... Yuri sabía tocarla, Jessica gritaba de puro placer. Aparté la vista, dándoles la espalda. Dejé que mis alas salieran de su escondite y las estiré, necesitaba volar un poco, despejar mi mente. Cerré los ojos y dejé mi cuerpo muerto, cayendo de la rama donde estaba hasta el suelo; planeé, alejándome un poco de la vivienda. Ese molesto dolor en el pecho volvió a aparecer, y eso me mosqueaba. Me di dos golpecitos donde debía estar ubicado el corazón y miré al cielo. "Ojalá pudiera pedir consejo... ¿Me estaré volviendo humana?"

***

Sus brazos me abrazaban fuerte por las caderas, me tenía aprisionada contra su cuerpo. Era posesiva, dominante, una femme fatale. Intenté recordar cuando me pidió matrimonio, algo la cambió, le hizo mirarme de una forma más agresiva, más sensual, más... sexual. Quizás se había vuelto celosa por si me fijaba en alguien más, pero le juré amor eterno, no sé por qué actuaba de esa forma tan distante conmigo... Si no era por el sexo, nuestro matrimonio seguramente habría sido cancelado. El sol picaba de lleno en mi rostro.
Miré por la ventana, abriendo los ojos como platos al ver a Taeyeon durmiendo en la rama del árbol que tapaba gran parte del paisaje. Me froté los ojos, levantándome de golpe, esa chica había desaparecido... ¿producto de mi imaginación? Las sábanas corrieron por mi cuerpo dejándolo al descubierto y Yuri se movió, dándome la espalda. Le acaricié el cabello, colocando uno de sus largos mechones lisos detrás de su oído. Dormía tranquilamente.

***

Salté de la rama antes de que Jessica volviera a verme por la ventana. Mi cabeza me tuvo en vela toda la noche y unas enormes ojeras se habían acomodado bajo mis ojos, suspiré, era la primera vez que no podía dormir.
Decidí que ese día me lo tomaría libre, necesitaba aclarar muchas cosas y para ello debía estar sola. Me encerré en mi habitación, abriendo la ventana para que entrara un poco de viento frío. Volví a desplegar mis alas, tanto tiempo sin liberarlas me estaba provocando un dolor intenso en la espalda, y ya suficiente tenía con el de mi pecho.

Una paloma mensajera entró por la ventana, dejándome un pequeño papel sobre la cama, era un mensaje del Superior.

"Taeyeon, he estado observando tu trabajo. Falta un último sentimiento que despertar en Jessica pero te estás distanciando demasiado. Si tienes dudas, sabes que puedes recurrir a cualquier ángel de grado mayor, ellos te ayudarán.
Eres uno de los mejores ángeles que he conocido, aunque nunca hayamos hablado y espero, por el poder que me ha sido concedido, que no seas una de esas víctimas del amor. Tu rostro me preocupa, y tu pulso es inestable cuando la miras.
Sé que nunca debo meterme en las misiones de los ángeles, por muy Superior que sea, pero no quiero perder a mi posible heredera.


No malgastes tu eterna vida con ella. No te enamores Taeyeon, o ya sabes que la muerte será tu destino."

Sin quererlo ni pensarlo, un par de lágrimas bajaron por mis mejillas, algo en mi estaba cambiando. Me sentí impotente por un momento, observada por el Superior y causándole una mala impresión, debía estar decepcionado conmigo...
Me froté los ojos al oír que llamaban a la puerta, escondí la carta en mi bolsillo y fingí una de mis sonrisas angelicales. Era Jessica. "Buenos días Tae, ¿quieres desayunar con nosotras?" Su rostro brillaba, no con enorme alegría pero más que los días anteriores. Sentí rabia, ira, incluso quise insultarla... ¿Cómo podía sentirse feliz después de tener sexo de esa manera con Yuri? ¿Eso le gustaba? ¿Le hacía sentir bien? "Perdona por cómo te traté estos días... Te debo una gran disculpa". Jugó con sus dedos, estaba nerviosa; yo apreté mis puños, estaba furiosa. "¿Quieres...?" "No, lo siento, hoy tengo otros planes". La miré fríamente y vi en sus ojos que preguntaba el por qué de mi cambio repentino, no quise verla más ese día. Me había puesto celosa, y empezaba a entenderlo.

Escapé de su casa corriendo, tanto como mis cortas piernas me lo permitieron. Ni ella ni Yuri me siguieron, mejor, no quería dar explicaciones. La carta del Superior me hizo pensar durante todo el día, incluso olvidé el hambre que tenía por haber corrido tanto sin haber comido nada. No me entendía, yo misma me asustaba... Y nunca quise aceptarlo, hasta que cayó la noche y una manta se acomodó sobre mis hombros.
No sabía cuándo, ni cómo, pero mi cuerpo me llevó hasta el lago donde hice sonreír a Jessica. Estaba sentada en el suelo, apoyada contra el árbol del cual me colgué días antes. Seguramente ya era de madrugada. Mi pecho volvió a doler, ¿era ese el sentimiento de calidez de cuando una persona se preocupaba por otra? La fría y distante rubia había desaparecido para dejar paso a una Jessica maternal. No me gustaba, todo era actuación, todo excepto yo misma. "No regresaste, pensé que estarías aquí". Volvió a sonreír, me hice la dormida. "¿Sabes? Me gustaría saber por qué solo ocho días. Eres una gran persona e intentas ayudarme siempre... ¿No quieres quedarte más tiempo? Cuando Yuri se va me siento muy sola..." Se acercó a mí, sentí sus labios cálidos contra mi fría mejilla; no pude más, sabía lo que me ocurría y sabía lo que pasaría... Yo, un ángel, un ser superior, estaba cayendo en los encantos de una simple humana deprimida. Yo... me estaba enamorando de Jessica.


Cuarto Día

Me quedé dormida escuchándola. Por lo que me dijo, Yuri se encargó de llevarme hasta la cama.
Encontré una carta cerca de mí, otra paloma había llegado. La abrí, era algo más corta, pero más contundente.

"Taeyeon, he decidido que serás mi heredera, definitivamente. Deja de dar rodeos y aprovecha estos cuatro días que te quedan para conseguir la máxima sonrisa de Jessica.
Recuerda, ella está prometida y es una humana, tu eres un ángel. Elimina tu corazón ahora que es pequeño, sé que tienes uno.


PD: Deja de llorar, pequeño ángel"

Sabía que me observaba en todo momento. Nunca me había pasado tal cosa; me conocían en el cielo por ser un ángel risueño, alguien amable pero sin sentimientos, divertida y seria en los momentos clave, ¿por qué lloraba ahora...? Si ese era el sentimiento de amor, no quería enamorarme nunca, ni tener un corazón. Mi vida estaba escrita desde que nací, mis padres, que se vieron una vez en la vida para crearme, decidieron darme en adopción para que no fuera dicho que no habían cumplido con la procreación de un nuevo ángel. Mi madre sufrió mucho... Me sentía en deuda con esa mujer, aunque en realidad me sentía en deuda con muchísima gente. Jessica no era la primera humana deprimida a la que ayudaba, y de todos ellos había aprendido alguna cosa, buena o mala. "¿Taeyeon? ¿Puedo pasar?" La voz de Yuri me sacó de mis pensamientos, dejé que pasara y la vi con la misma mirada asesina que me envió la primera vez que nos vimos. "Seré clara, aléjate de Jessica. Ella ya es lo suficientemente feliz como para no depender de ti". "No puedo alejarme de ella". La morena cerró la puerta con fuerza, haciendo que me asustara. "¡Cállate! Jessica me ha dicho que te alejes de ella, la estás haciendo dudar..." Negué con la cabeza, sonriendo levemente. "No es a ella a quién hago dudar, sino a ti". Había dado justo en el clavo, su expresión la delataba. "Dudas de si ella realmente te ama, ¿cierto?"

***

Vi a Yuri entrar en la habitación de Taeyeon, quise seguirla pero el portazo me hizo retroceder. "¡No es cierto!" Parecía que Yuri gritaba... ¿qué estaba pasando? Me puse detrás de la puerta, escuchando. "¡Jessica me ama! Para ella, tu solo eres un estorbo... No sé ni por qué aceptó tenerte aquí durante estos días, no has hecho nada de provecho..." Abrí mis ojos sorprendida, ya estaba poniendo de nuevo palabras en mi boca que yo no había dicho. Es cierto, al primer momento pensé que Taeyeon era una pesada, una egocéntrica maleducada, pero ella solo quería hacerme reír... No iba a consentir perder una amistad así por culpa de Yuri.
Quise abrir la puerta, cortar la conversación, excusándome diciendo la verdad, pero escuché sollozos... ¿Taeyeon estaba llorando? Me imaginé a esa pequeña castaña con lágrimas en los ojos y me sentí mal, muy mal. "Yo no quiero abandonar a Jessica..." "¿Tú...?" "¡Vale! ¡Está bien! ¡Me he enamorado de ella! ¿Contenta?" Escuché un cristal que se rompía y a Yuri gritar. Abrí la puerta, ni rastro de Taeyeon...

Quinto Día

Esa pequeña chica misteriosa había vuelto a desaparecer, llenándome la cabeza de dudas. Empezaba a creerme que realmente era un ángel... Si no, no me explicaba cómo había escapado por la ventana de un tercer piso.
Yuri no respondía, estaba en shock, sus manos temblaban día y noche y yo cada vez estaba más preocupada. Me sentía vacía, realmente necesitaba esas carcajadas de señora mayor, quizás... si que era cierto que su oficio era hacer feliz a la gente. "Nunca he creído en fuerzas superiores, ni en ángeles, ni nada parecido pero... Si realmente Taeyeon bajó del cielo para hacerme feliz, que alguien me envíe una señal. Yo no quiero que se pierda un ángel tan hermoso como ella, debo encontrarla, por favor..." Supliqué al cielo, mirándolo desde el lago donde me sentí cómoda con ella.
Mi corazón me hacía dudar, Yuri me había cuidado desde que éramos pequeñas, me sentía bien con ella aunque tuviera esos arrebatos de pasión algo salvajes. Por otro lado, Taeyeon había conseguido que algunos sentimientos apagados renacieran como las cenizas, la amistad o el amor eran importantes pero el instinto maternal que salió de mí sin quererlo... Bajé la vista, decepcionada, quizás no era un ángel realmente... "¿Des de cuándo hablas sola?" "¿Taeyeon?" El nombre salió solo, sorprendiéndome. La tenía frente a mí, esperando a que me acercara a ella, su mano tendida me tentaba a acercarme al lago helado y resbalar, haciéndole reír. "No caerás, yo te protegeré, ¿vale?" Esas mismas palabras las soltó el primer día... ¿cuántos habían pasado ya, ¿cinco?

***

Avanzó con pasos temblorosos, temiendo caer. Nada más rozar sus dedos, tiré de su mano y la estreché entre mis brazos, haciéndole levitar unos centímetros del suelo. Estaba harta de esconder mis alas para ella, era hora de liberarlas y hacerle sonreír de verdad. "Perdóname..." Acaricié sus cabellos, evitando que se alejara de mi para mirarme. "Yo no quería enamorarme de ti". "Y-Yo..." Besé sus labios, me dejó hacerlo, lo aproveché. No quise profundizarlo, solamente estar así unos largos segundos, disfrutar de la suavidad, de ese roce que me hizo erizar las plumas. "Lo sé, amas a Yuri, no te culpo, yo fui la que me entrometí entre vosotras". Lo que había comenzado como una amistad unilateral por mi parte, ahora se estaba convirtiendo en un gran problema para ambas. El Superior estaría decepcionado conmigo, era por eso que me eligió como su heredera, sabía que debía escoger entre Jessica o el puesto, y por mucho que la amara, mi orgullo debía superarlo... No podía herir los sentimientos de un humano. "Bajé a la Tierra porque me encomendaron la misión de hacerte sonreír, y ya es hora de que lo hagas... Sino mi corazón crecerá y todo será peor". La agarré de la cintura y alcé el vuelo, alejándome del lago lentamente, haciendo que se acostumbrara al poco oxígeno de las alturas. "Mi gracias por dejar que me acercara a ti, es enseñarte las vistas privilegiadas de un ángel". Sonrió, grácilmente, sinceramente, con amor... Lo había conseguido, había despertado el último sentimiento hacia mí: la confianza.

Sexto Día

No recibí más cartas del Superior, y por mucho que me doliera aceptarlo, era el momento de empezar a alejarme de ella. La despedida sería menos dolorosa si ella entendía que debía estar con Yuri y yo con los míos. "Taeyeon, perdóname por lo mal que te traté estos días... No sé, cómo agradecértelo..." "¿Eres feliz?" Asintió con una amplia sonrisa. "Pues así ya me lo has agradecido, mi trabajo aquí está hecho". "¿Ya te vas...?" Negué lentamente, cerrando los ojos para calmar mi alocado corazón. "Mi destino contigo eran ocho días, quedan tres si contamos el de hoy. Ahora que ya sabes mi origen y mi trabajo, espero que entiendas que no nos veremos nunca más". Estaba ensayando sin querer lo que sería realmente la despedida. "Siento... no poder corresponderte..." Sentí otro pinchazo, el rechazo quería hacerme llorar de nuevo, pero debía ser fuerte, engañar a mi corazón, intentar eliminarlo... Agarré la ropa de mi pecho disimuladamente y sonreí. "Es mejor así, un ángel no puede tener corazón, es una norma muy estricta". "¿Tú...?" Asentí. "Ha aparecido un corazón en mi pecho, y a pesar de que duele, puedo eliminarlo. Debo darte las gracias, tú me has enseñado muchas cosas..."

***

Volvió a sonreírme, aunque su mirada había perdido algo de brillo me sentía en deuda con ella. Había logrado hacer que volviera a sonreír como antes, mi cuerpo se sentía lleno de energía, mi corazón palpitaba con velocidad. Dentro de dos días más, subiría a un altar, vestida de novia y con Yuri esperándome, ¿cómo podía agradecerle que me hubiera aguantado, animado, abrazado y cuidado tanto durante tan poco tiempo? Y más sin pedir nada a cambio... "¿Por qué los ángeles no pueden tener corazón?" Esa pregunta rondaba en mi interior desde que lo mencionó, y mi curiosidad era demasiada. "Tener un corazón hace que te vuelvas mortal poco a poco. Los ángeles somos inmortales pero a veces caemos en la tentación y acabamos enamorándonos de los mortales. No soy la primera a quién le ocurre eso pero mi posición social y mi futuro me obligan a eliminarlo como sea". "¿Y cómo puedes hacerlo...?" Me puse algo pálida, quise llorar, no era justo que yo le estuviera robando la vida cuando ella me había dado tanto. "Hablando conmigo misma, pidiendo consejo a los ángeles de mayor grado que yo, o como último recurso... hablar con el Superior". "¿Es importante?" Asintió, se veía débil, triste... Estaba llorando. "El Superior es la mayor fuerza dentro de los cielos, es quien decide cuáles son los mejores ángeles para más adelante elegir su heredero. Normalmente él impone las pruebas más difíciles para nosotros y... A mí me puso el reto de hacerte sonreír en ocho días". Se secó las lágrimas con las largas mangas de su jersey blanco, toda su ropa era blanca, y aunque no creía en la magia, ahora mismo lo dudaba. Apareció en mi casa sin maletas, de dónde sacaba la ropa limpia? Yo no le había llegado a dar nunca nada... Ni un mísero par de guantes. Me daba asco. "¡Pero lo conseguiste! Eso... es bueno, ¿no?" "Si, pero no suficiente... Te hice sonreír pero mi corazón comenzó a aparecer al segundo día. Llevo cuatro de ellos luchando para que no crezca más pero al aceptar mis sentimientos hacia ti me he condenado". Sentenció las últimas palabras haciendo que mi sangre se helara, ¿se estaba... muriendo por mi culpa?

***

Le di la espalda, levantándome de la húmeda hierba. "¿Qué puedo hacer por ti...?" Su tono de voz había bajado tanto que se asemejó a un simple susurro. Sonreí, fingiendo una de mis sonrisas angelicales, si volvía a deprimirla luego acabaría ejecutada, y sería peor. Me giré, mirándola y agarrando sus manos. "Solo quiero que sonrías para toda la vida, de acuerdo? Que recuerdes lo feliz que te sentiste al volar entre las nubes y..." Puso el índice sobre mis labios, mi voz se estaba rompiendo, quizás por eso me hizo callar. "Lo haré, nunca te olvidaré Taeyeon". Asentí apartando la mirada, estaba oscureciendo. "Será mejor que volvamos a casa, mañana te espera prepararte bien para la boda". "Taeyeon..." Agarró mi mano, sentí que temblaba pero su pulso era tranquilo, la miré fijamente. "Muchas gracias..." No contesté, simplemente sonreí.

Séptimo Día

Hacía horas que paseaba por las frías calles de Seúl. Quería darme tiempo para intentar remediar el dolor que me estaba comiendo poco a poco por dentro, quería saber si aún había una oportunidad de volver a ser la misma chica que sonreía a pesar de no tener sentimientos. Me paré delante de una floristería, miré las flores que había y aunque quise continuar, mis pies me llevaron dentro de la tienda, embriagándome con ese fresco olor a polen y tierra húmeda. Pocas veces podía sentir ese tipo de olores, estaba mal separarme de mi protegida pero sabía que no debía preocuparme por Jessica, estaba con Yuri, como tenía que ser. Suspiré, rozando con las yemas de los dedos las flores que se asomaban sobre el pasillo. Era larguísimo, metros y metros de macetas y largas hojas que se mezclaban con multitud de colores.
Encontré la zona de las rosas, había de todos los colores, blancas, negras, rojas, rosas, azules, amarillas, verdes... Nunca había visto una rosa verde, pero la que más me llamó la atención fue una de color azul claro con las puntas rosadas. Era muy bonita. "¿Puedo ayudarte en algo?" La dependienta me tocó el hombro suavemente y la miré, asentí, quería esa rosa tan extraña. "Oh, ¿esa? Es una especie extraña que casi no la hemos vendido". "Démelas todas pues". Chasqueé los dedos dentro de mi bolsillo, haciendo que apareciera el dinero necesario para ello. Admito que la cara de la chica me hizo sonreír levemente, necesitaba una expresión tan natural como esa para saber que aún sorprendía a gente.

***

Estiré mis brazos y curvé la espalda, dejando que las sábanas siguieran sobre mi cuerpo con dificultad, estas resbalaron en poco tiempo. Hacía cinco minutos que Yuri estaba despierta y fue el frío, que llenaba la cama cuando ella no estaba, el que me despertó. Llamaron a la puerta, cogí mi bata rosa y me senté en el borde de la cama, Taeyeon abrió la puerta. "Tae?" "Buenos días Jessica..." Sonrió, dejando un enorme ramo de rosas sobre la cama, las señalé. "Es un detalle, un regalo por tu boda. Me parecieron curiosas y..." "Son preciosas". Las acaricié. Se había molestado en quitar todas las espinas y atarlas con un lazo azul, me encantaban. La miré, me sentí bien al ver que el cumplido le había hecho sonreír como antes. "Quería felicitarte por tu boda de alguna manera y... ese es mi regalo". Se rascó la cabeza nerviosamente, era adorable... "No hacía falta... pediré que traigan un jarrón con agua para dejarlas sobre el piano. Muchas gracias Taeyeon". Se sentó a mi lado, bajando la mirada de forma culpable. "Me gustaría disculparme por los destrozos ocasionados en tu casa y... por el susto o la molestia que te hayas podido llevar... Eres la primera a quién le confieso quién soy y de dónde vengo pero es que... necesitaba hacerlo para sentirme un poco mejor". La abracé, me sentía obligada a hacerlo, aunque no me disgustaba. Su rostro contra mi pecho y su respiración cálida que se colaba por mi bata me hicieron cerrar los ojos y sonreír como si esa chica fuera mi hija. "No tienes que disculparte por nada, cualquiera puede romper algo..." Acaricié sus cabellos, tan suaves y brillantes. Me daba curiosidad por saber si todos los ángeles eran tan hermosos como ella. "¿Te gustaría...?" Me miró, alzando la vista tímidamente. "¿Te gustaría mostrarme un poco más de tu ciudad...? Quiero saber qué cosas interesantes hay por Seúl y..." "Me encantaría. Espérame abajo, si?"

***

Me senté en el sofá, moviendo los pies impacientemente como una niña pequeña. Llegaba de puntillas al suelo así que preferí abrazar mis piernas y esperarla tambaleándome suavemente hacia delante y hacia atrás. "¿Ya has dejado de amarla?" Yuri apareció ante mí con un posado serio y una mirada fría, suspiré, no podía mentirle. "Por desgracia aún no, solo dame algo de tiempo..." Bajé la mirada apenada. "Yo nunca quise enamorarme de Jessica, créeme... No sabía ni cómo era cuando llegué aquí". Jugué nerviosa con mis manos, la diferencia de alturas y su cruce de brazos me ponían nerviosa. No era justo, en mi opinión. Yuri no se merecía a una chica tan bonita como Jessica, pero mi destino no podía interferir en la vida de los demás... "Espero que cuando te largues, sea para siempre". La rubia nos interrumpió, apartando a la morena. "Déjala Yuri, hoy Taeyeon y yo saldremos a pasear. Quiero que le quede un buen recuerdo de Seúl y de nuestra hospitalidad". Sonreí, seguía defendiéndome de su mujer a pesar de conocer mis sentimientos, eso hacía que todo doliese un poco más. No sabía ni defenderme yo sola de una simple humana con aires de grandeza... Yuri refunfuñó algo y se fue, Jessica tomó mi mano y me arrastró hasta la calle. "Oh si, ten". De su bolsillo sacó un par de guantes blancos, iban perfectos en mis manos, me sonrojé sin poder evitar sonreír. Era el primer regalo, y seguramente el último, que una humana me hacía. Moví mis dedos dentro de los guantes, sintiendo una calidez especial, los olí, tenían el mismo perfume que Jessica. "¿Son para mí...?" "Claro, quiero que en el cielo no tengas nunca frío". No pude aguantar, me puse a llorar. "¡O-Oye...!" Se puso nerviosa, se veía adorable. La abracé de nuevo, refugiándome en su pecho; ese día... solo quería quedarme así.

Octavo Día

Necesitaba ordenar mis ideas. Dentro de pocas horas estaría en un altar con Yuri y nos besaríamos para poder vivir como un feliz matrimonio. ¡La boda me estaba poniendo de los nervios! No podía estar tan estresada o me saldrían arrugas e imperfecciones el día más importante de mi vida. Mordí mi labio inferior, soltándolo al instante de recordar que estaba pintado de un rojo intenso. Lamí mis dientes y me miré al espejo, el maquillaje no se había estropeado, mejor.
Me encontraba dentro de mi habitación en ropa interior, blanca, como el vestido. Inspiraba y expiraba de tal forma que parecía que estuviera a punto de tener un bebé, pero... ¡por el amor de Dios, estaba más nerviosa que nunca! Miré a Taeyeon, estaba en el balcón, mirando al cielo. Durante esos últimos días creo que su sonrisa se había apagado un poco... "No te preocupes". Me sobresalté al ver que me miraba con sus ojos ónice brillando intensamente. "Parezco triste pero no lo estoy, estoy feliz por ti". Ladeó la cabeza suavemente hacia la derecha y me pregunté cómo se debía sentir, sabiendo que la chica que le gustaba iba a casarse en cuestión de horas. De nuevo, me di asco.

***

Tragué saliva sonriendo y volví a apartar la mirada. Desde ese día en que Yuri había visto mis alas en un ataque de rabia, nuestras conversaciones se limitaban a monosílabos y a miradas extrañas. De todas formas, ese día estaba obligada a ser amable conmigo, yo le di la felicidad que su mujer necesitaba, sin cobrar ni un céntimo y sin siquiera saber qué saldría de todo aquello. Salí de la habitación, y bajé las escaleras, encontrándome a la morena en el salón, estaba leyendo un libro. "¿Aún está tan nerviosa?" Me miró por encima de sus gafas de montura negra, asentí levemente, sentándome a su lado. "Debo decirte tantas cosas... pero tengo muy poco tiempo antes de prepararme para la boda. Taeyeon, sé que no empezamos con muy bien pie y que seguramente no tenías planeado enamorarte de Jessica pero... gracias". Me alargó su mano, esperando un apretón. La acepté lentamente, sentí su piel, era muy suave. "No sé qué darte para..." "No necesito nada, Yuri. Ver a tu futura esposa feliz es lo que quería". Me miró con una mueca extraña, apoyándose de nuevo en el sofá para seguir leyendo. "Sigo sin creer en los ángeles". "Haces bien, te ahorras muchos problemas". Sonreí, en esa casa se notaba la atmósfera de una futura pareja con una relación estable y seguramente con hijos dentro de unos años. En ese escenario, yo, sobraba desde que había salido el sol.

***

Cuanto menos tiempo quedaba, más nerviosa me ponía. Un desagradable dolor de estómago apareció en mi cuerpo, obligándome a sentarme en la cama antes de que viniera la criada con el vestido y sus ayudantes para ponerlo a la perfección, dándole los últimos retoques. "¿Cómo está Yuri?" "Está muchísimo más tranquila que usted, señorita Jung". Suspiré, envidiaba su manera de ser. "Ella ya está arreglada, ha partido hacia la iglesia para esperarla allí. Seguramente ha ido a recibir los invitados, el tiempo se acaba". Asentí nerviosamente, notando como una leve presión oprimía mi pecho al tener el vestido atado y bien colocado. Sentí un leve tirón de pelo, el velo cubría mi cabello por completo y se aguantaba sobre mi cabeza con una corona de flores de jazmín. No era nada egocéntrica, pero me veía muy bonita. La boda que siempre había soñado desde pequeña, con un vestido que acentuaba mi figura, estaba a punto de hacerse realidad, y todo gracias a esa castaña bajita que había desaparecido de mi vista hacia horas. "¿Sabéis si Taeyeon ha ido con ella?" Negaron con la cabeza, me sentí triste. "Señorita, alegre esa cara, ¡está a punto de casarse!" Levanté la cabeza y me miré en el espejo, estaba lista.

***

Me aparté de la gente nada más llegar al lugar, algo lejos de la iglesia había un banco de piedra, me senté allí, esperando a que todo el mundo entrara para poder desplegar mis alas. Miré a Yuri, me envió una fría mirada, sabía que no me dejaba entrar, aunque tampoco quería... Más bien dicho, no podía entrar. Le hice una seña con la mano y entró con el resto de invitados, dentro de poco llegaría Jessica y mi tiempo terminaría.
Puse un semblante frío, necesitaba empequeñecer mi corazón ni que fuera unos centímetros, odiaba ese dolor constante. "Tan fuertes y hermosos que parecemos los ángeles y todo se resume a un puñado de plumas y lágrimas..." Abracé mis piernas y liberé las alas, suspirando algo aliviada. "El ángel triste..." Sentí unos pasos que se acercaban. "¡Taeyeon!" Jessica me abrazó con fuerza, estrujándome entre sus brazos, estaba sollozando. "Por favor... perdóname..." Negué con la cabeza, no quería hacer la despedida más dolorosa, pero por mucho que intentara alejarme de ella, no podía, mis fuerzas habían desaparecido y mis manos se movieron en dirección contraria, abrazándola también. "Cierra los ojos..." Obedecí, quedaban dos minutos de mi tiempo en la Tierra. Sentí su aliento, cálido, chocando contra mis labios suavemente, me besó con lentitud, quise degustar su lengua, aunque fuera solo un roce. Un escalofrío recorrió mi espalda al separarme de ella. "Prométeme... que volverás". "Lo intentaré..." Mentí sonriendo, sabía que con el paso de los años, Jessica me olvidaría, olvidando también esos ocho días donde recuperó su felicidad gracias a una intrusa que no estaba escrita en su vida. "Nunca he creído en los ángeles pero tú me has hecho ver que existen y..." No pudo terminar, la misma atmósfera gélida que me envolvió para enviarme a la Tierra, ahora lo hacía para devolverme al cielo. Apretó fuerte mi mano hasta que la altura impidió que siguiera atrapada entre sus dedos. Gritó mi nombre, la miré por última vez, me dolió mentirle... Mi corazón... había crecido más que nunca.

***

Y allí estaba, con el índice del hombre apuntándome de forma amenazadora. Sentí un escalofrío por toda mi espalda y me froté los brazos, tenía la piel de gallina. "¿Ya está otra vez el pequeño ángel llorando?" Alcé la vista, secándome las lágrimas. "No es su culpa señor, mi corazón duele... eso es todo". Una mano en mi pecho apretaba las ropas, notando como el aire se escapaba de mis labios sin control. "Taeyeon, los ángeles no tenemos corazón". "Es cierto..." Una de mis plumas cayó, el destino estaba escrito en mis alas... Como el destino de los pájaros cuando su compañero de jaula muere, después de todo, todos somos seres alados... "Ahora entra... y conviértete en el nuevo Superior". Asentí sin mirar atrás, era lo mejor... para ambas.

FIN

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